Trece

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Esa tarde Louis tenía cosas que hacer fuera del pueblo así que yo decidí salir a pasear un rato. Era como una tarea de no temerle a los alfas de esta tribu.

Porque Louis había dicho que el me protegería y se que el lo hará.

Algunos conocidos omegas me sonreían o algunos otros mi miraban serios. No entendía porque pero le preguntaría a Niall.

Niall parecía entender todo.

Cuando llego a la escuela paso por un costado alejado de la calle. Donde no había nadie de gente y me puse a ver a los cachorros. Algunos estaban jugando, otros adentro en clase.

Suspire pesadamente mirando a los cachorritos reír entre ellos.

–No tienes que desear.

Me asusto y al mirar a mi costado veo a una niña de ojos celestes como cristales y una piel morena. Tenía largas trenzas y piernas largas. No era ni alfa, ni omega. Una beta.

–¿Disculpa?

–No tienes que desear. Ya vas a tener de esos.

Apunta a los cachorros.

–¿Tus padres están por aquí?

–No tengo padres. Ya lo sabes.

–¿Lo se?

–Claro. Me alegro de que hayas llegado al sur. Pensé que no llegarías, pero tienes mucha esperanza y fuerza. Eso te hace especial, luchaste hasta el último aliento sin saber a lo que venías. Aún no lo sabes.

Ella ríe de una manera particular y yo abro los ojos de par en par.

–¿Ophelia?

–Viniste al mundo a dar luz a un alma perdida. Déjate sanar por tu alfa, el ama tus cicatrices tanto como ama envolver sus brazos en tu cintura cada que puede.

–¿Que paso con tu cuerpo?

–Morí cuando llegaste al sur. No importa. Te veo a ti desde tu primer latido y nunca estuviste solo. Yo me voy, no creo que vuelva, pero espérame, espérame como si hubiera muerto. Créeme, casi mueres la última vez que dudaste de mi.

Ella comienza a caminar pero vuelve.

–Ah, deja de pensar y haz lo que se te de la gana. Ríete a carcajadas, llora, enójate, ve a la habitación de tu alfa a noche como quieres. Bésalo y grítale cuando... no puedo decirte cuando, lo sabrás. Esta tribu es tuya desde que naciste.

Niego.

–Es de Louis.

–Cachorro. A esta altura ya deberías saber que son una misma persona.

–¿Harry?

Me doy vuelta y veo a Niall con grandes cuencos de miel en sus brazos.

–¿Que haces ahí? Ya iba para tu casa.

–Ya voy, solo...

Me doy la vuelta para despedir a Ophelia pero lo único que veo son sus pasos en la tierra. Ni siquiera me iba a preguntarse a donde había ido.

Esa mujer o niña era rara. La vio una sola vez y saco pan fresco de un cajón en un árbol. Lo conocía más de lo que pensaba.

Camino hasta Niall y este le dejó dos cuencos en sus manos.

–Ayúdame, estoy embarazado y me hacen caminar.

Se queja y yo sonrió.

🍂🍂

Louis volvió al anochecer.

Apenas entro a la comuna tropezó con el escalón y quedó tendido en el piso.

–¡Lou!

Había cocinado pastel de papa y carne para el.

–Volveré a entrar, finge que eso no pasó.

Yo me eche a reír y el salió de la cocina para volver a entrar con un sonroje en las mejillas. Apenas llego envolvió sus brazos en mi cintura y besó mi cuello con esos labios cálidos que ya conocía.

Mis ojos brillaron.

–Huele bien la comida.

–Gracias.

–Mejor hueles tú.

Paso su nariz con mi nuca y me besa ahí. Tenía el cabello atado con un elástico que me hizo Niall.

Yo me doy vuelta en sus brazos y lo miro fijamente. Acaricio su cabello con delicadeza. El no estaba acostumbrado a que lo toque. Pero Ophelia había dicho algo, así que iba a tocarlo como quisiera.

El suspira complacido Cuando acaricie su cabeza y baje a su cuello.

–Me gustas.

Le digo con algo de vergüenza.

–A mi me gustas más.

Me acerco y dejo un pequeño beso en sus labios. Estaban cálidos y suaves. El me miro boquiabierto y soltó todo el aire que te iba en los pulmones.

–Me besaste.

–Creo que si.

–Me... Otra vez.

Me acerco con una sonrisa y lo besó un poco más lento. Era la primera vez que lo hacía pero el no parecía tener mucha más experiencia. Aunque luego de unos cortos segundos se sintió tan bien.

Cálido.

Dulce.

Familiar.

Adictivo.

El acaricio mi cintura y yo ronronee por lo bien que se sentía.

–Espera, alfa. Espera.

Me alejo cuando sentí un líquido escurrirse en mis pantalones. Estaba lubricando.

–Omega...

–Mi celo está cerca.

–El mío igual.

–N-no estoy seguro de estar listo.

El traga saliva y asiente sin más.

–Está bien.

–No quiero que lo pases con nadie más.

–No podría.

El besa mis labios rápidamente y yo sonrió. El luego deja rápidos y ruidosos besos bajando por mi mentón hasta mi cuello y mi pecho. Nada sexual, solo eran mimos que me hicieron soltar una carcajada que llenó toda la habitación.

–Ya basta.

–Vivo y respiro por ti. Recuerda eso cada que dudes que no eres el único.

Vuelvo a reír cuando me besó toda la cara con besos rápidos.

–Te creo, Alfa.

–¿Yo soy el único?

Me mira divertido.

Yo niego de buen humor. Solo para ver su cara de ofendido y escuchar un gruñido posesivo y luego más besos.

Yo río porque me daba cosquillas en el cuello.

–¿Soy el único?

–Si, alfa. El único siempre.

Le respondo.

El sonríe satisfecho y aunque ninguno de los dos quería soltarse teníamos que comer.

Esa noche dormí en mi habitación. No tuve el valor de ir a la de el.

Flores en invierno [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora