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Te di mi calidez, fui ese sol que alumbró tus mañanas y el viento que despejó esos días nublados. Fui tierra fértil en el baldío de tu alma. Entregue cada flor que emanaba de mi alma y cada gota de agua que salía de mi corazón. 

El daño estaba hecho, todo se había convertido en tempestad. Fui huracán que con furia y dolor azotó  y se llevó todo aquello que parecía marchar bien. No me sorprendió, habías estado agitando viento y mar, habías acabado con la fertilidad de mi tierra. Y aún así, a pesar de haber hecho que el mar azotara y el viento arreciara, parecías sorprendido con el trueno que lanzaba mi corazón. 

Fuiste capaz de convertir el sol de tus mañanas, en la niebla de tus días. 

Estos son, tal vez, pedazos de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora