Su mirada observó cómo el último rayo de sol desapareció dando paso a la misteriosa noche. Recostó su espalda en una piedra y cruzó las piernas observando cómo las luciérnagas aparecían entre las flores.
Ella contempló con grandes ojos la luna brillando enfrente de la montaña, sintiendo el aroma de las rosas junto a ella. Un pequeño paraíso que descubrió cuando buscaba el sendero al infierno.
Se abrazaba así misma, dejó salir unas cuantas lágrimas para luego acostarse en la hierba que cubría el piso de una cueva en la montaña hasta el momento en que el sol volviera a aparecer.
Soñó que estaba sentada en la orilla de una playa de aguas rosadas, tomándose una bebida mientras que las demás personas se hundían para siempre.
✿✿✿
Era Jueves. Alana caminó por el pueblo hacia su escuela ya que ese día entraba una hora tarde. Pasó frente a una pequeña librería, se veía acogedora así que decidío pasar al salir de clases.
Al entrar por el gran portón de su escuela un chico dejó a su grupo para ir a hablarle.
-Hola Nueva. -saludó caminando a su lado.
-La verdad tenía la esperanza de no verte tan pronto. -respondió Alana
-¡Vaya!. Hieres mis frágiles sentimientos reina. -Nate se llevó una mano al pecho para verse más dramático. Alana sonrió.
-Pero esa sonrisa los arregla de inmediato.-¿No te cansas de ser tan... efusivo?
-Jamás. ¿Y que me dirías si te propongo ir al cine en la tarde?
-Que no.
-Menos mal que no lo hice. Tocará ir a otro sitio.
-No saldré contigo.
-¡Oh vamos! Algo tengo que hacer para convencerte.
-Tráeme una pluma búho bañada con tus lágrimas de dolor.
Nate puso cara de espanto.
-Si me la llevas en la noche al parque.. - continuó ella -saldré contigo.
-Estás loca -él se ajustó su mochila y entró rápido a su primera clase.
✿✿✿
Recién salió del laboratorio de química sonó el timbre de su clase de historia. Caminó un largo pasillo y luego giró a la derecha para atravesar la puerta hacia aquél salón que imitaba a la biblioteca.
Tomó asiento en uno de los puestos del fondo, ahora solo esperaba a que llegara el profesor. Miró distraídamente las sillas ocupadas. Una costumbre que adquirió hace una semana y que sabía que sólo se detendría al alcanzar su objetivo.
Dejó que su mirada vagara por todo el salón sin ninguna prisa. El profesor llegó saludando a todo el mundo y fue en el momento en que devolvió la vista a su pupitre que se percató de la presencia que tenía al lado.
-Historia -pronunció Alana para luego adoptar una posición de descanso.
-Felicidades. Al fin lo descubriste. -celebró sonriendo el chico de ojos azules.
Ya iba más de media hora de clase y la única interacción entre ellos eran las miradas fugaces que Artem le dedicaba.
Alana salió del salón cuando la clase finalizó y ya que esta era la última materia de ese día las puertas de salida le sonreían con un toque ajeno a ella de nostalgia.
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Los Cinco Pecados de Alana
Короткий рассказEl que tu vida sea retorcida no significa que sea infeliz. Alana es un ejemplo perfecto. Su vida no es igual a la de otros. Y es debido a ese pequeño abismo lleno crueles fantasías. En el que felizmente se dejaba caer. Obra completamente creada po...