Capítulo 2

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Cuando me despierto siento la molestia de una luz golpeando contra mis párpados cerrados, a lo que me doy vuelta en la cama hacia el otro lado con la intención de llevar mi sábana blanca hasta cubrirme la cara y seguir durmiendo, excepto que...

Abro los ojos cuando la pierna me punza.

Esta no es mi sábana blanca, tampoco mi cama y mucho menos el apartamento en el que solía vivir más de un año atrás. ¿Cómo pude desconectar de tal manera? Y lo más importante, ¿A dónde estoy?

Las paredes del lugar son de madera apilada, los pisos también son de madera, pero de una más clara, el techo se encuentra en posición inclinada izquierda a derecha y lo único en la sala que me encuentro parece ser la cama donde estoy, la mesita de luz a mi lado y una puerta cerrada y alta de, quien adivina, madera.

Esto es una cabaña.

Me siento sobre la cama ayudándome con mis brazos para posicionarme haciendo la menor fuerza con la pierna derecha como puedo.

Cuando lo logro y miro hacia abajo puedo darme cuenta de que no llevo la misma ropa que antes, sino una más grande.

Me destapo para ver mi vestimenta por completo, por debajo llevo unos shorts azules con cordón negro atado que intentan ajustarse a mi cuerpo.

Cuando bajo unos centímetros la mirada puedo observar que la herida de mi pierna se encuentra vendada. Me quedo mirando la perfección con la que se encuentra agarrada, así como veo el traspasar y manchar hacia el lado exterior de los líquidos correctos que alguien utilizó.

Llevo mi mano hacia la venda, pero apenas la rozo cuando las palabras salen de mi boca...

-¿Cómo...?

... y alguien me interrumpe de manera instantánea. La misma voz masculina que había escuchado en el bosque.

-Supongo que ser médico ayuda.

El corazón me da un vuelto del espanto antes de comenzar a latir con la rapidez de la nueva alerta. Llevo mi mirada hacia la procedencia del sonido y esta termina sobre el hombre que se encuentra bajo el marco como si no supiese que hacer, si entrar o quedarse ahí.

Opta por la segunda opción, la cual me parece la más apropiada. El hecho de estar en una habitación con escasos muebles, otra vez, con la presencia de una persona desconocida, un hombre, no me trae buenos recuerdos.

-Lo siento, no quería asustarte- me dice al notar mi mirada desconfiada sobre él. Seguro que también notó el salto que di en el lugar y la mueca de dolor que hice al sentir mi pierna.

Hago todo lo posible para que mi voz salga de la manera más autoritaria posible, de la más confiada y sin dudas. Cuando me sale siento cierto orgullo en mi interior que me hace recordar a la fuerte Kalissa de hace más de un año.

-¿Cuándo entraste? Esa puerta estaba cerrada.

-Recien- me observa detenidamente, pero no de una manera rara, sino como si quisiera ver algo más, quizá la razón de cómo llegué aquí, pero al final dice - Si quieres que me vaya puedes decirlo.

-No- respondo de inmediato. Ciertamente no quiero que un desconocido se quede conmigo en la misma pequeña habitación, pero necesito respuestas y saber si está dispuesto a darlas.

El hombre alto asiente sabiendo que busco algo más, por lo que simplemente se queda parado y con sus manos en los bolsillos de su pantalón de jean negro a la espera de mi próximo comunicado, el cual no tarda mucho en salir de mi boca.

-Tengo muchas preguntas.

-Puedes hacerlas- su cabeza vuelve a asentir de una manera tranquila, de cierto modo tal calma se transfiere a mi ser y me permite formular mis preguntas y pedidos de la manera correcta.

Vendetta [Libro 2 de Vindicta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora