«Tú y yo sabemos mejor que nadie que la familia no la componen solo aquellos que llevan tu misma sangre;
los amigos son la familia que elegimos».—.—
Habían pasado dos semanas desde que Mikey propuso la quedada de los chicos. Aunque pareciera mucho tiempo no lo era tanto para cuestiones de organización, y más siendo un grupo de adultos con responsabilidades, por lo que no todos los «invitados» pudieron acudir.
Sin embargo allí estaban un buen puñado de ellos —entre los que se encontraban Mitsuya, Pah, Baji, Kazutora, Chifuyu, Hanma, Inupi y Takemichi— dispuestos a pasar una velada estupenda con Draken y su comandante.
La primera parada fue en el restaurante de Taiju, donde disfrutaron de una deliciosa cena. Después, un paseo en moto les llevó hasta el club de los Haitani. Allí se les unió Sanzu, que estaba de invitado especial aquella noche, motivo por el cual no había podido ir a la reunión desde el principio.
Bebieron unas copas en uno de los reservados mientras se desarrollaba una curiosa performance en el centro del local.
La charla que habían mantenido durante la cena continuó ahí, pues en la zona donde estaban podían hablar, beber y bailar sin problemas.
Las risas llenaban el reservado y las anécdotas no paraban de surgir: historias sobre la tienda de mascotas de Chifuyu y cómo Baji y Kazutora acababan liando alguna cada dos por tres, cosas inusuales que se dejaban los inquilinos en los inmuebles que alquilaba Pah-Chin, propuestas y regalos de lo más curioso que recibía Sanzu de sus seguidores, Inupi y Draken hablando de los caprichos de Mikey en las carreras...
Mientras hablaban, el alcohol seguía fluyendo por las gargantas de todos —de unos más que de otros— y los efectos comenzaban a notarse.
Empezaron entonces a provocarse, a hacer apuestas y, como si fueran nuevamente adolescentes sin miedo al ridículo, se vieron cumpliendo retos de lo más bobos.
Ese fue el motivo por el que Haruchiyo y Baji habían acabado con unos peinados extravagantes y descalzos, y por el que Inupi y Kazutora estaban subidos en ese instante sobre una de las plataformas del local, bailando sensualmente y compitiendo por ver quién conseguía más propuestas, números de teléfono o invitaciones a copas o citas de los dos.
Hanma, móvil en mano, grababa la escena desde el reservado buscando los mejores ángulos y, una vez estuvo satisfecho con el material obtenido, se lo envió a Koko.
Hajime había decidido no salir esa noche porque al día siguiente él y Kisaki tenían una reunión importante en la empresa, pero Hanma estaba seguro de que, tras la recepción de aquellas imágenes, no tardaría en presentarse en el local a buscar a su novio y apartarle los moscones. ¡Como si Inupi necesitase de un caballero andante que lo protegiese!
En realidad, Koko sabía cómo se las gastaba Sheisu mejor que nadie, pero aún así no podía evitar sacar su lado protector con él. Y Hanma no iba a desaprovechar ninguna oportunidad de verlo perder los nervios —y de paso hacer el ridículo— porque, por su culpa, Kisaki le tenía a pan y agua desde hacía un mes.
—Hanma, eres un capullo —le reclamó Draken a su lado viendo lo que acababa de hacer.
—Un poco más de diversión no hace daño a nadie —rio con ganas.
—Tú mismo. Pero si después tienes que vértelas con Inupi no seré yo quien le detenga.
—Lo sé, lo sé. Tú sigue disfrutando de la fiesta, anda, que para eso nos ha juntado aquí Mikey.
Draken levantó la copa en dirección a Hanma y asintió antes de dar un trago a su bebida.
Lo sabía, era totalmente consciente de que sus amigos se habían reunido allí por él, aunque la excusa usada por Mikey hubiese sido el reciente cumpleaños de Mitsuya (y en parte el suyo). Y sabía también que todos querían de corazón que se divirtiese.
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CUANDO LLEGÓ EL INVIERNO
Fiksi PenggemarDraken tiene una buena vida: un trabajo que le encanta, un niño maravilloso y un matrimonio feliz. O al menos eso pensaba, hasta que un día, al volver a casa, se encuentra con una carta de Emma y la noticia de que ha decidido marcharse. • Tokyo Reve...