CAPÍTULO 3: ALMAS GEMELAS

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Las calles de Thanatos siempre eran frías, sin importar la hora ni estación. La zona cinco en general era de las zonas más frías del planeta. Pero la calle Crimson era la más oscura, fría y miserable de la ciudad; y fíjate que Thanatos en general es una porquería de sitio.

La calle Crimson se situaba en un barrio de... Maleantes, digamos. Los índices de criminalidad eran los más altos de la ciudad y estaba claro que no se destinaba mucho dinero a esta zona de la ciudad, ya que apenas había farolas y las que había estaban rotas, las aceras se encontraban resquebrajadas y había basura por todos lados. Por la noche era más soportable, ya que todos los establecimientos encendían sus luces de neón, que te impedian ver el terrible estado de la calle debido a su resplandor, pero por el día no había nada que ocultase su miserabilidad. Ni siquiera la hermosa luz del alba podía embellecerla de ningún modo.

Me detuve ante un establecimiento con puertas automáticas y letras rojas enormes en la fachada que deletreaban la palabra "EIGHT", además de un ocho aún más grande del mismo color al lado de las letras. Aquí es donde trabajo, aunque realmente odio trabajar allí; pero, en realidad, no todo es malo. Hay algo; o mejor dicho, alguien por quien merece la pena estar allí.

Entro en el establecimiento y veo a cierta personita detrás de una de las cajas. Nos saludamos y me dirijo al vestidor de empleados, donde me pongo el uniforme: una camisa blanca con el logo de la tienda y una tarjetilla enganchada en ella en la que pone mi nombre, además de unos pantalones de color rojo chillón absolutamente horribles.

Salgo del vestidor y la misma personita de antes me dice:

—¡Hey, Wyvern! Ya iba siendo hora de que vinieses, ¿No?
—No hables como si hubiese llegado tarde, Diana—digo con una sonrisa—. Si no vinieses con tanta antelación, no tendrías que estar esperando tanto tiempo.
—Es mejor que estar en casa con mis padres y la niña de oro.—Resopla Diana—. Al menos aquí puedo hablar contigo.

Diana se inclina sobre la caja y apoya sus brazos en el mostrador. Cada movimiento que hace me hipnotiza. Nos conocemos desde hace cuatro años, y me he ido fascinando cada vez más y más por ella. Su pelo castaño oscuro recogido en una cola de caballo, sus ojos color café que resplandecen con la luz, su piel morena, su figura atlética...Todo acerca de ella me parecía hermoso. Y todo eso sin siquiera empezar a mencionar su personalidad extrovertida, alegre, optimista...

—¡Wyvern!¡Vuelve!—Puedo oír su voz llamándome—. ¡Te estás ausentando de nuevo!
—¡Ah...! Lo siento.—Trato de recuperar la compostura—. Tenía la cabeza en otro sitio...
—Para variar—dice ella, sonriendo.
—Por lo que me estás contando, parece que la relación con tus padres y tu hermana sigue siendo tan buena como siempre.
—Para variaaaar...—contesta Diana, poniendo los ojos en blanco—. Ojalá tener dinero para irme de casa, pero ya sabes lo de la operación de mi primo y todo eso...
—Ya... Espero que se recupere pronto— digo, preocupado.

Diana había estado ahorrando dinero para poder irse de casa desde los diecisiete años, pero hace unos meses su primo sufrió un accidente grave y tuvo que someterse a una operación muy costosa que sus padres no podían permitirse, así que Diana insistió en darles gran parte de sus ahorros para ayudarles. Su primo sigue recuperándose en el hospital, pero los planes de mudanza de Diana se tuvieron que retrasar un poco...

—Yo también—dice ella—. Pero bueno, estás cosas ocurren. Además, después de unos eventos tan desafortunados como estos las cosas solo pueden mejorar. Pero dejemos de hablar de mis cosas, ¿Qué tal tu hermana?
—Sus pesadillas están empeorando, pero por lo demás está bastante bien.
—¡¿De verdad?! Ay, no sabes cuánto me alegro—dice Diana, sonriendo de oreja a oreja. Me encanta su sonrisa; enorme y mostrando todos los dientes—. ¡Con el amor de persona que es tu hermana y lo mona que es!¡Ójala tener una hermana como ella!
—Hablas de ella como si fuese una niña pequeña y solo eres un año más mayor que ella—digo, riéndome—. Pero lo cierto es que parece que tiene ese efecto sobre la gente...

No es una exageración, tal vez sea por su personalidad o tal vez por su aspecto, pero todas las personas que conocen a Kay parecen haber hecho un pacto no verbal para adoptarla. Aunque me alegro que se lleve tan bien con Diana, eso me hace la vida más fácil.

—¡Realmente lo tiene! Por eso me alegro tanto por ella. Es maravilloso que después de diez años haya podido empezar a sanar. Lo de sus pesadillas es terrible, pero seguro que eso también se arreglará con el tiempo.
—Eso espero... Ojalá poder hacer más por ella... Siento que no estoy haciendo lo suficiente...—digo, suspirando.
—¡No digas eso!¡Eres un hermano estupendo!—Diana me mira muy seriamente—. Que no te afecte lo que diga gentuza como la pareja de tontos que tenemos por compañeros de trabajo. De hecho, hoy te invito a tomar algo en la tienda de batidos de aquí al lado.
—¿Eh?—digo, intentando conectar qué tiene que ver una cosa con la otra—, ¿Por qué?
—Pues... Emm...—De repente, Diana está muy nerviosa—. P-Pues...¡Porque sí!
—Vale, entonces acepto.—Mi respuesta hace que Diana suelte aire y se relaje.

Seguimos hablando de cosas sin importancia y pasando tranquilamente nuestra jornada laboral. Pasar tiempo con Diana es algo que me hace realmente feliz y una de las cosas que me permitió seguir hacia delante después de haber estado seis años siendo arrastrado por aquel incidente...Lo nuestro debe ser lo que se conoce como “mejores amigos“, pero en realidad lo que siento por ella va más allá de eso...Pero supongo que tengo miedo de terminar arruinando lo que hemos construido estos cuatro años...Bueno, como dice Diana: “¡Todo funcionará de alguna extraña manera!”

Ojos de BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora