La socia

Prólogo

La luz del único reflector encendido no brillaba sobre aquella parte del teatro, en la semioscuridad mi espalda tocaba la fría pared de concreto y su brazo yacía recargado a un lado de mi cabeza, obligándome a verlo directamente. Acorralándome, como siempre.

— Te amo —dije sin titubear— no eres ninguno de los dos que son "el amor de mi vida", pero te amo.

— ¿Cuáles son esos dos? —Preguntó seriamente.

— En primer lugar, esta él. —Sonreí al imaginarme como se alegraría al escucharme decirlo— Después está el teatro y a lado de ellos estás tú, nadie más que tú.

— ¿Sabes? —Dijo con la mirada baja— Tú si eres uno de los míos, aunque no lo creas.

Entre las sombras sus facciones se vieron más claras por la tristeza que lo embargó. Después de un momento sus ojos regresaron a mí y supe lo que pensaba, cuando se inclinó para besarme giré mi cabeza bruscamente a un lado. No podía creer que sintiera esperanza alguna después de todo. Alzó su mano en un puño que impactó contra el muro haciéndome cerrar los ojos, cuando sentí la vibración junto a mí, soltó un rugido y se marchó.