Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ IV: Cᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴇɴᴅᴏ ᴜɴ ᴅɪ́ᴀ

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A la mañana siguiente del accidente, Lean despertó frotándose los párpados debido a la luz que se adentraba en el cuarto y golpeaba su rostro. Al moverse, el dolor en la frente lo obligó a llevar su manita encima de la gasa, colocándola con suavidad.

—Me duele —murmuró decaído

Sus labios formaron un adorable gesto y sus ojitos azabaches se cristalizaron ante la sensación que recorría su frente, amenazaba con romper en llanto en cualquier segundo. Sin embargo, su estado de ánimo se transformó al ver que la puerta de su cuarto se abría y su padre entraba con un vaso de agua en mano.

—¡Papi! —dijo emocionado, sentándose en la cama

—Oh, ya estás despierto —comentó sorprendido, esperaba que siguiera dormido otro poco—. Creí que debía despertarte para darte la pastilla

—¿Cuál pastilla? —cuestionó ladeando la cabeza

Levi llegó junto a él y tomó asiento en la pequeña cama, dejando el vaso sobre la mesa de noche.

—Una pastilla que te ayudará a que no te duela tanto la herida —le explicó mostrándole la pequeña medicina entre sus dedos

—¿Y cómo hace eso?

—Pues... En ella viajan pequeños soldados que entran en tu cuerpo y luchan contra lo que te hace sentir mal

—¿En serio? ¿Cómo pequeños superhéroes?

—Si, claro

Lean extendió la mano recibiendo la pastilla, antes de tomarla la acercó a su rostro esperando ver a los pequeños soldados, su padre, al notar la decepción que surcaba su rostro, le dijo que ellos viajaban adentro de la pastilla, como un submarino. Su hijo asintió sonriendo y tragó la pastilla deseándoles un buen viaje.

—Bien hecho, pequeño mocoso —le agitó el cabello despeinándolo aún más—. ¿Tienes hambre?

—¡Si! —respondió—. ¡Quiero comida!

—De acuerdo, vamos a la cocina

Lean no dudo ni un segundo y se puso de pie en la cama lanzándose a los brazos de su padre, quien lo cargó sin problema, tomó sus pantuflas y lo llevo abajo.

—¿Tú sabes cocinar, papi? —preguntó Lean jugando con la mejilla del azabache mientras bajaban las escaleras

—Tch, claro que se, pequeño mocoso —aclaró ofendido—. ¿Por qué lo preguntas?

—Es que mami siempre cocina y come conmigo, pensé que no sabías cocinar y por eso no estabas con nosotros cuando comemos

La inocencia de su hijo al decirle la razón resaltó sobre la expresión atónita de Levi. Definitivamente no espero que Lean le confesara algo así, ahora entendía que él notaba su ausencia en casa, lo único que lo salvaba era la forma en que interpretaba las cosas, aún de un modo fantasioso. Levi se sintió pésimo al saber que su hijo lo consideraba apartado de ellos.

—¿Qué quieres desayunar? —cambio de tema al llegar a la mesa, depositando a Lean en una de las sillas y sus pantuflas en el suelo

—¡Hot cakes con fresas! —gritó alzando la mano como en la escuela

—Espera —pronunció Levi sacando el sartén de un compartimento—. Tú eres alérgico a las fresas

—Así es —dijo ____ entrando a la cocina en pijama—. No debe comer fresas

El pequeño azabache formó un puchero al recargar la barbilla contra la mesa, molesto porque su alergia no le permitía probar tan tentadora fruta.

—Buenos días —su esposo la saludó desde la estufa, alistando los recipientes e ingredientes que requería

𝗘𝗩𝗘𝗥𝗟𝝠𝗦𝗧𝗜𝗡𝗚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora