Capítulo 3: Coleccionista de canciones

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Solamente quiero que seas tú. Mi locura, mi tranquilidad y mi delirio. Mi compás y mi camino.

Claire

Después de charlar un rato más con Baris y Natalia me despedí de ellos ya que recibí otra llamada de Lale para decirme que me continuaba esperando en la cancha de basquetbol.

Después de cinco minutos encontré a mi castaña amiga recargada en una de las gradas mientras Michael intentaba darle respiración de boca a boca —nótese el sarcasmo—, porque lo cierto es que se estaban besando. Con forme me iba acercando a ellos carraspeaba con fuerza para llamar su atención y se detuvieran para que me prestaran atención a mí.

Michael fue quien se alejó de mi mejor amiga.

—Hola —menciono Michael enderezándose en su asiento mientras Lale se limpiaba la comisura de sus labios.

Hola —digo indignada—. Después de encontrarlos aquí pasándose la saliva eso me dicen.

—¿Qué esperabas? Una incitación para un beso de tres —se burla Lale.

—¡Iugh! —hago como si me diera asco—. No, pero no pensaba encontrar a Michael buscándote las anginas —respondo sentándome con ellos.

—Era para hacer tiempo —responde el descarado de mi mejor amigo.

Entre los dos no se hace uno. Son el uno para el otro y ellos mismos lo han proclamado cuando conocen a otras personas.

—¿Por qué era la urgencia de verme aquí? —le pregunto a Lale.

—Los chicos del equipo de basquetbol junto a los del equipo de americano planearon una fiesta para esta noche, me preguntaba si vendrías con nosotros.

—Estoy indecisa —respondo recargando mi cabeza en la palma de mi mano—. Tengo un maratón de películas románticas y otra invitación a una fiesta.

—¿Fiesta? —sacado de onda pregunta Michael—. ¿De quién?

—Summer y sus amigos —respondo contemplando a mi mejor amiga que besuquea la mejilla de su novio.

—Y planeas ir —me pregunta Lale apretujando la mejilla de Michael, él cuál quiere limpiarse la mejilla.

Suspiro.

—No lo sé. Mi plan de esta noche es ver películas románticas y consumir todo lo que me sea posible de esta canasta —menciono señalando la canasta.

—¿Canasta? —pregunta Michael mientras su novia se levanta de su asiento y toma la canasta para comenzar a hurgar entre los dulces.

—Puedo tomar uno —me pregunta mi amiga.

Asiento a ambos.

—¿Quién te la dio? —pregunta Lale destapando una barra de chocolate.

—No me lo van a creer —pronuncio enderezándome en mi asiento.

—Pues quien fue —pregunta Michael después de dar una mordida a la barra de chocolate que su novia le comparte.

—Eso es lo que no me van a creer —respondo jugando con un mechón de mi cabello rubio. Mis dos amigos me miran esperando una respuesta—. Yo tampoco sé quién me la regalo.

—¿Cómo que no sabes? —pregunta Michael con un tono extraño en él.

—Pues no lo sé. Summer me entrego la canasta cuando salí del salón con la profesora Young. Le pregunte a ella, quien mando la canasta y me dijo que no podía decirme.

—Esto se está poniendo raro —menciona Lale—. Esta mañana recibes un ramo de rosas y minutos después te entregan una canasta con muchos dulces. ¿Acaso nos ocultas algo? —cuestiona mi mejor amiga sin dejar de comer el chocolate.

El amor está en el aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora