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Mientras paso la aspiradora por el interior del café, no puedo evitar pensar en que arruiné la segunda chance que me dio Tokyo. Suspiro. De todas formas, no podía soportarlo. Pesimista, termino la limpieza general tras el cierre y me dirijo a los vestidores.

Una a una, las capas de mi vestuario van cayendo. Los zapatos de plataforma, van primero; luego, retiro las mallas que van hasta la rodilla; el delantal continua y por último, tras deshacer los lazos, el vestido. Una vez con mi ropa puesta encima, soy una chica común, muy corriente. Me miro al espejo, me río, me dejé la cofia sin querer. Retiro los sujetadores de la cofia y la guardo con cuidado en mi casillero. Tras peinarme, tomo las llaves y me retiro por la puerta trasera.

Pienso en el cabello rubio que vi en la tarde, los ojos en los que no tuve oportunidad de observar la primera vez, expresivos y de color miel. La voz de adulto, con entonación burlona y adolescente. La frescura de su portura... Niego con la cabeza, seriamente, el enamoramiento hace estragos con nosotros, quienes lo sentimos.

-Hana -Suelto un grito, al escucharlo. Volteo a verlo, lleva las manos en los bolsillos y la misma expresión perpleja de antes.

-Yo, lo siento... yo... -suspira ruidosamente, mientras saca una mano del bolsillo y se alborota el cabello.

-Mira, es demasiado complicado contactarse contigo. No te estoy acosando, ¿sabes?

-No, no pienso en... -No puedo evitar fijar mi mirada en la figura detrás de él, espiándonos desde un lado de la calle- eso -. Se trata de una chica de cabello largo y rosa. Evito preguntar al respecto.

-Ya, bueno -continua-. Soy el devil hunter de seguridad pública que te ayudó el otro día... hace siete meses... y... necesitamos que declares en un juzgado que me porté bien. Veo que lo recuerdas muy bien, así que no será problema.

-¿Qué?

-Complicado de explicar -dice, tajante-, ¿lo harás?

-Ehm, bueno... -vacilo, mirándome los zapatos.

-Te invitaré a una cita si aceptas -El rubor vuelve a instalarse en mis mejillas.

-Iré si deja de molestarme -digo, levantando la mirada. El joven se ríe y se encoje de hombros.

-Supongo que una maid no saldría conmigo -se burla. Niego con la cabeza apresuradamente-. Ya entendí.

Saca del bolsillo un papel arrugado, lo extiende frente a mí y me lo tiende-. ¿Y esto..?

-Esos son los detalles de a dónde, en qué fecha y a qué horas debes ir a declarar. Si necesitas una excusa para el instituto, la Policía la redactará por ti. Ahí está el correo al que debes escribir -Asiento rápidamente.

-Por supuesto, es lo menos que puedo hacer por quien salvó mi vida.

-Muy bien -concluye, sonriendo con los ojos y alborotándome el cabello. Tomo la manga de su abrigo, antes de que se aleje demasiado.

-Espera.

-¿Hm?

-No sé tu nombre.

-Me llamo Denji.

Mi mente al regresar a casa solo puede decir en repetición dos palabras: «Gracias, Tokyo». Pienso en su cabello liso y alborotado, la forma en la que la camisa formal se arrugó durante las horas que no lo vi, los ojos cálidos y calculadores. Doy paso tras paso, como en una nube, pensando que, tal vez ya no es un milagro de la ciudad, y que, en cambio, puede ser el destino.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2023 ⏰

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La primera noche del Devil HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora