1: Piedad

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El sol se cuela por la ventana de un cuarto ajeno. Iluminando las paredes color rosado claro.

El edredón se retira con suavidad, dejando ver aquel bulto que se veía en la cama. Un rostro delicado aparece, nariz delgada y pequeña, labios rosados, cejas perfectas y largas pestañas, todo enmarcado por una larga cabellera castaña.

La joven se levanta y va hacia la ventana, la abre ligeramente y apoya sus brazos en el marco caliente por el sol. Respira profundo antes de soltar alguna palabra.

"Aquí vamos de nuevo. Resiste Alana, algún día sucederá tu desgracia."

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Salió al porche de su casa después de desayunar. El día estaba precioso y se merecía un paseo al aire libre.

Alana emprendió un camino desconocido a paso lento, refugiándose bajo la sombra y disfrutando de la brisa.
Después de unos veinte minutos caminando por el bosque pudo ver a lo lejos un pequeño lago.

Estaba completamente vacío. Ella tomó asiento en la suave y picosa hierba, haciendo unas pequeñas ondas en el agua con sus dedos.

Pronto comenzarían sus clases. A ella le daba igual. Nunca fue mala estudiante pero si bastante solitaria, tan solo tenía un vínculo afectivo en su vida y era con sus padres, aunque más que amor era más bien una deuda que Alana debía pagar por tantos problemas que causó.

"No será la primera ni la última vez que lo piense, pero si es necesario llegar al extremo lo haré sin problemas"

Una hoja en el lago llamó su atención al ser transportada por una corriente de agua. Curiosa de a donde lleva decidió seguirla. Sus padres sabían que no iría a almorzar y quedarse sentada no sonaba muy entretenido.

Caminó por un largo rato por el borde del lago. Aunque varias veces perdió el equilibrio siempre lograba recobrarlo otra vez. Al paso de unos diez minutos vió una casa aparecer junto con un sendero perfectamente pavimentado. Al llegar a este un pueblo se alzaba a su vista, con casas modernas y tiendas en las esquinas. Unas pocas personas caminaban por la calle con algunas bolsas en la mano o hablando por teléfono.

Con algo de hambre entró a un pequeño café y pidió de comer unos sándwiches y jugo. Después de tener algo en su estómago hizo un poco de turismo por el pueblo sin la intención más mínima de saber a dónde iba.

El letrero en la puerta de un pequeño parque apareció. Árboles altos, niños jugando en columpios y algunos puestos que permanecían cerrados. Alana vió a lo lejos un sauce precioso con pequeñas flores regadas en el pasto. Se acercó y se sentó en la suave hierba y a la sombra del árbol se quedó dormida.

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Ya cuando la noche cae, Alana se sienta en ese pequeño claro cerca de su casa. El frío es constante y le enrojece sus mejillas y nariz. Sinceramente no le importa así que suelta un suspiro y observa como se puede ver gracias a la baja temperatura.

Unas cuantas luciérnagas aparecen.

Una pequeña ráfaga de viento hace que abra los ojos.

Se incorpora con cuidado, quitándose las pequeñas hojas y restos de césped del cabello.

Distraída mira a su alrededor. El cielo está en el proceso de atardecer, por lo que supone que serán las seis de la tarde. Decide que lo mejor es volver a su casa. Es un largo camino y todavía le falta encontrar el camino de vuelta.

Caminaba buscando la salida, pero una voz asustada hizo que curiosa cambiara de camino.

Asomada detrás de un muro, pudo observar como aquel hombre amenazaba con un cuchillo a un joven mientras que este estaba tirado en el suelo suplicando que se fuera.

Alana estaba a punto de irse ya que era algo que no le incumbe, pero un grito doloroso del joven hizo que entrara en ese callejón.

-Largo -ordenó con voz firme ganándose la mirada de advertencia del chico y una de burla del agresor.

-¿Qué? -dijo este último después de soltar una risa.

-No pienso repetir lo que dije.

El hombre fue directo hacia ella con la intención de tomarla por el cabello, pero ella fue más rápida, así que con una patada despojó al hombre de su cuchillo y le estampó un golpe en el pecho haciéndolo caer.

Alana fue por el cuchillo pero al estar cerca su contrincante la derribó desde abajo. Ella desde el piso le da de lleno en la cabeza con una patada liberándose así de su agarre y alcanza su objetivo para luego arrodillarse sobre la espalda del tipo y hacerle un corte en el brazo.

Lo toma por los cabellos y luego le hace un corte en la mejilla disfrutando de los gritos que suelta el hombre a su paso.

Decidida a acabar con esto lo toma por los pelos y luego acerca el filo a la garganta del tipo.

Será lento y efectivo.

Cuando el primer hilo de sangre comienza a aparecer una voz débil y asustada la detiene de repente.

-No..no lo hagas. -pidió el chico con los ojos muy abiertos.

Definitivamente no. No había manera. Ella era una cazadora y aquel hombre era su presa. No estaba entre la naturaleza de Alana conceder algún tipo de piedad.

Convencida de si, reafirmó su agarre.

-No vale la pena. -susurró el chico

Sus manos temblaban y ella miraba a los lados con frustración al saber que lo que haría a continuación sería considerado un pecado.

Clavando el cuchillo en una de las piernas del hombre se levanta dejándolo preso del dolor.

-Lárgate y no vuelvas. Jamás.

Haciendo caso a la advertencia el hombre sale corriendo dejando a su paso un sendero de lágrimas y sangre.

La chica se voltea hacia el joven y le da una rápida mirada. Tan solo tiene unos golpes y la cara un poco hinchada.

Él susurra un leve gracias con sus labios y ella decide volver a su hogar.

Con unos metros ya de distancia intercambian una última mirada dejando así sellada su promesa de silencio.

"Alana sueña con el río fluyendo en medio de una tempestad, llevándose consigo aquel cuerpo tan desagradable con la seguridad de que nunca va a volver a respirar ya que de alguna forma alguien más no tuvo piedad."

Los Cinco Pecados de AlanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora