CAPÍTULO 1: DÍAS ANORMALES EN LA CAFETERÍA

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Me desperté gritando. Debido a haberme despertado de un salto, terminé cayéndome al suelo y golpeándome la cabeza.

Oigo pasos apresurados por el pasillo y la puerta de mi cuarto se abre con fuerza. Wyvern entra rápidamente en la habitación con cara de susto.

-¡¿Estás bien, Kay?!-Me pregunta un poco histéricamente mientras me ayuda a levantarme del suelo.
- Sí... Solo ha sido un golpecito de nada, no hace falta que te preocupes tanto...-respondo.
-La caída es lo que menos me preocupa-dice, examinándome la cabeza-. Me preocupan más tus pesadillas. Cada vez son más frecuentes... No eran tan comunes cuando dormíamos juntos...

-No te preocupes, de verdad... Estoy bien y también estoy segura de que mis pesadillas mejorarán con el tiempo, ¿Vale?

Wyvern suspira. Cuando hace ese gesto aparenta ser mucho mayor de veintitrés años... Es algo que realmente me rompe por dentro... Algo que realmente no me puedo perdonar.

-Bueno... Tengo que irme ya a trabajar. No dudes en llamarme si necesitas algo, ¿Vale?

Asiento con la cabeza y Wyvern me sonríe con calidez, con lo que procede a irse de mi habitación. Comienzo a vestirme. La pesadilla se repite en mi cabeza, tal y como lleva haciendo estos diez años... Es una pesadilla que rememora los acontecimientos de la noche en la que nuestros padres fueron asesinados. Los hechos se mantienes vívidos en mi mente incluso a día de hoy. La habitación llena de sangre en las paredes, el suelo y el techo. Un brazo en una esquina, una mano en la otra y una pierna colgando de la lámpara del techo. El cuerpo de mi hermano tirado ensagrentado en el suelo y yo llorando sobre él. Aunque quedó como un caso sin resolver, mi hermano y yo sabemos la verdad. Pero es una verdad tan terrible y dolorosa que ninguno de los dos quiso ni quiere aceptarla... La negación de la verdad es el método que decidimos usar para protegernos.

Termino de vestirme y bajo las escaleras. En cuanto mis pies tocan el suelo, puedo oír un chillido:

-BUEEENOOOS DÍIIAAAS, KAAAY

Un algo se abalanza hacia mí como un animal salvaje y choca su cabeza contra la mía. Retrocedo un poco y trato de agarrarme a algo para no caerme.

-¡Titania, suelta a Valkyrie en este mismo instante!-dice otra voz.

Titania por fin se suelta y me dedica una gran sonrisa. Madame Hetaira se lleva las manos a la frente y suspira.

-Titania, no debería necesitar explicarte estás cosas con tu edad, y menos de después de diez años repitien...
-Permítame interrumpirla un segundo, Madame-dice un chico desde una de las mesas-. No apruebo ni condeno el comportamiento de Titania, pero si de algo estoy seguro es de que no conseguirá cambiarlo por mucho que insista en recriminárselo.
-Ariel tiene razón, Madame...-dice la chica sentada al lado de Ariel-. Pierde usted el tiempo con esta charleta matutina, déjelo estar...

Madame suspira, sabiendo la verdad de las palabras de Ariel y Anfitrite. Sonrío levemente y me siento al lado de la barra, donde Titania procede a darme un desayuno mientras da botes como una pelota.

Este es el panorama diario del Troia Hippos, una cafetería situada entre los callejones de Tanathos, la ciudad en la que vivimos.

El mundo se encuentra dividido en doce zonas cuadradas, todas del mismo tamaño. Tanathos es una ciudad situada en la zona cinco, una zona al noroeste, entre las zonas uno y ocho y al norte de la zona seis. Concretamente, Tanathos se sitúa cerca de la frontera con la zona seis.

El Troia Hippos está al final de una callejón sin salida y para llegar hace falta seguir una compleja serie de pasos. Meterse por el callejón de al lado de el hotel BAAB y de ahí girar a la derecha, a la derecha, a la izquierda, derecha, izquierda, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, derecha y de ahí tirar todo recto hasta encontrarte con un edificio con grandes ventanales de cristal en la planta baja, la pintura de las paredes desconchada y un cartel de neón medio fundido donde apenas se puede leer el nombre de la cafetería.En la puerta hay un cartel con la palabra ¡Bienvenidos! en francés, pero mal escrito.

El interior huele sobre todo a café, licor y un ligero regustillo a sangre. Suena siempre una canción de jazz entrecortada debido al mal estado del tocadiscos. Pintura blanca y cuadros surrealistas adornan las paredes y el suelo es un tablero de ajedrez hecho de baldosas. La luz es proporcionada por una serie de fluorescentes a punto de fundirse y que no dejan de parpadear. Un par de sillones de cuero rojo un poco desteñidos rodean a cada mesa de metal rectangular y taburetes de metal acolchados con cuero negro se alinean al lado de la barra, de plástico rojo. Detrás de la misma hay una estantería llena de botellas polvorientas de diversos licores, las escaleras que dan a la planta de arriba, un pequeño frigorífico con una hoja de papel pegada con un imán en la que dice: "Noir. No apto para hemofóbicos. Abrir bajo responsabilidad propia" con una carita sonriente al lado. Encima de lo que es la barra en sí hay un mostrador lleno con sandwiches, pastelitos y cosas así y un teléfono del año de la pera. De esos de ruedecita y que tienen una especie de cono atado a un cable que sirve para comunicarse. Además hay un mueble de cristal lleno de fotos en blanco y negro de personas que nadie en la cafetería sabe quiénes son. Encima del mueble hay una tele también viejísima, pero que al menos es a color, que es acaparada por las noticias del día y el resto del tiempo por los programas policiacos de Anfitrite. Siendo sinceros, la forma más apropiada de describir al Troia Hippos es como "antro de mala muerte", pero al menos los baños están impolutos. Y para la gente como nosotros en un paraíso terrenal. Un lugar donde podemos descansar de ser monstruos para el resto del mundo. Un caballo de Troya en medio de la sociedad de gente normal.

En la zona superior del Troia Hippos hay una serie de habitaciones donde vivimos un total de siete personas. Ahora mismo estamos cinco: Madame Hetaira, Ariel, Titania, Anfitrite y yo misma. Wyvern se ha ido a trabajar y ya ha salido el Sol, así que Noir estará durmiendo.

Madame Hetaira es la dueña de la cafetería. Es una señora aparentemente bastante mayor a la que nadie se atreve a preguntarle su edad real. Tiene la piel pecosa y el pelo cobrizo recogido en un moño, ojos verdes y pestañas postizas. Labios pintados de rojo brillante y uñas postizas del mismo color, un vestido negro pegado a su huesudo cuerpo y tacones de aguja altos y negros. Fuma constantemente y siempre con este cacharro alargado que usa la mala de los 101 dálmatas.

Titania es una chica rubia de ojos azules con un pelo largo y liso que le llega hasta las rodillas y que tiene mechas rosas. Va vestida con sandalias de tacón blancas con agarres dorados, una falda corta plisada de cuadros de color azul pastel, una blusa blanca y una diadema blanca adornada con una mariposa negra.

Anfitrite es una chica también rubia de ojos verdes con una melena larga y ondulada. Va vestida con zapatillas deportivas de color negro, leggins vaqueros azul oscuros, jersey negro de cuello alto y dos horquillas con estrellitas.

Ariel es un chico de pelo negro con puntas azules recogido en una trenza que tiene un ojo azul y otro verde. Va vestido con unas botas negras, vaqueros azules y una camisa blanca medio desabrochada.

Estas eran las personas y el lugar que me habían acompañado durante diez años en una vida algo monótona pero feliz.

-¿Va a ir a algún lado hoy, Kay?-preguntó Anfitrite con voz cansada.

-A la tienda de música-contesté.

-¡Es cierto!¡Mañana es el cumpleaños de Paul!-dijo Titania dando saltitos.

-¿Irás sola, cariño?-preguntó Madame.

-Puedo ir sola a comprar un disco de vinilo, Madame...-digo, frunciendo el ceño.

Todos en la cafetería me miran fijamente. Les miro fingiendo enfado y me levanto para irme.

-Gracias por el desayuno, creo que me iré ahora.

Salgo de allí. Puedo oír a Anfitrite y Titania riéndose a carcajadas. Me gustaría saber cuándo me convertí en la hermana pequeña oficial del Troia Hippos...

Ojos de BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora