Capítulo 1

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Los girasoles siempre me habían entusiasmado. Su forma de buscar el sol, la alegría que me transmiten, siempre había soñado con tener un campo lleno de girasoles, en algún momento de mi vida. Como el que había tenido mi familia de trigo, pero con girasoles.

Quizá los últimos meses estaba más centrada en las flores y plantas que en las propias personas que me rodeaban y es que, no siempre resulta fácil comprender el mundo que te rodea, ni que los demás te comprendan. Siempre me había pasado que mucha gente no lograba comprenderme del todo, ni yo a ellos. Desde niña e incluso mi propia familia, pero las plantas, las plantas eran fáciles de comprender y a ellas parecía no importarles mi presencia.

También tengo que decir que los últimos meses de mi vida habían sido bastante estresantes, por decir poco. Me había tenido que trasladar a la otra punta del mundo con mi familia y aprender un nuevo idioma y costumbres y bueno, no es nada fácil. Mucha gente me juzgó por hacer el cambio siendo ya una mujer, como se suele decir, hecha y derecha, y abandonar mi hogar natal, para irme con mis padres, pero ¿qué haría yo si me faltaba mi madre? Ella había sido la única persona que siempre me había comprendido y sin ella sentiría que todo me faltaría.

Así que, ahí estaba yo: observando en una floristería de Seúl un ramo de flores que tenía girasoles y pensando en un poco de todo. Algo me decía que tenía que entrar a la floristería y comprar aquel ramo. Pero sabía que eso no era lo correcto. Además, era bastante caro.

- ¿Vas a comprar alguno?

Me giré y vi a José, un chico que de México que venía conmigo a la escuela de idiomas para aprender coreano. Actualmente era mi único amigo en el país.

- No, claro que no. Esperaré a que pasé algún chico guapo y me regale alguno - dije en broma.

- Ojalá, hija, ojalá. ¿No te parece increíble llevar aquí tanto tiempo y no haber encontrado a ningún famoso?

Sonreí. Yo no era demasiado aficionada ni a la música ni a la cinematografía coreana, aunque sí de vez en cuando escuchaba alguna que otra canción suelta y sí conocía grupos por mis amigas españolas. Pero José, era un fan consumado que lo había llevado a abandonar su México natal para perseguir su sueño de vivir el sueño KPOPER.

- Yo me conformaría con poder socializar con la gente de por aquí - repliqué - A veces es frustrante la barrera idiomática - suspiré.

José asintió.

Me acompañó un tramo del trayecto de vuelta a casa. No vivíamos en el mismo sitio, pero sí se cruzaban un par de líneas de metro de vuelta a nuestras respectivas moradas.

- Nos vemos mañana en la escuela.

- Hasta mañana.

El resto del camino lo haría yo sola, pero tampoco me importaba. Muchos amigos míos que habían quedado atrás, físicamente, en España, se preguntaban si no era un gran cambio para mí de vivir en una pequeña ciudad del norte a pasar a vivir en una gran capital mundial. Y sí, lo era, pero en todos los sentidos. Ahí quizá incluso encontraba trabajo de fotógrafa o de artista digital, de algo de lo que había estudiado y en alguna empresa que sí valorasen y pagasen mi trabajo como se merecía. Pero a la vez, también echaba mucho de menos a mi gente, mi pequeña ciudad natal. Si no llegase a ser mi padre destinado a Seúl...

Estaba ensimismada en mis pensamientos cuando vi en la calle a tres chicos que me llamaron mucho la atención por su forma de vestir. Y os preguntaréis, ¿qué llevaban para que me hubieran llamado tanto la atención tres desconocidos? No sabría decirlo, pero algo en ellos destacó.

Sin dudarlo un segundo y con mi cámara en la mano, la cuál llevaba a todas partes desde siempre, me acerqué a ellos.

- Hola - saludé - Soy fotógrafa y me preguntaba si os podría hacer un par de fotos. Me ha gustado mucho vuestro estilo y nada, sólo era para eso.

Quédate conmigo [ATEEZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora