Prólogo

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Tokio, Japón
Año 1998

Varias familias visitaban la entrada de un bosque que se encontraba protegido. Aunque cualquiera si quería podía pasar saltando las barras metálicas que llegaban hasta un poco más arriba de la cintura del público adulto, preferían mantener su distancia por respeto al lugar y la leyenda que esta cuenta.

—Mamá —un pequeño niño de cabello negro tiró un poco la falda de su madre para llamar su atención. —¿Podrías contarme la historia del bosque?

—¿Nunca has escuchado la historia cariño? —la mujer tomó en brazos a su hijo.

—Solo escuché un poco por mi maestra en la escuela, pero nunca cuenta la historia completa.

La madre se sentó en una banca cercana y sentó al pequeño en sus piernas.

—Muy bien cariño, presta mucha atención...

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Tokio, Japón
Año 1740

Cerca de un pueblo se encontraba un bosque que era leyenda. Se decía que ese lugar era "mágico", pero habían muchas personas que entraban para comprobar si era cierto lo que decían, o jóvenes queriendo demostrar que eran valientes. Pero eran contadas las personas que habían vuelto, al menos las que entraban a la "zona este" del bosque, lo único que decían los que lograban salir era "No quiero regresar", "Es una pesadilla", "No lo recuerdo", "Lo guardaré solo para mi", entré otros comentarios, pero ninguno confirmaba si la leyenda era cierta.

En cambio la "zona oeste" se transitaba sin problemas, la madera era excelente para calentar los hogares, las plantas perfectas para la medicina y daban rico alimento, esa era una de las razones por la que se creía que el bosque era mágico, al igual que por otras razones, por ejemplo, no importaba el clima, si hubo sequía hacia años, que un incendio afecto parte del bosque o lo que sea que hubiera ocurrido, los recursos no terminaban, pero aún entrando ahí, no se tenían muchas respuestas.

Dentro del bosque, una cierva caminaba tranquilamente hacía el árbol más alto, el centro del bosque. Varios animales la seguían, entre ellos varios ciervos, algunos mayores y otros más jóvenes, ellos eran sus hijos. Al llegar a su destino se sentó debajo del árbol, mientras cambiaba su apariencia a la de una joven de piel levemente bronceada, cabello azul verdoso y ojos dorados. Los animales que la acompañaban se sentaron alrededor del árbol.

—Dios, he venido aquí como me has pedido —dijo la chica inclinando un poco la cabeza. —Siempre estaré agradecida por bendecir y proteger nuestro hogar, también por darme hijos e hijas que son maravillosos. Por esto, por lo que sea que me hayas llamado, voy a obedecer o recibir con gusto.

Después de esas palabras dirigidas a Dios, tres estrellas descendieron del cielo, para acto seguido tomar forma de unos pequeños ciervos durmiendo tranquilamente.

El primero era de un hermoso color rubio, estaba rodeado con pequeñas esferas de luz que se movían de un lado a otro.

El segundo era de color blanco levemente brillante, unos pequeños copos de nieve caían sobre él, y desaparecían apenas tocaban el suelo.

Y el tercero era de color negro un poco claro, unas flores de distintos colores crecieron a su alrededor apenas apareció.

La chica agradeció a Dios por los nuevos hijos que le dió, mientras los demás animales celebraban la llegada al mundo de los tres pequeños ciervos.

—Bienvenidos a casa... —se quedó un momento callada, pensando en los nombres que le daría a sus niños.

"Draken" tocó con la punta de su nariz la del menor de pelaje rubio.

"Izana" acarició con delicadeza la cabeza del pequeño de pelaje albino.

"Takemichi" besó la frente del menor de pelaje azabache.

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Hasta aquí el prólogo
Espero que les haya gustado y que les guste la historia

608 palabras

Nos leemos en el próximo capítulo
Sayonara ❤

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