El viaje

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—Ken!!! ¡¡¡¡Venga, que ya está todo en el coche!!! —la madre de mi novio grita desde el piso de abajo avisándonos para emprender nuestro viaje familiar.

—Ya voy! ¡¡Un momento!! —Ken grita mientras mira hacia abajo viendo cómo le chupo la polla.

—Vamos nena, que nos tenemos que ir ya —dice sacándola de mi boca y escuchando mi quejido.

—No te quejes, que aún nos quedan cuatro días en la playa—dice dejándose caer encima de la cama y tirando de mi mano.

Subiéndome encima de él y apartando mis bragas a un lado, me meto su polla hasta el fondo de mí ser.

—Oooooh —gimo del placer que me da sentirla tan dentro de mí.

Comienzo a mover mis caderas con las manos en el pecho de mi novio. Éste agarrando mis pechos que saltan por mis movimientos, ve cómo me corro del gusto al hacérselo con lentitud.

—Cómo te gusta hacerlo lento últimamente, ¿no? —dice saliendo de mí cuando ya me he corrido y poniéndome a cuatro patas para terminar él.

Asiento suspirando y recuperándome un poco. Es cierto que desde que el otro día su padre me lo hizo tan lento, ando buscando ese mismo placer, pero no lo consigo encontrar.

Ken me da duro por detrás y noto el calor de su líquido cuando se corre dentro de mí.

—Ken!! ¡¡Bajad ahora mismo o subo yo a buscaros!!—la voz de Hugo parece cabreada.

—¡¡Que ya bajamos, pesados!!

Ken contesta a su padre y dándome una palmada en el culo, sale de mí con rapidez.

Limpiándome como puedo y dejándome un papel dentro de mis braguitas para no mancharlas con los restos de la esencia de mi novio, me coloco la ropa y bajo a la entrada, donde los padres de Ken esperan con los brazos cruzados.

—Vámonos ya o no llegaremos a tiempo. —dice la madre saliendo por la puerta de la casa junto a Ken, que carga su maleta.

Yo me acerco al salón para recoger la mía cuando escucho a mi suegro hablar.

—¿Qué pasa gatita, estabas apagando tu fuego? —dice Hugo cuando nos quedamos solos.

Mirándole a los ojos, asiento divertida. Él tira de mi brazo hacia un lado, donde nadie nos puede ver, y me besa con ansiedad.

—No te creas que estos días te podrás librar de mí tan fácilmente. —dice Hugo tras besarme.

—Más te vale no dejarme abandonada. —digo marcando la forma de su miembro con mis uñas.

—Gatita, te voy a dar tan duro que tendré que amordazarte para que tus gritos no los escuche mi mujer.

Dejando un beso caliente en mis labios se aleja de mí, y tapa su erección con un neceser de mano.

Con el rico sabor del beso de mi suegro y en silencio entramos los dos en el coche para comenzar estas vacaciones en familia.

El viaje no es excesivamente largo, en menos de tres horas ya hemos llegado al hotel.
Es un complejo hotelero impresionante. Está en primera línea de playa y tiene cuatro piscinas exteriores, una de interior y el spa, que por lo visto es el mayor de todo Estados Unidos.
Nuestra habitación tiene una estupenda terraza que da directamente al mar.

—Menos mal que la habitación de mis padres no está pegada a la nuestra. —dice Ken dejando la maleta a un lado de la entrada.

—¿Por?

—Porque así no te escucharán jadear de placer. —dice Ken enredándose en mi cuello.

—Jajaja. Para, que nos están esperando en la piscina.

Vacaciones en familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora