Capítulo 2

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Llegué a casa exhausta, no estaba acostumbrada a pasar tanto tiempo fuera, en realidad estaba acostumbrada a quedarme toda la tarde en mi propia cueva personal; mi cuarto.

Me acosté sobre la cama sintiendo el colchón como las mismísimas nubes del cielo —me había costado mucho trabajo llegar desde la puerta hasta mi habitación sin que mi padre me interceptara y atropellara con miles de preguntas— por mi mente daba vueltas todo lo que me habían dicho en el club, no importaba si usaba el uniforme de la escuela o mi ropa normal, los horarios de la semana, las prohibiciones, los ensayos y pruebas de vestuario... Pero, principalmente no podía sacar de mi cabeza la cantarina voz de Mónica:

"...él es mío ¿De acuerdo?" 

Esa tipa estaba chiflada. Por favor, si lo que quiero es zafarme de Dante y encima llegan a ponerme un ultimátum para que no me le acerque. Ann, que me retuvo antes de irme dijo que tendría que estar con Dante toda la semana para que comience a tomar práctica de las actividades y pudiera guiarme. Claro, dadas las circunstancias terminaría sofocándome por completo.

Cuando salí también me di cuenta de cosas interesantes, como que, por ejemplo, el horario en el que estamos en el club solo es una parte de los integrantes, existen dos más y valla, a mi salida encontré personas a los que con gusto hubiese dejado que me sofocaran y no ese cabezota con el que estoy. Que las obras rolan a todos puesto que las obras suelen ser los domingos y los ensayos generales los sábados entonces conoceré más gente. 

Cuando me aceptaron en el teatro le sentencie a mi padre que mi tiempo ahí tenía límite; mi cumpleaños. 10 meses aquí, hasta agosto 15, cuando tenga 18 y pueda elegir si esa en mi pasión o sólo un aspecto para complacerlo.

"Me lo agradecerás el día de tu cumpleaños, cariño..."—me había dicho papá.

Al día siguiente me desperté por la mañana, a medio día tome una ducha y me coloque el uniforme de la escuela; medias negras con zapatos de tacón no tan alto, una falda circular negra, blusa de manga larga color blanco y un chaleco de vestir color durazno con botones negros —tenía un lindo saco a la medida, pero podíamos usar cualquiera de los dos ya que en sí, sólo podíamos usar las instalaciones de la escuela el fin de semana si uno de los dos días llevábamos uniforme, y Ann había elegido el sábado—, recogí mi cabello en una coleta alta con una cinta a juego, y me dirigí a la escuela.

Después de clases llegué al club, papá esperaba mi hora de salida en la entrada del teatro para verificar que cumpliera con nuestro acuerdo, el día transcurrió sin más percances, primordialmente porque al llegar me dijeron que Dante había llegado más temprano para justificarse con dolor estomacal y no asistiría a la sesión, me alivie al saber que al menos un día estaría libre de él.

— Querida, Janeth —Me saludó Ann en cuanto me vio entrar— Mira ayer perdiste mucho tiempo, así que antes de poner a todos al día, ve a socializar con los demás.

— Claro, gracias —Sonreí ante el recibimiento.

Trate de integrarme, pero la verdad era que socializar no se me daba ni un poco, por alguna razón Cristine y Claudia se apiadaron de mi patético intento de persona y ambas se sentaron junto a mí, nunca había sido buena para desenvolverme en una plática con desconocidos por lo que sólo escuche. Cuando inicio la sesión del club, Ann nos dio un largo discurso de su amor a las grandes obras literarias del viejo continente y nos dio por votación a elegir la próxima obra que llevaríamos a cabo, las opciones estaban entre «El ingenioso hidalgo, Don Quijote de la mancha», «Hamlet» o «Romeo y Julieta». Todos concordaron en no querer iniciar esta temporada con nada tan empalagoso y vengativo, por lo que Don Quijote, ganó.

Ann invitó a todos a pasar al escenario para iniciar las audiciones entre todos, era el primer día que veía realmente a todos los integrantes del teatro que, al parecer eran muy competitivos y se debían audicionar los papeles principales enseguida con todos los turnos al mismo tiempo, sino solía haber riñas. Por lógica yo no aspiraba a ningún papel principal, mucho menos secundario, la última obra de teatro en la que había participado había sido a los 10 años y sólo era un árbol.

— Dante no está, así que te dejare con Liliana, para que veas como manejamos esto, como eres nueva te estarás entre los personajes de relleno —me indicó Ann cuando se acercó a mi junto con la chica— Liliana ella es Janeth, solo estarás con ella por hoy.

— Seguro Ann —Contestó de manera cordial.

Me pertenecía una escasa y deprimente estatura, por lo que podía ver a Liliana solo le llevaría unos 10 centímetros encima de ella, a lo mucho, pero se mostraba mayor. Tenía la piel pálida con un destello de color en las mejillas que lograban una expresión dulce en ella, tenía el cabello negro e intensamente lacio, los ojos tan oscuros como la espesura de la noche y la mirada dura. No era gorda, pero delgada tampoco lograba describirla. Aparentaba dulzura, pero debía tener cuidado o armarme de líos con ella. Con Liliana solo estuve un par de horas, me explicaba como hacían las audiciones, cuando nos daban el veredicto, como debía alistarme con otros personajes ambientales...era muy especial, una chica perfeccionista y terriblemente odiosa, criticaba a la gente demasiado.

Después del club los chicos se reunían a comer en grupos a un comedor al que solían ir casi del diario, se encontraba cruzando la calle. Cuando salí gire directo a casa, aún no había conseguido amigos como tal así que no tenía nada que hacer en ese lugar, antes de que comenzara a caminar una voz me llamo a lo lejos, al voltear vi a Claudia con otro chico, ambos me invitaron a comer con ellos el nombre del chico era Mane quien también era mucho más alto que Claudia y yo.

Y así terminó mi primer sábado en el club, como un suspiro de descanso sin Dante para mí. Pero entonces llegó el domingo. Antes de que nos dieran el espacio para audicionar cada uno según sus anhelos debíamos formarnos frente al escenario por las escaleras de servicio, no sin revisar antes una tabla que Ann dejaba en su escritorio frente a los asientos del teatro, todos audicionarían, en esta ocasión comenzaría por los personajes secundarios, los demás debíamos sentarnos y ayudar a la elección con aplausos. Al llegar ya había 10 chicos y chicas formados, todos de mi generación, logré reconocer a tres que habían estado en cursos conmigo, y dos que comúnmente veía pasear por la instalación, los demás eran completos desconocidos para mí, todos charlando entre sí. Dante se encontraba al último de la fila en cuanto me vio acercándome sonrió y me guiño el ojo. 

— ¿Me extrañaste? —Dijo al recibirme. 

Le sonreí nerviosamente mientras pasaba a lado de la fila al escritorio para ver hasta cuando tendría que pasar y después subí a sentarme en la parte más alta del primer bloque de asientos, muchos ya estaban ahí discutiendo quien sería mejor para que papel en cada audición, pero yo no tenía ganas de estar con nadie, estaba demasiado nerviosa.

La sociaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora