La persona predestinada de Lan SiZhui.

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"El reino de Gusu Lan tiene al menos, dos mil reglas..."

Jin Ling recuerda vagamente aquella lección que su madre le impartió algunos años atrás.

Entre madre e hijo nunca existió la necesidad de seguir los protocolos correspondientes entre un príncipe y su majestad.

Asignar el cuidado de un niño recién nacido al personal del palacio interno, dejar la crianza y formación a los eunucos, permitir que ajenos fueran templando el carácter en Jin Ling; Jiang YanLi siempre se mostró renuente a seguir cualquiera de esos estrictos protocolos reales.

Sin importar las tareas complejas, ella se encargó de su hijo desde el momento uno.

Fue tras esas primeras sonrisas, pasos y rabietas, que la reina encontró dicha cada día. Nunca se arrepintió de descuidar su imagen perfecta de emperatriz, nunca se afligió de inclinarse más a su deber como madre que al de una figura celestial. Fue así que Jin RuLan obtuvo una crianza que se catalogaría poco ortodoxa para un miembro imperial, pero que al final daría como resultado a un niño alegre y estrechamente vinculado a su familia.

Y mientras la monarca de un reino cepillaba hebras castañas a la par que parecía perdida en un recuerdo en la lejanía, unos orbes infantiles la miraron a través del espejo de cobre.

"... y su cinta representa la autorregulación y solo puede ser entregado a la persona que amarán por el resto de su vida... ¿No crees que eso es hermoso, A-Ling?"

"¡Lo es! ¡Quiero tener una cinta, A-Niang!"

En ese entonces, Jin Ling no entendía la verdadera responsabilidad implicada en amar a una persona por el resto de su vida, e incluso hoy día, siquiera alguien llamaba su atención.

¿Quién podría pensar a que el mismo niño que vociferó ansioso por poseer la cinta de un reino vecino, la conseguiría ni bien los años pasarán?

—Una alianza bajo matrimonio politico será.

¿Quién habría pensado a que Jin Ling declararía estar de acuerdo con comprometerse con un desconocido en medio de un juicio público?

Jin Ling estaba lleno de sorpresas.

No obstante, las reacciones posterior a sus espontáneas palabras no fueron un buen augurio. 

Cualquier presente en el gran salón se pasmó un segundo, llevando sus miradas del principe extranjero hasta la familia real.

Por su parte, la familia Lan no estaba mejor que su gente. Lan WangJi, Lan QiRen, Qing Heng-Jun, cada uno intentaba regular el ritmo de su corazón para no dejar salir el desconcierto que circulaba en su interior. Un tanto culpable, Wei WuXian fue atacado por un tic en su ojo derecho.

Lan SiZhui fue el único que no logró mantener sus emociones al margen.

—¡N-NO!— las mejillas del chico estaban tan cargadas en sangre al fruncir su ceño molesto, el tirón al arrancar su cinta de las manos del Jin no fue tan suave como pretendía— ¡NO HARÉ ESO!

—Retírense—Lan XiChen, siendo el más coherente en tal situación, se dirigió a los cultivadores del receso de las nubes— como dije antes, el juicio ya ha concluido.

Dinastía [Zhuiling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora