Diecinueve

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Caminaba entre los árboles del bosque.

Llevaba la cuenta de una hora dando pasos lentos en la poca nieve que quedaba. Sus lágrimas inundaban sus rojas y algo rellenas mejillas.

Que alguna vez por este mismo camino estuvieron blancas y huecas.

Se alejaba a pasos lentos porque así tardaría más en darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Dejando atrás todo lo que lo hacía feliz. A su alfa con un lazo que cuando se rompiese lo mataría en vida, pero habían más posibilidades de que su alfa sí sobreviva.

Cuando iba a dar un paso fuera del territorio un cuerpo más bajo que el lo empujó con cuidado hacia atrás.

Callo al suelo de todas formas.

Unos ojos celestes lo miraban furiosos desde arriba.

–¿Es Que te encanta hacerme caminar, omega?

–Ophelia.

Abrí mis ojos de par en par. Ella bufo y me levanto del suelo.

–Estaba comiendo en mi casa cuando vi que hacías esto. Dos dias caminando, omega.

–Lo-Lo siento. Ophelia, Debo irme rápido.

Le digo e intento pasarle por al lado pero ella me detiene.

–No irás a ninguna parte ¿No entiendes? Ni tú ni tu familia tocarán fuera del territorio hasta el verano que viene. Van a visitar el océano del centro.

Comienzo a llorar nuevamente y ella vuelve a bufar sin paciencia.

–No puedo darle un cachorro a mi alfa. No sirvo, no sirvo para nada.

Ella golpea con cuidado mi mano que apretaba con violencia mi estómago.

–¡No aprietes ahí! Harás daño.

–No me importa mi maldito cuerpo, no sirve.

–Pero si te importa tu cachorra ¿No es así? Así que que cálmate.

Me la quedo viendo sin respiración cuando dijo eso.

Ella toca mi vientre.

–Aqui crece la futura alfa de la tribu, omega. No debes dejarte llevar por lo que dicen los omegas de la escuela. Ya los vi, todos tienen perlas negras en la boca. Ningúno sabe nada.

–¿Estoy en estado?

–Si, por el amor a todo. Lo estás.

–Pero no crece, no vomito, no hago nada.

–Te dejas llevar por estereotipos. Estas en estado, crecerá. Es pequeña aún.

–¿Es niña?

–¡No debías saber eso! Me obligas a decirte cosas que no.

Yo sonrió con mas lágrimas en mis mejillas.

–Estoy arta de caminar, Omega. Quédate quieto y cree solo lo que diga la gente buena. Me voy.

Ella mete la mano en mi bolsa y saca un pan. Se lo mete a la boca y se larga.

Yo lloro de felicidad comenzando a correr de vuelta a la manada.

Estaba en estado.

Estaba en estado.

Un lobo de color castaño corre a toda velocidad hacia mi también. Salta sobre mi y yo caigo de espaldas.

Segundos después ya no es un lobo si no Louis quien está sobre mi. Con lágrimas en los ojos y me abraza con fuerza.

Estaba desnudo.

Flores en invierno [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora