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Lentamente sus recuerdos se perdieron en el primer día en que conoció al castaño. Aquel día había colocado una nota con su nombre y teléfono diciendo que daba clases particulares a los alumnos de preparatoria.

Cuando la señora Phunsawat le llamó, pidiendo ser tutor para su hijo, nunca se imaginó que apenas sería de un niño de secundaria ni mucho menos se le pasó por la cabeza la idea de que aquel doncel se enamorara de él y prácticamente perseguirlo hasta el cansancio.

Hasta que después de varios meses, él finalmente desistió, aceptando que desde el primer día también se enamoró de él. Pero sabía que no podía, no podía tener algo con aquel pequeño de dieciséis años.

Recordó la mirada afligida del doncel, cuando le dijo que no podían tener nada. Sintió un dolor en su pecho cuando vió las lágrimas de su castaño, rogándole entre su llanto que le besara. Y cuando ya no pudo reprimir sus perjuicios, le besó, dándose cuenta que eran tan adictivos y desde ahí supo que nunca más los iba a dejar jamás lo abandonaría.

Aquella noche, la primera noche que durmieron en la misma cama, bajo el techo de la familia Phunsawat, se asombró de que Godji le llamara, pidiéndole que cuidara a su hijo, por dos días. Aquella noche, gun se metió en su cama, abrasándolo fuertemente por la cintura, percibiendo el aroma a miel del doncel.

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-Se cumplió su hora. Dejen los lapiceros y los últimos de cada fila pasen recogiendo los exámenes de sus compañeros... ¡Ahora! -Levanto la voz al ver que nadie le hacía caso.

Con su ceño fruncido y sus ganas aumentando por ir a ver a su pareja, terminó de corregir los exámenes más rápidos de lo normal, dejó los exámenes al concejo de profesores y salió lo más rápido que pudo de la universidad.

A cada paso que daba las imágenes de su castaño se pasaban lentamente por su mente, su pequeño sonriendo, llorando, abrasándolo, besándolo. Recordó la primera vez que le hizo el amor.

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Aquella tarde de otoño habían discutido porque el menor quería hacerlo, pero él se negaba y desde hace días había comenzado a evitarlo, sin darse cuenta que le estaba lastimando.La piel tan tersa y suave, bajo sus manos, sus labios probando cada espacio de piel, dejando su marca de pertenencia en aquel virgen cuerpo. Los ojos miel llenos de lujuria después de haberlo penetrado.

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Abrió rápidamente sus ojos, dándose cuenta que empezaba a excitarse en la calle, empezó a caminar mucho más rápido, alegrándose de que aquellas calles no fueran tan concurridas a aquella hora.

Entro al departamento, escuchando el sonido del lavavajillas, su castaño cantando, su voz tan dulce y suave. Se acercó lentamente sin hacer mucho ruido, sonrió despacio acercándose, cruzo sus brazos por el vientre del menor, apoyando su frente en el hombro del doncel, soltando un leve suspiro.

-¿Qué tal tu día?

-Te he extrañado.

-Papii, ya se vienen las vacaciones y podremos estar juntos. -El menor apoyo su espalda en el fuerte pecho del mayor, dejándose abrazar fuertemente.

-Lo espero con muchas ansias. -gun gimió bajito al sentir las suaves caricias que las grandes y frías manos del moreno hacían por debajo de su camiseta y los besos que el mayor repartía por su cuello, aspirando su dulce aroma a miel.

-Te amo tanto. Te necesito. -El menor dejo de sentir sus piernas, cuando el moreno empezó a jugar con sus labios, su oreja, mordiéndola levemente y luego pasando su lengua por la zona.

Eres mío papii •Off-Gun•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora