13 de Febrero de 2004

162 17 3
                                    

- No seas idiota James, ¡toma un poco! - gritó mi hermano ofreciéndome lo que parecía una cerveza.

- No gracias, voy a salir de aquí - dije malhumorado.

- Como quieras, algún día vas a caer, yo sé que dentro de ese cuerpo angelical hay un diablillo, eres de mi sangre, algo mío debes tener más que la copia barata de mi cara - dijo dirigiéndose a la sala, donde Bryan hacía de Dj animando a la gente.

Mis padres habían salido dos dias a la boda de una amiga y a Jason no pensó en una mejor idea que destruir la casa. Ya llevaba horas en esto, y estaba harto de ver a sus amigos borrachos. Tenía que alejarme de todo aquello. Salí de la casa con alguna rapidez y poco cuidado, tanto que casi llego a caerme cuando tropecé con el umbral de la puerta. Me quedé quieto, esperando que nadie lo hubiera visto, o que estuvieran lo suficientemente borrachos como para no recordarlo en la mañana, cuando escucho una risa a mi lado. La veo y me quedo aún más estático. Pareciera que su sonrisa, una vez más, iluminara la noche.

- ¿Estás bien? - dijo Sarah inclinando su cabeza, con cierta preocupación. Mi amiga me sonrió y tocó el espacio vacío junto a ella - Anda, siéntate conmigo.

- Vale - asentí junto con mi respuesta - Estoy bien, por cierto - Le dije sentándome en el banco.

- No me digas que andaste a beber - rió de nuevo - Sabes que te hace mal - No es que estuviera equivocada, evitaría beber siempre que fuese posible porque no tengo mucha resistencia, pero el comentario me hizo sentir un poco idiota, como si no pudiera hacer algo que Jason claramente sabe hacer.

- No, no he bebido nada, simplemente soy estúpido - dije malhumorado, además de que mentí.

- Bueno, eso es algo en lo que podemos concordar - soltó ella guiñándome un ojo - Cuando Jason me habló de una fiesta en su casa, nunca pensé que sería así.

- Él es... - no terminé la frase, Jason era muchas cosas, pero entre ellas era el novio de Sarah, no podía simplemente tacharlo de rebelde mujeriego, aunque así fuera.

- Lo sé - sonrió y bajó la mirada - es muy distinto a nosotros.

- Nunca me los imaginé juntos - dije al fin, después de nueve meses viéndolos, no había dejado de aparecer aquella idea en mi mente.

- Yo tampoco - sonrió - nadie la verdad. Hasta mi madre me dijo que siempre me imaginó contigo, desde el primer día que nos vimos, dijo que había una especie de química que... - me miró a los ojos con intensidad - de alguna forma nos unía. ¿Parece una locura, no?

- Sí - no digo nada más; esa especie de confesión me había dejado anonadado, creía no poder ni respirar - voy a caminar un rato.

- Si quieres te acompaño - la verdad es que quería estar solo, pero nunca le negaría nada a Sarah. Su compañía me alegraba la existencia, por así decirlo.

- Está bien - le sonreí. Me levanté del banco y caminé por el costado de la casa, hasta llegar a la parte trasera, y me adentré en el pequeño jardín de mi madre. Paseé un poco entre las flores, y la vi de reojo. Sus dedos frágiles acariciaban los pétalos de las rosas, y las acercaba sutilmente a su rostro para deleitarse con su aroma.

- Es muy hermoso, siempre he creído que tu madre es toda una artista en lo que hace - dijo, acercándose a mi.

- Sarah, yo... - el efecto del alcohol que había tomado se había apoderado de mí. Me sentía mas decidido, pero no fue suficiente para hablar.

- ¿Estás bien? - se acercó a mí y me tomó de la mano. Una risa escandalosa salió de mis labios, sin poder contenerla. Ella me agarró con más fuerza, haciéndome volver a la normalidad. Parecia preocupada - James, estás borracho - dijo molesta, con intenciones de llevarme con ella de vuelta a la casa.

Sarah está prohibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora