6 de Febrero del 2018

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Entré a la habitación dando un portazo.

-No puedo creer lo horrible que es la gente hoy en día, pareciera que se les olvida que hay algo llamado "respeto"- Dije mientras me sentaba en uno de los sillones que había en aquella pequeña sala.

El doctor Gadú levantó la vista de su laptop para mirarme.

- ¿Qué pasó? ¿Otra vez un señor te empujo al lodo?

-Agh, como odié a ese señor- Me quejé al recordar ese día.

- ¿Entonces?

-Fui a la tienda para comprar unas telas que me pidió mi madre y cuando claramente era mi turno, un renacuajo se atravesó y pidió sus cosas primero, ¡Dios! ¿Qué acaso no le enseñaron a respetar turnos en su casa?

-Tal vez tenía prisa.

-Eso no le da el derecho de saltarse la fila.

- Y ¿qué fue lo que hiciste?

Quité la mirada y fui por uno de las pelotas que había en un mueble. No quería contestar eso.

-Angelique

- ¿Si?

- ¿Le hiciste algo a ese niño?

-No

Una mirada fue suficiente para ver que no me creía.

-Bueno, en realidad no era un niño, así que no fue tan malo ¿No?

Nuevamente no dijo nada. Como odio que haga eso, de tanto silencio me veo obligada a hablar. Me volví a sentar y lo miré un momento para luego ver el suelo.

-No fue nada malo, solo...bueno...solamente pasé corriendo y por accidente lo empujé.

- ¿Y?

-Y...tal vez, se tropezó con una bici y lo tuvieron que llevar al hospital.

El doctor se tapó los ojos y suspiró.

-Angelique, ya habíamos hablado de esto.

-Oh vamos, no le pasó nada, solo fueron heridas menores, el muy delicadito se torció el pie y tuvo uno que otro raspón, pero te juro que no le pasó nada.

-Bien, solo intenta para la otra desquitarte de otra manera.

- ¿Puedo golpear a alguien?

-Tal vez una manera más...pacifica.

- ¿Pacífica?

-Me refiero a nada de violencia ni accidentes que casualmente sucedieron contigo cerca.

-Tsk, ¿entonces cómo esperas que lo logre?

-Tal vez puedas empezar por quedarte más tiempo en casa hasta que averigües una manera de calmar tus ganas de herir a alguien.

Me estremecí.

-En ¿casa?

El hecho de pensar que tenía que permanecer en casa me hacía querer vomitar. No podía quedarme en casa, no si ellos estaban ahí...

-Mira, yo sé que no te gusta, pero tal vez sea la mejor opción, no digo que tienes que estar ahí todo el tiempo, tal vez podrías conseguir algún amigo que te ayude.

Abracé mis piernas pegándolas a mi pecho y oculté mi cabeza entre mis brazos.

- ¿No puedo quedarme contigo?

Gadú suspiró.

-Lo siento pequeña, pero me temo que eso no es posible.

-Ya te había dicho que no me gustan los amigos.

-Pero no me dijiste la razón.

Me quedé en silencio, eso tampoco quería contestarlo. Tomé aire y me levanté de un salto.

-Lo siento doc., creo que eso no se hablara hoy.

Di media vuelta y me dirigí a la puerta, cuando la abrí lo miré para despedirme con la mano.

-Nos vemos mañana.

-Hasta mañana Angelique.

Psicología asesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora