“Pensé de verdad que nuestro amor sería eterno, que nunca tendría fin, pero, todo en la vida es efímero y nuestro amor también fue así. Adiós, estaré mejor sin ti y sé que tú estarás mejor sin mí.”
Cuando Rubí y Quackity se conocieron, la osa quedó encantada con el chico, fue en una fiesta de su primer año de secundaria, ambos estaban ahí por una sola razón.
La comida.
Buscaban entre toda la gente algún puesto de comida, pero, en vez de eso, se encontraron frente a frente.
— Hola — saludó con una linda sonrisa agitando su mano.
— Hol… Eres un oso — señaló las orejas de la pequeña híbrida mostrándose confundido.
— Sí, no solo tengo orejas, también tengo una colita.
— ¿Puedo ver?
— No, porque mamá dijo que no puedo mostrarla si tengo una falda, tal vez mañana.
— Está bien — respondió desanimado para luego volver a sonreír — ¿Quieres ser mi amiga?
— ¡Sí! — estaba emocionada, desde que llegó a esa escuela su único amigo había sido Juan, pero, no sabía por qué el Omega había dejado de asistir.
Pasaron toda la tarde juntos, hablando sobre sus familias, sobre sus juguetes y sus mascotas. Ambos quedaron encantados con el otro, tanto así que en sus cabecitas tenían pensado proponerse matrimonio para no separarse.
Su relación empezó dos años después, ambos tenían catorce años. Ese día Quackity quería mostrarle algo a la alfa, así que la llevo a la piscina, Rubí no entendía del porqué ese lugar, sus citas habían sido todas en parques o en sus casas, pero, si el chico quería ir a la piscina, pues ella no era nadie para negarse.
Cuando el omega se sacó la camisa, Rubí realmente se sorprendió, Quackity tenía alas, unas hermosas alas doradas.
— ¿Quack?
— ¿ERES UN PATO?
No fue un inicio de relación de película, pero, para ellos fue perfecto, estaban completamente enamorados.
Su relación iba creciendo tras el paso de los años, cada día su amor florecía y evolucionaba. Hasta ese momento en el que todo cambió.
Quackity estaba extraño, no respondía las llamadas de su novia y la evitaba a toda costa cuando se veían, ya no era cariñoso con ella, no le daba el mismo amor que antes, eso a Rubí le afectaba de sobremanera, ella había pensado que tal vez ambos podrían ser destinados y ahora con la actitud del omega ya no sabía qué pensar.
— Te lo digo en serio, Spreen, Quackity no es así, él es amoroso y le gusta estar pegado a mí todo el tiempo — suspiro frustrada, quería que alguien le ayudará a entender lo que estaba pasando en su relación, sabía que su primo no era la mejor opción, pero, peor es nada.
— Seguro y te fue infiel, yo que sé.
Esas palabras la atormentaron durante semanas, ¿A caso su novio le había puesto el cuerno?, Tenía que hablar con el omega y aclarar las cosas, seguro que fue por otra cosa ese cambio tan repentino de actitud.
Citó al omega a una cafetería, trato de que el mensaje suene lo más preocupante posible, así se asustaría e iría sin ningún problema.
Y así fue, Rubí trato de estar tranquila mientras le contaba lo que conversó con su primo. Tomo las manos de Quackity temblando y le hizo la pregunta que tanto paseaba por sus pensamientos.