6 años - 8 años
Juan era pequeño para su edad.
O tal vez todos los demás eran muy altos para tener seis años, sí, era eso.El pequeño hechicero creció como un omega normal, no tenía ningún problema de salud, era perfecto, aparte de ser muy bueno en la escuela, era un muy buen aprendiz de su madre y es que Xena veía un gran potencial en su hijo, algo que sus compañeros y compañeras no lo hacían, cada día era una broma nueva para nuestro protagonista, tirarle agua, ensuciar su traje, robar su comida, eso sí que era de todos los días, algo muy diferente a lo que vive su “gran Alfa” cómo lo llama él, puesto que Spreen era muy alto para Juanito.
Spreen era parte del equipo de fútbol desde que cumplió cinco años, ya iba tres años ahí y quería ser capitán, tenía muchos amigos, tenía la vida perfecta, excepto por un “error de la luna”, según sus palabras, Juan era un error, él no necesitaba un omega y menos de uno tan molesto que lo seguía a todos lados, siempre estaba para sus entrenamientos gritando su nombre y saltando, se sentía humillado y sus compañeros de equipo se burlaban de eso, también lo seguía a la escuela todas las mañanas y le daba una flor que tiraba al basurero más cercano ni bien el pequeño desaparecía, estaba cansado de ese niño, no lo quería cerca, pero, no sabía cómo quitarlo de encima.
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Spreen
Y ahí estaba otra vez, escuchaba las carcajadas de mis amigos y a Juan gritar como loco mi nombre.
— No puedo más con la risa — habló Betra sin dejar de reírse.
— Deja de joder — No podía aguantar más, era humillante, quiero que Juan se vaya y no regrese jamás, que me deje tranquilo — Iré a decirle que se vaya.
Caminé lo más rápido que pude para hablar con Juan, necesitaba que se largue de aquí o que mantuviera su boca cerrada.
— Che Juan, ¿podés dejar de gritar tanto?
— Solo estoy animándote Spreencito — Dios, cómo odio que me diga así.
— Shh, ya te dije que no me llames así.
— ¿Qué tiene de malo? A mí me gusta decirte así alfa — Otra cosa que odiaba era ser su alfa, tener que aguantar que eso sea mi Omega, tengo un omega enano y feo, tiene los dientes chuecos y unos lentes enormes que cubren la mitad de su rostro.
— No quiero que me animes, quiero que te vayas — dije por último señalando la salida.
Él solo agachó su cabeza y se fue.
Al fin me liberé de él, no necesito omegas tontos, dizque animándome cuando solo grita y me desconcentra.