My, myself & Jungkook

Capítulo 11

—Hola, Jiminie —Si-hyuk sale de su despacho justo cuando estoy sentándome ante mi mesa—. Has llegado puntual y despierto esta mañana.

Se acomoda en el borde de mi escritorio y pone su habitual cara de disgusto cuando éste lanza su crujido habitual de protesta.

—¿Tienes algo que contarme?

—No mucho —enciendo el ordenador—. Tengo una cita con el señor Cha a la hora de la comida para revisar mis diseños.

—Muy bien. ¿Qué tal con el señor Jeon? —pregunta inocentemente—. ¿Has tenido noticias suyas?

¡Sí, de hecho, acabo de esposarlo a la cama!

Me pongo rojo como un tomate.

—Eh..., no. No estoy seguro de cuándo volverá de su viaje de negocios.

Todavía colorado, aparto la mirada de Si-huyk y abro mi correo electrónico mientras mentalmente rezo para que cambie de tema.

—Han pasado casi dos semanas, ¿no? —pregunta.

Sospecho que tiene el ceño fruncido, pero no puedo mirarlo para confirmarlo.

—Me pregunto por qué tarda tanto.

Toso.

—No tengo ni idea.

Si-hyuk se levanta de mi mesa, que emite un largo crujido.

—No puede estar tan ocupado —gruñe—. Por cierto, Jiyu no se encuentra bien y no va a venir a trabajar —dice al salir de mi despacho.

¿Jiyu está enferma? No es propio de ella.

¡Uy! Anoche fue la segunda cita. O fue muy bien y ha dicho que está enferma para poder pasarse todo el día en la cama con el chico misterioso, o fue muy mal y ha dicho que está enferma para pasarse el día hecha una mierda en la cama con una caja de pañuelos de papel.

Me siento fatal pero sospecho que es lo segundo. Pobre Ji.

Me hundo en la silla con un suspiro y salto al oír mi teléfono en mi bolso.

Madre mía. Ya se ha soltado. No voy a contestar.

La llamada termina, pero vuelve a sonar de nuevo un segundo después, pero esta vez es mi tono de siempre. Saco el teléfono del bolso y atiendo la llamada de la señorita Lee.

—Buenos días, señorita Lee —saludo con tono alegre.

—Hola, Jimin. Por favor, llámame Ji-eun. Llamaba para ver qué tal van las cosas. ¿Has conseguido poner el proyecto en marcha?

—Sí, he preparado un presupuesto desglosado de mis servicios, Ji-eun, y tengo listos unos cuantos bocetos para mandarte.

—Estupendo —parece entusiasmada—. Tengo muchas ganas de verlos. ¿Cuál es el siguiente paso?

—Bueno, si estás de acuerdo con el presupuesto y te gustan los bocetos, podemos empezar a preparar los diseños.

—¡Genial! ¡No sabes la ilusión que me hace!

Sonrío.

Sí, eso es obvio.

—Bien. Te mando el presupuesto y los bocetos a última hora de hoy. Adiós, Ji-eun.

—Gracias, Jimin.

Cuelga y me pongo a escanear los bocetos de inmediato. Me encanta trabajar para gente a la que su casa le apasiona tanto como a mí.

Son las diez en punto. Llevo un par de horas en la oficina y he adelantado un montón de trabajo. Tomo el teléfono fijo para llamar a Stella, la mujer que me hace las cortinas, para hablar sobre los nuevos textiles de la señora Han.