Capítulo 23.

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Antes de retirarse, beso con ternura la frente de Jules y se fue de ahí, cerrando con lentitud la puerta.

No podía aceptar que Jules estaba así, no quería aceptar una vida sin ella, su vida se vendría abajo si a ella le pasaba algo.

***

Habían pasado unas cuantas semanas, Vance, Billy y Bruce ya les habían dado el alta, Griffin seguiría en el hospital para más chequeos y análisis, por otra parte, Robin y Jules aún no despertaban, seguían en un estado de sueño profundo.

Lydia, Finney, Allison y los chicos visitaban a sus amigos cada que podían, Ally y Lydia también iban a ver a Griffin para saber como estaba.

–¿Y si no despiertan, mamá? –dice Finn con tristeza –ya van para dos semanas que están así.

–Mi amor, no seas tan negativo. Ellos van a estar bien –dice Jamie mientras acariciaba las mejillas del ojimiel.

–Hola, Finn –saluda su amiga Ruby, a su lado estaba Isaac Jones, su ahora novio.

–Hola, Ruru –respondió el saludo el rubio.

–¿Como siguen Jules y Robin? –pregunta la rubia con tristeza.

–Por lo visto siguen bien, aunque aun no despiertan –respondió Finney con una mueca de lado.

–Muy pronto despertarán, risitos de oro. Lo prometo –dijo la chica observando a su mejor amigo.

El enamoramiento que tenía Ruby por Finney se había ido y ahora veía al rubio como un amigo, la ojiazul estaba empezando una relación con Isaac Jones, el chico que le tiro una bandeja llena de spaghetti y una bebida en su ropa.

Finn se adentro a la habitación del morocho, quien seguía durmiendo, su rostro se veía tan relajado.

–Hola, Rob –susurra el rubio acercando una silla para asi colocarse a lado del moreno –vine a leerte un cuento, es el de... El canguro que no sabía saltar.

El ojimiel carraspeo la garganta antes de empezar a leer el cuento.

En una ocasión nació un canguro que no era como los demás. Aparentaba serlo, sin embargo, este canguro tan solo podía saltar hacia atrás. Aquella extraña cualidad le convirtió rápidamente en un bicho raro para todos los de su especie, y no repararon en burlas y risas a la hora de dirigirse a él y a su forma de saltar.

Aquel canguro, además de saltar hacia atrás, era un animalito extremadamente sensible, y no podía sino lamentarse y llorar compadecido de sí mismo, como consecuencia de los desplantes del resto de los canguros.
Un día, una jirafa que acostumbraba a escuchar sus lamentos se acercó a hablar con él:

No se consigue nada llorando, ¿sabes pequeño? Si yo no me hubiera acostumbrado en la vida a encorvar mi largo cuello, hubiese muerto muy pronto de hambre. ¿Por qué no intentas saltar hacia adelante?- Manifestó la jirafa.

El canguro se tomó muy en serio aquellos consejos y pocos minutos después comenzó a practicar su salto del revés, o lo que era lo mismo, al derecho de todos los canguros. Poco a poco, y con muchísimo esfuerzo, el canguro fue obteniendo resultados y con el tiempo consiguió lo que se había propuesto gracias a los consejos de la jirafa. ¡Había aprendido a saltar hacia adelante como todos los canguros del mundo!

Aquel día, y tras mostrar su gran esfuerzo al resto de sus parientes, el pequeño canguro comprendió que no era un bicho raro, sino el animal más increíble de toda su especie, porque solo él sabía saltar hacia adelante y hacia atrás también.

LOVE TRIANGLE ━━RinneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora