uno

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Jungkook estaba dejando su trabajo, o intentado dejarlo. Empezó a trabajar desde su casa, con las nuevas tecnologías tenía la posibilidad de mantenerse en la paz de su hogar y, al mismo tiempo, seguir trabajando. Había invertido mucho de su vida en su pequeña empresa, que ahora era dirigida por su prima, y algunos trabajos aún eran realizados por él, aunque ciertamente podía vivir tranquilamente sin necesidad de seguir trabajando.

Había pasado mucho tiempo esforzándose, debería descansar un poco de todo ese ajetreo, pero dejar lo que hizo por más de la mitad de su vida era muy difícil. No tenía pasatiempos, no tenía intereses, tener un día productivo era siempre lo que le habían enseñado, lo que siempre aplicó para su vida. Por eso, ahora que se daba cuenta que perdió mucho de él por ser "productivo", intentaba cambiar, por más que le costara.

Su psicóloga le había ayudado bastante en darse cuenta que necesitaba más tiempo para él. Desde que empezó a ir se cuestionó qué hubiera pasado si desde joven practicaba un deporte, boxeo tal vez, o si invertía su tiempo en pasatiempos como pintar, dibujar, tocar un instrumento, cantar, desconocía sus habilidades más allá del campo laboral. También se preguntaba qué tan diferente hubiese sido su vida si en vez de estudiar y trabajar tanto se daba el tiempo para ver a su alrededor y disfrutar la vida.

Su madre siempre tuvo razón, tenía que vivir más allá del trabajo, a pesar de que ella lo apoyara en todo, pero tuvo que haber conocido a algún alfa, quizá uno de los tantos que intentó cortejarlo. Desconocía demasiado las experiencias amorosas, sí dio su primer beso, o más bien, se lo robaron en su adolescencia, nunca se acostó con alguien ni pudo disfrutar de su sexualidad como ahora quisiera, veía a los jóvenes disfrutar (siempre y cuando fuese con las prevenciones necesarias), y él sólo se enfocó en sacar adelante su empresa. Al menos eso valió la pena, era un negocio que iba avanzando muy prósperamente, pero cuando alcanzó la cima y su ginecóloga le dijo que no podía tener hijos por su edad, sintió que se derrumbaba.

Su empresa estaba ahí, la vida que tanto se esmeró en armar estaba ahí, el legado que había construido, sus reconocidos logros. Pero nada de eso lo llenaba, nada lo hacía sentirse pleno, cuando tuvo éxito y sintió que había fracasado.

Siempre quiso un hijo, ¿por qué nunca se dio el tiempo para conocer a alguien y formar una familia? ¿por qué el tiempo pasó tan rápido que ni se dio cuenta? ¿por qué nunca amó a alguien tanto como amó a su trabajo? Su vida había sido tan monótona que ni se dio cuenta, y lo lamentaba tanto que su lobo se había deprimido, siempre suprimido, con celos decepcionantes y sin haber amado nunca a un cachorro y haberse sentido protegido por un alfa.

Así que después de todo, el omega de 45 años intentaba vivir su vida, disminuir su carga laboral, experimentar pasatiempos que le llamaran la atención, incluso tres veces a la semana iba al gimnasio, su psicóloga le dijo que mantener el sistema activo era positivo para una mejor salud mental.

Especialmente lo que disfrutaba desde que empezó a rehacer su vida era ir al parque, justo antes de que anocheciera para ver cómo poco a poco el cielo iba tornándose de colores violetas, anaranjados y rosáceos, era mágico ver cómo poco a poco pequeños puntitos aparecían en el cielo y la gran diosa Luna iba avanzando en la oscuridad de la noche. 

Varias personas frecuentaban el parque, a esas horas usualmente salían las mascotas a pasear, era una buena hora para relajarse en el parque luego de que la jornada laboral se cumpliera. Había pensado en adoptar una mascota para que le hiciera compañía en los momentos de soledad que tenía y que poco a poco lo había estado consumiendo, pero a penas mostraba interés a sí mismo, no podía hacerse cargo de un ser vivo más. No por el momento.

Así que, como todos los días, se dispuso ir al parque. Apagó su computadora, había enviado todos los archivos que se habían solicitado y esperaba no tocar el aparato hasta la otra semana, aunque la idea de hacer nada lo aterraba. Se estiró un poco, su espalda doliendo por todas las hora que había pasado sentado en su vida. Fue a su habitación y se colocó un suéter lo suficientemente abrigado como para que lo helado de la noche no lo hiciera pasar un mal momento.

"Tengo llaves, botella con agua, suéter, billetera y celular. Estoy listo" hizo una lista mental el omega. No olvidaba nada y no quería pasar apuros.

Jeon Jungkook, un omega que a sus 45 años quería empezar de nuevo y lo estaba intentando aún con las limitaciones de su edad, nunca esperó que esa misma noche su lobo se volviera a sentir vivo por la sonrisa de un alfa.

Al pasar los años ! Taekook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora