MADRID

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ÁFRICA

A la primera, te sale mal y lo aceptas. A la segunda, tienes esperanza, pero te vuelve a salir mal. A la tercera entras en desespero pensando que no vas a encontrar a nadie, ¿Pero y a la cuarta?

A la cuarta te resignas, porque en vez de una gran cita, acabas en un gran desastre, o por lo menos era eso lo que pensaba mientras escuchaba a Manolo, «Manolo, es que hasta el nombre es aburrido, ¿En qué mierda estabas pensando África? Cómo si este cuarentón pudiera arreglar tu karma», mientras bufaba mentalmente detallaba algunos atributos del señor frente a mí, tenía los ojos azules, su cabello era negro y aún estando casi en los cincuenta su físico no parecía estar nada mal, de hecho, su cuerpo era uno de esos definidos, de gimnasio, podías notarlos de lejos por sus camisas ajustadas, vamos, que era un perfecto modelo, bien cuidado, hermoso y hasta demasiado buena persona, cuidadoso, sin embargo...

—Y bueno, así conseguí mi primer coche de lujo , porque en mi época no habían las herramientas que en la tuya hay, yo siempre digo; Si quieres conseguir algo, tienes que esforzarte al máximo.

«Cómo si no lo hiciera, mírame, aquí estoy, escuchándote al igual que a mi padre cuando me daba los consejos paternales que me estás dando tú en nuestra cita, son exactamente los mismos, no hay ninguna diferencia». Y lo eran, en vez de una cena para distraerme como lo había calculado, aquello no pasaba de un aburrido encuentro con el reflejo de mi progenitor, el cuál, solo estaba cuando tenía que darme algún discurso de los suyos, ah, pero cuando lo necesitaba de verdad...

—¿África?

—Hola.

—¿Estás bien?

—Demasiado—«sí, vamos África, inventa algo coherente para salir de allí, que tú aquí no tienes nada que hacer», si en ese entonces hubiera escuchado a mi subconsciente quién era mi real consejera, la probabilidad de meterme en líos sería menor, no obstante, como siempre, prefería aguantar de mala gana las situaciones en las que me encontraba, el miedo de quedarme sola era muchísimo mayor.—Lo siento si no respondo, es que a veces prefiero escuchar.

«Dios, pero que mentirosa eres chica, si lo que más te gusta es hablar y coger, ¿Es qué no te vas a salir de aquí? Estas cometiendo un error, entonces por favor, repite conmigo: Soy una Andaluza con el carácter de una fiera y la mezcla latina de una Montevideana, así que soy más fuerte que esto, puedo salirme de esta mierda madrileña como cantan los pavos» «¿Los pavos cantan?» Ni lo sabía, aún así ahí estaban centrados mis pensamientos, en una batalla de irme de allí o continuar escuchándolo, había viajado más de cuatro horas para llegar a Madrid y todo por la dicha cita del suggar, aunque fuera él quien pagara todo, lo que en realidad no me molestaba, pero,sí me hacía sentir culpable, porque de hecho tenía dinero para por lo menos transportarme. «Dios, eres difícil África, va, desisto, haz lo que se te cante», me estaba volviendo loca.

—Siento que te estoy aburriendo—«vaya, el viejito es adivino», —África si no te sientes cómoda, pues está todo bien, sabes que no voy a obligarte a nada, me pareces una chica extremadamente interesante, a tu edad yo era un aburrido—«¿Pero es que también a los veintiocho eras así?»—Tu tienes una energía única, hermosa, si no quieres continuar, esta todo bien, lo sabes, me gustas, sin embargo, no puedo hacer que a ti yo te pueda gustar. Es normal que tal vez quieras a alguien más joven que yo, lo entendería si te quisieras ir.

«¿Por qué eres tan comprensible?¿No podías ser un poquito menos bueno? Sería más fácil irme».

Manolo era un verdadero hombre, de aquellos que toda persona deseaba tener a su lado en una relación, no obstante yo no estaba preparada para eso, o por lo menos, era lo que me decía.

TRES VECES CONTIGO[EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora