Capítulo 1

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-Gwen- la mano de mi padre tocó mi hombro -debemos regresar, va a llover dentro de poco-

-no voy a ir a casa, quiero quedarme con mamá- le dije sin apartar la vista de la lápida que llevaba su nombre, recuerdo ese día tan cercano, mi padre estaba devastado y trataba de permanecer siempre a mi lado, luego de que un demonio se llevó la vida de mi madre, se volvió ultra paranoico, incluso pidió la renuncia de su trabajo. Tenía tan solo ocho años y por alguna razón no podía emitir ningún sonido de llanto ni tampoco una lagrima de mis ojos.

-hija debemos regresar a casa-

-no iré, vete de aquí- le dije -estaré bien-

Mi padre con mucha tristeza me tomó en sus brazos y me llevó de regreso al auto, cerró la puerta mientras notaba como lentamente las gotas de lluvia comenzaban a caer y a golpear suavemente el vidrio de la ventana.

Los días pasaban y al fin le dieron la renuncia a mi padre, nos mudamos a las afueras de la ciudad, en un pequeño pueblo bastante alejado, no había muchas personas allí, incluso algunos habitantes tenían malos gestos u algunos no saludaban o te trataban mal. Todo eso a nosotros nos daba igual, de todas formas, no nos quedaríamos por mucho tiempo hasta que mi padre consiga un trabajo nuevo y así poder mudarnos fuera de Japón.

-lamento que la casa no sea linda Gwen- me dijo mientras abría la puerta de la casa y trataba de encender las luces -no hay electricidad?- se preguntó al ver que no encendía nada -que mal, tendré que comprar unas velas-

Mi padre tenía una expresión en el rostro de pena y una sonrisa falsa, era detestable, pero no podía decirle nada. Era una niña en ese entonces y sólo quería estar bien bajo sus brazos y su compañía.

Comencé a ir a una escuela pequeña con pocos niños, todos jugaban en el patio en la hora libre menos yo. Me quedaba sentado observándolos con seriedad mientras la maestra peinaba mi largo cabello.

-por qué no vas a jugar un poco Gwen?, eres nueva y debes socializar-

-no quiero- respondí.

-anda, debes hacer amigos- mientras me hablaba, mi vista se desvío un momento. Del otro lado de las rejas del colegio se hallaba un pequeño de cabellos rubios y ropas gastadas caminando por la vereda con un perro entre sus manos. Tenía una expresión triste y parecía tener hambre, se encontraba comiendo un trozo de pan algo podrido, mis ojos captaron unos puntos verdes alrededor del trozo de comida. El niño se detuvo a ver como mis compañeros jugaban entre ellos al fútbol.

-quién es él?- pregunté.

-él? A-amm es un niño muy extraño que pasa muy seguido por aquí-

-por qué está comiendo un pan con hongos?, y por qué no está estudiando aquí?-

-seguro es porque sus padres no tienen dinero para pagar este instituto- me respondió la maestra.

-pobre chico- exclame -es pobre?- la miré nuevamente.

-claro que sí Gwen-

Recuerdo que al salir del colegio, antes de ir tras mi padre quién me esperaba en la puerta, me desvié un momento para dejar una caja con un poco de comida que robe de la cafetería, las guarde en una caja y la deje cerca de la reja donde lo vi por última vez, le dejé una carta que decía
"Para el niño rubio con su perro, espero que te guste la comida".

...

Me hallaba caminando como siempre, tenía mucha hambre y no habíamos casado a ningún demonio el día de hoy.

-Pochita, tengo mucha hambre, quiero comer- le dije. Pochita me ladró y se soltó de mis manos cayendo al suelo, corrió feliz haciéndome una señal de que lo siga. -qué ocurre Pochita?- lo seguí hasta que llegamos a la escuela donde siempre me pongo a observar a los niños como yo jugar, allí había una niña de cabellos hermosos y largos dejando una caja cerca del paredón -v-vaya- me quedé anonadado al ver su belleza, Pochita corrió hacia la niña y allí se abalanzó sobre la caja mientras ladraba de alegría.

Yokubo (Denji y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora