◉⁠Capítulo 2◉

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8 años - 10 años

Zorman miraba fijamente desde su asiento del comedor, miraba como su amigo escribía sin parar en un papel.

— Juan — el mencionado levanto la cabeza para mirar al frente — ¿Qué es lo que estás escribiendo?

— Una carta.

— ¿Para Spreen?

— Sí — asintió muy feliz por la mención de su alfa — le estoy agradeciendo porque fue muy amable al saludarme hoy y no ignorar mi presencia cómo todos los días.

Zorman se quedó pensando, “¿Acaso eso no era lo mínimo que un Alfa podía hacer por su omega?”, Realmente el saludo no era algo que debía faltar, eso decía su madre.

— No necesitas agradecer eso — Juan nuevamente levanto la cabeza — Es lo mínimo que puede hacer por ti, y no es como si fuera la gran cosa.

— Yo creo que sí es la gran cosa.

— Claro, porque siempre te trata mal.

— No me trata mal, yo tengo la culpa de que se enoje, él no es malo.

— Juan — se levantó para acercarse a su amigo y tomar sus pequeñas manos — No es tu culpa que tu alfa sea un tonto.

Al oír eso, Juan tapo sus orejas con sus manos negando con la cabeza, no podía creer que su amigo había usado esa palabra y más si se había referido así a su alfa.

— Ya no quiero hablarte Zorman, solo estás celoso de que yo sí tengo alfa — cruzó sus brazos y dejo de mirar a su amigo.

— Yo no necesito a un alfa, porque no soy un omega.

— Entonces deja de mirar a mi hermano — lo acusó señalando al más grande con el dedo.

Zorman se quedó perplejo, no sabía cómo defenderse a eso, es verdad que sentía algo por el hermano de Juan, Drako, realmente sentía que eran destinados, pero, eso no era posible, estaba mal visto en todos los lugares, por eso lo observaba desde las sombras, no podía creer que Juan se haya dado cuenta.

— Yo… No veo a tu hermano de esa manera, solo lo veo porque es un alfa de admirar y yo quisiera ser así cuando sea grande — no podía creer que le habían salido todas esas palabras, la voz y las manos le temblaban y su olor había empezado a cambiar.

— Bueno, te creo, pero, deja de soltar ese olor tan apestoso, sabes que solo soporto el de Spreen y el mío.

— Sí — se sentía mal por su amigo y no podía evitar sentir una opresión en el pecho, por cada vez que veía a Juan lloraba frente a él por ese tonto alfa — lo sé.

Y le dieron fin a la conversación, quedando pendiente en la mente de Zorman ser más precavido y también tratar de convencer a Juan que no está bien que su alfa lo trate tan mal, tenía que hacerse respetar, sabía que su amigo era débil física y mentalmente, temía que en cualquier momento Spreen rompa su frágil corazón, no quería ver sufrir a su Juanito.

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— ¿Qué se supone que es esto?

— Una carta para ti — dijo tocando con su pequeño dedo el pecho del contrario — la hice yo, con mis manitas y mucho pegamento.

— Yo no quiero esto, no me sirve de nada — tiró al piso la carta que tenía en sus manos para luego pisarla con sus zapatillas llenas de barro.

Juan no dijo nada, se quedó helado mirando lo que hizo con tanto esfuerzo, sus ojos se agrandaron por la impresión y estaban a punto de lagrimear, su pecho dolía, apretó los dientes para no soltar ningún sollozo, no quería mostrarle esa imagen a su alfa, él sabía que se veía feo cuando lloraba.

Por otro lado, Spreen miraba con lástima y remordimiento al más pequeño, pero, sus amigos lo miraban desde lejos y no podía ser humillado por más tiempo, es un alfa grande y no puede ser blanco de burlas por tener a un omega tan débil como lo era Juan. No podía seguir viéndolo, así que solo tomo sus cosas y se marchó de ahí, directo al entrenamiento de fútbol, dejando al omega arrodillado en el piso mientras sus lágrimas caían por sus suaves y rojas mejillas.

— No puedo creer que seas tan cruel — escuchó que alguien dijo a sus espaldas.

— ¿A ti que te importa? — le respondió aun sin voltear.

— Él no te hizo nada para que seas así, es pequeño y a los pequeños tenemos que cuidarlos, sos un boludo.

— Cállate Robleis, no sabés nada — esta vez decidió voltear y enfrentar a su amigo.

— Sé que sos malo y que Juan es un ángel por soportar tu trato.

— ¡No soy malo! Él es un tonto que siempre quiere estar pegado a mí.

— ¡Entonces decile eso, deja de tratarlo como un muñeco de trapo porque no lo es! — sin recibir una respuesta decidió marcharse de ahí, conocía a Spreen desde que ambos tenían cuatro años y jamás lo había visto ser así con alguien, sin importar su casta, estaba decepcionado, solo esperaba que Spreen se dé cuenta y se disculpe con Juanito, al fin y al cabo, son destinados y la luna jamás se equivoca.

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Realmente pensé que nadie leería esto jaja gracias, ya me estaba arrepintiendo y a punto de borrarlo
Muchas gracias por leer :D

Rechazo//Spruan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora