Tomé el lápiz con fuerza y golpeé la mesa. Es difícil concentrarse en matemáticas cuando a través de tu ventana tienes contacto directo con la habitación de tu, al parecer, ex-mejor amiga, la chica a la que le robaste un beso y quien no te ha querido hablar en ya dos días.
Mi mamá después de llamarme miles de veces para desayunar se rindió. No ver a Sarah me había quitado el apetito. Además de que no quería oír a Jason hablar de nuevo de su fabulosa novia. No entendía como había logrado que todo le saliera a la perfección. Todo le salía así. Sarah, la fiesta...
Oh Dios, la fiesta. Jason es el tipo de chico que hace una fiesta en su casa, la destruyen, vuelven todo una mierda y en menos de veinticuatro horas todo está perfecto otra vez. Para completar, me obligaron a que convenciera a la señora Sandra de que no dijera nada a nuestros padres. Eso es porque soy el único que ella quiere, el típico ejemplo de hijo perfecto, con un gemelo que es la oveja negra, el demonio, la pesadilla, el engendro...
Nuevamente tomé mi celular y tecleé, arriesgando mi orgullo, después de haber sido ignorado unas... Diez veces; sí, ya mi orgullo estaba en el suelo. Al menos Jason se había comportado normal conmigo, lo que me indicaba que al parecer ella no le había dicho nada, pero continuaba cada segundo esperando el golpe, el momento en que mi hermano me exigiera el porqué de haber besado a su novia.
Sonreí sin razón.
Pero no fue un beso común, fue... El mejor beso que había dado, con la chica que mas quería en la vida. Después de haberla besado aquella vez, hace dos años, creí que no podría ser mejor, pero este se había llevado el premio. Inseguro, envié el mensaje número once y esperé.
James: Disculpa Sarah. Sé que soy un idiota, pero estoy dispuesto a olvidar lo que pasó. Solo... Dime algo.
Dejé el cuaderno en el escritorio y me lancé en la cama, luego tomé una almohada y aplasté mi cabeza con ella. La curiosidad me mataba. Si no me respondía iría a su casa a buscar una explicación, porque al final de cuentas era solo un beso, un beso que ella no detuvo y que le gustó. Estaba a punto de levantarme cuando escuché el sonido de mi celular.
Sarah: ¿Once mensajes?
James: Lo sé, eres la única que me soporta, por eso no puedo perderte.
Sarah: Me gustaría que hablaramos en persona ¿Podemos vernos?
James: Dime dónde y estaré allí.
Sarah: Estoy en la casa de mi prima Mercy, ¿podrías buscarme y salimos al parque?
James: Sí, deja que me visto y salgo para allá.
Sarah: Ok, te espero.
Con la velocidad de un rayo me arreglé y fui al auto. Le di la tonta excusa a mi madre de que tenía que ir a comprar algo y ella confiada solo me regala una sonrisa. Recuerdo la ubicación porque pasábamos mucho tiempo allí. Mis padres me regalaron el auto cuando cumplí dieciséis y desde ese momento he tenido que ser el chofer de Sarah, aunque no me importaba mucho, la verdad es que ahora agradezco saber donde le gusta estar.
En menos de quince minutos ya me encontraba frente a la gran casa Amarilla de su prima Mercy. Ella es casi tan linda como Sarah, pero un poco más odiosa y reservada, aunque era una de las chicas más populares del colegio, claro que no todo sale a la perfección porque reprobó y reprobó hasta que tuvo que repetir el último año, además de que tenía un aire de misterio que me perturbaba.
Elevé la mirada y vi a una Sarah deprimente. Su sonrisa no tenía la misma alegría y sus ojos se encontraban acompañados de largas ojeras azuladas que resaltaban en su piel blanca. Llevaba una falda de flores, que le quedaba muy bien. A ella le encantada mostrar sus hermosas piernas, y debo decir que a mi también. Pero ni eso pudo distraer mi atención de su actitud. Estaba preocupado.
- Hola - sube al auto y sonríe débilmente.
- Hola ¿Estás bien? - pregunto tomándola del hombro.
- He pensado mucho en lo que sucedió entre nosotros. ¿Sabes James? Hay algunas cosas que nunca te he dicho - baja la mirada y acomoda su falda.
- Claro, solo hazlo. No me molestaré.
- Yo... - se pasa un mechón de cabello sobre la oreja y sube la mirada - Nunca me habías parecido atractivo, lo juro, no te veía más que como a un amigo, James, pero has cambiado... - hace una pausa, buscando las palabras - no eres el mismo y yo... - su voz se vuelve más débil y sus ojos se humedecen - No sé cómo, no sé desde cuando y mucho menos sé por qué, pero antes de aquel beso, había algo en ti, en tu actitud, que aceleraba mi corazón y no le encontraba explicación.
- Sarah, yo también... - tantas cosas que decir, tantas cosas que explicar, tantas cosas que sentir, todas derribadas detrás de una sola frase:
- No quiero sentir esto - las lágrimas se asoman y luchan por salir - Te quiero James, pero tengo una relación con Jason y no me permitiría traicionarlo con su propio hermano, lo siento de verdad, pero no, no puedo - rápidamente una lágrima resbala y corre por su mejilla agrietando mi corazon. Sin pensarlo dos veces abre la puerta del auto y se escapa corriendo, yo igual que ella salgo y la persigo. No me cuesta mucho alcanzarla y tomarla del brazo. La hago retroceder y tomo su rostro entre mis manos obligándola a mirarme.
- No me importa lo que pienses, no me importa Jason y mucho menos me importa quien salga herido si puedo tenerte a mi lado. Mi vida eres tú, solo tú. No puedo cambiar lo que siento y no te puedo cambiar a ti. Entiéndeme, por favor. No me dejes así.
- James... No sé que hacer... No me puedes hacer esto - Sollozaba y las lágrimas invadían sus mejillas.
- Amar no es pecado.
- Pero sí la traición. No sería feliz lastimando a otros.
- Me lastimas a mi.
- Sólo quiero dejar de amarte James, quiero olvidarlo - quita mis manos de sus mejillas y seca sus lágrimas.
- No es posible. Lo he intentado ¿Sábes? No es agradable enamorarse de tu mejor amiga y que no te corresponda - Me mira confundida y solloza una vez más.
- No me hagas cambiar de opinión.
- ¿Lo estoy logrando? - digo y la veo sonreír. Sus ojos miel se encuentran con los mios y me exigen sin palabras algo más que un abrazo o un consuelo.
- ¿Cómo me pude enamorar de ti?
- No lo sé, pero quiero que lo sigas haciendo.
¿Para qué pensar si el tiempo es inclemente? Lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana y había aprendido muy bien esa lección. Bajé un poco mi cabeza hasta quedar a centímetros de la suya, le planté un suave beso buscando aprobación y me encontré con su sonrisa deteniendo mis labios. Sus brazos se entrelazaron en mi cuello y la tomé de la cintura decidido a continuar.
Cuando al fin sé que he logrado mi objetivo no me detengo a pensar. La acerqué mas a mi cuerpo y con una mano sujeté su mejilla húmeda y sonrojada. Nuestros besos se incrementaron y el calor iba creciendo. El claxon de un auto nos eriza la piel y nos obliga a detenernos. Cuando veo sus ojos una pizca de felicidad los invade y me hace creer en que sería también un reflejo de los míos.
Sarah tomó mi cara entre sus manos y empezó a plantar suaves besitos sobre toda mi cara haciéndome reír. Esa dulzura, ese amor que profesaba me traía un aire de paz, como cuando completas una meta o tu sueño se hace realidad. Sarah me abrazó, y para verificar algo que ya sabía susurró junto a mi oído: "¿Me amas?". No me costó mucho pensarlo. La abracé con más fuerza y le respondí.
- Sí, te amo, te adoro. Es tanto así que debería ser ilegal, que duele, que tendría que besarte más de mil veces para poder sacar todo el amor que llevo dentro. Te amo tanto que... No podría vivir sin ti. Simplemente Sarah, te amo.
Su sonrisa me devolvió la paz que necesitaba y la catarata de besos me hizo sentir despojado. Las lágrimas habían vuelto pero eran de felicidad, y sus manos desesperadas abrazaban mi espalda exigiendo su territorio. Mas allá de eso era feliz, como nunca antes, porque tenía lo único que quería y que siempre había deseado:
A mi Sarah.
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Sarah está prohibida
Teen Fiction"En una milésima de segundo me abalancé contra ella, dejándola sin escapatoria. Localicé sus labios rojos y decidí apoderarme de ellos, que habían sido de mi hermano en otros momentos, pero que ahora podían ser míos. Mi piel quemó al sentir la suya...