Epílogo

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Habrá gente que dirá. Toda una vida es exagerar. Pero si es contigo. Tiempo va a faltar.

Diez años después

Claire

Con una sonrisa abro los ojos, despertando, al escuchar la voz de la persona que no ha parado de repetir mi nombre y besar mi mejilla. Tomo de la mejilla a esa persona y me encargo de con ese acto darle una demostración de lo mucho que lo quiero.

Un reconocido aroma inunda la habitación y con ese aroma veo a mi esposo ingresar a la habitación con un ramo de flores amarillas las cuales no pueden faltar en esta casa desde que me case con Ander hace casi ocho años.

—Buenos días —pronuncia depositando un beso en mi frente.

Mi esposo y las otras dos personas que se encuentran en la habitación comienzan a abrazarme y besarme haciendo una competencia de quien me da más amor.

—Yo les voy a ganar —pronuncia mi esposo para después besarme los labios—. Papá quiere mucho a mamá.

—No —se quejan las dos personitas que hace tres años llegaron a nuestra vida. Los niños me besan las mejillas y jalonean a su padre queriendo apartarlo para ser ellos los únicos que acaparen mi completa atención.

Durante varios minutos dura la competencia, la cual es detenida cuando una alarma de incendio comienza a escucharse haciendo que nos levantemos de la cama y corramos a la cocina donde humo se ve salir de una cacerola.

—Se quemaron —menciona mi esposo quitando la cacerola de la estufa y arrojándola al fregadero. Me encargo de abrir las ventanas para que el aroma a quemado desaparezca mientras el extractor de humo se encuentra activado—. Ahora no tenemos desayuno —pronuncia tomando asiento en uno de los taburetes donde mis dos hijos se encuentran sentados comiendo unos trozos de manzana que supongo él corto para ellos antes de que despertara.

—Ten papi —le dice el pequeño Bently dándole de su manzana.

Mi esposo sonríe por la inocencia de nuestro hijo.

—Ten mami —mi otro pequeño, Benoit, me da del trozo de manzana que él comía.

—Cómetela tu —respondo dándole un guiño.

Mi hijo con toda su inocencia acepta e incluso le da una pequeña mordida de su manzana a su hermano el cual ya acabo con la suya cuando su padre la rechazo.

—Cariño, porque no preparamos unos pancakes —respondo a mi esposo.

Se levanta del taburete y juntos comenzamos a preparar la mezcla. Mientras Ander es el encargado de preparar los pancakes yo corto unos trozos de plátano y dos fresas. El plátano es para los pancakes de mi esposo e hijos los cuales tienen alergia a la fresa.

Estoy terminando de cortar las fresas cuando el timbre de la casa se escucha. Dejo el cuchillo en la encimera, alejado del alcance de mis hijos y soy quien va a abrir.

Mis padres se encuentran en la puerta y los acompaña mi suegra. Les permito pasar y los llevo a la cocina.

Los niños se ponen felices cuando ven a sus abuelos. Mi esposo se despega unos segundos de la sartén para saludar a mis padres y a su madre.

—Aparta —mi suegra aparta Ander de la sartén y ella es quien ahora voltea los pancakes.

Mi padre se lleva a los niños a su habitación ya que él les ha traído una pelota de futbol y a los niños les ha parecido genial hacer un partido en su habitación antes de siquiera desayunar.

Mi suegra termina de preparar los pancakes, pero ni ella ni mi madre nos dejan estar en la cocina, quiero lavar la cacerola que se quemó, pero mi madre me aparta diciéndome que me vaya a mi habitación a arreglarme. Mi suegra también le dice a su hijo que se ponga ropa más apropiada porque según ella la camisa que lleva en la que se encuentra escrito "No me interrumpas mientras te ignoro" ya que según ella es una falta de respeto para los niños.

—Madre, ¿Qué están haciendo? —pregunta mi esposo a las dos mujeres las cuales nos tienen restringido hacer cualquier cosa como si no fuéramos unos adultos, cuando regresamos de ponernos ropa más apropiada según ellas.

—Esto es para ustedes —mi suegra nos extiende una hoja.

—¿Qué es esto? —pregunto mientras leo lo que dice.

"Tarde en un Spa"

"Vacaciones en las montañas"

"Viaje a la playa"

—Es una lista de cosas que pueden hacer estos días —responde mi suegra.

—Desde que nacieron los niños no han vuelto a tener un tiempo para ustedes dos a solas y queremos recompensarlos con unas semanas apartados de ellos.

Volteo a mi esposo. Es cierto que desde que los niños nacieron no hemos vuelto a tener esos momentos que teníamos cuando éramos solamente nosotros dos, pero me sentiría mal dejar a los niños durante mucho tiempo. Mi esposo comparte una mirada conmigo y al final aceptamos la propuesta de nuestras madres de dejarles a nuestros hijos. Para nosotros sin duda alguna todos los días son San Valentine, pero estos días lejos de los niños se sentirán como cuando éramos novios.

El amor está en el aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora