12: Perfección nerviosa

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Kageyama, de alguna manera, termina abajo de Hinata. Y no le molesta, más bien se siente cómodo y seguro. Deja que el pelinaranja lo guíe, tomando sus hombros y amazándolos con tal de mantener ocupadas sus ansiosas manos. Simplemente quiere aprovechar el tiempo al máximo. Quiere tocar a Hinata todo lo que le permita y a su vez, quiere que este recorra todo su cuerpo.

—Kageyama —Habla, regresándolo a la realidad—. ¿Puedo besar tu cuello?

Pregunta tan suave que quiere apretar sus mejillas para que no sea tan molestamente tierno. Solo se limita a asentir, dejando que Hinata se deslumbre al verlo tan bonito desde arriba. Luce indefenso y lo sorprende, porque nunca pensó que vería una faceta así de Kageyama. Así que solo comienza a dejar besos en su rostro, ganándose risitas nerviosas mientras comienza a bajar y ama cuando pasa esto, porque la diversión queda de lado una vez sus labios tocan la piel del cuello de Kageyama.

Siente como el menor aprieta sus brazos, casi clavando sus uñas en su piel. Hinata lo ignora, respirando sobre él y besando suavemente. Quiere realmente dejar marcas sobre el pelinegro pero teme que este se enoje, así que solo levanta su cabeza.

—¿Qué? —Pregunta un poco agitado y con su ceño fruncido. Hinata sonríe.

—¿Puedo dejarte marcas?

El rostro de Kageyama, si antes estaba rojo, ahora simplemente es un tomate. Mira en pánico al pelinaranja, pensando que si su madre lo ve, lo asesina, pero como sabe que no verá a la mujer hasta fin de año, solo asiente. Se niega a abrir la boca para aceptar esto y sonríe cuando Hinata lo mira emocionado.

Kageyama ve las estrellas cuando siente los labios de Hinata succionar su cuello. Intenta no suspirar de manera ruidosa, pero es imposible. Automáticamente amó esa sensación, no quiere dejar de sentirla nunca más y se lo hace saber cuando, sorpresivamente para él, suelta un quejido. Escucha una suave risa y se sonroja aún más, subiendo su mano hasta tomar el cabello del mayor y tirarlo suavemente.

—¿Podemos sacarnos las camisetas? —Pregunta en un susurro al sentir los labios de Hinata en su mandíbula.

Este alza la mirada y le sonríe.

—¿Quieres más, Kageyama-kun?

Este desvía la mirada avergonzado y Hinata ríe, tomando su rostro para obligarlo a verlo.

—Vamos, dime.

Susurra divertido, aprovechándose de la situación. Kageyama bufa y asiente, apretando su cintura.

—Sí, Hinata. Quiero más.

—Ese es mi chico...

Canturrea orgulloso, sentándose sobre él. Kageyama lo mira sorprendido pero se deja hacer, observando las manos de Hinata levantar su camiseta. Sonríe mordiendo su labio inferior, deleitándose con el pecho del mayor. Y luego pasa al revés. Para cuando Kageyama quiere darse cuenta, Hinata ya está besándolo otra vez y sus pieles se encuentran. Hace calor y pareciera que nada puede detener esa ola cálida sobre sus cuerpos.

Corrientes eléctricas suben y bajan por su cuerpo, haciendo que sus respuestas solo sean jadeos mientras Hinata baja, besando su cuerpo sin vergüenza alguna. Kageyama muerde su labio inferior y baja la mirada, atontado con la imagen del pelinaranja besando su estómago. Jadea, tomando su cabello y tirando de este.

Hinata sube otra vez, supone que es para besarlo, pero cuando se encuentra con sus ojos, sabe que supuso mal. Kageyama lo observa confundido, quizás un poco agitado, intentando entender qué hace. Y entiende qué pasará cuando los labios de Hinata llegan a su pezón. Kageyama lo mira en pánico pero no le da tiempo para quejarse ni preguntar qué sucede cuando Hinata baja la mirada y succiona.

Gime. Su voz se alza y arquea su espalda suavemente en respuesta. Hinata lo obliga a pegarse al colchón otra vez, tomando su cintura mientras sigue moviendo su lengua por su pezón. Kageyama es débil y niega, apretando las sábanas y jadeando con una mueca. Esto es agitante, se siente como detenerse después de correr muchas calles. Y Hinata no comprende lo que le pasa al chico abajo de él, porque sigue lamiendo y succionando, asegurándose de hacer un buen trabajo.

Cuando Kageyama cree que el placer ya no llega a más, es cuando siente la rodilla de Hinata apretar suavemente su intimidad. Él se deshace, tapa su boca con su antebrazo y desvía la mirada, ahogando quejidos y pensando que esto, a pesar de ser tan desesperante, no quiere que se acabe nunca más.

Pero obviamente pasa. Hinata termina cuando se siente satisfecho y se levanta, observando cómo ha dejado al chico abajo de él. Se encuentra con la mirada filosa de Kageyama, sus labios brillantes y sus mejillas sonrojadas. Sonríe y relame sus labios.

—¿Te gustó eso? —Kageyama solo asiente—. Bien, genial. ¿Quieres seguir? —Asiente una vez más—. ¿Te gustaría hacer algo tú o quieres que siga yo?

Quiere llorar porque Hinata es realmente amable. Este chico sí que es de oro. Sonríe suavemente y asiente, tomando sus mejillas y acariciándolas.

—¿Puedo yo marcarte también?

—Seguro. Pero recuerda que no muchos, son peligrosos.

Kageyama asiente, observando a Hinata bajarse de él.

—No me gusta mucho tener a alguien encima mío, ¿podría simplemente sentarme sobre ti? —Pregunta con una pequeña mueca, rascando su nuca.

Kageyama asiente atontado.

Así que cuando ya está apoyado contra el respaldar de la cama, mira enternecido a Hinata y toma su cintura, acariciándola mientras este se acomoda encima de su regazo. No quiere hacer nada referido a lo explícitamente sexual, simplemente se acerca lo suficiente para respirar sobre sus labios y mirarlo a los ojos. Hinata le sonríe.

—¿Qué pasa?

—Eres muy lindo —Responde sincero—. Quería... eh, quería admirarte un poco antes de seguir besándote...

Murmura, subiendo sus dedos hasta llegar al rostro de un sonrojado Hinata. Con sus yemas, comienza a recorrer todas sus facciones, perdido en lo bonito que le parece su rostro e ignorando la mirada enternecida del mayor. Kageyama siente su corazón later desesperado y las mariposas festejar en su estómago al darse cuenta de que Hinata es más atractivo de lo que alguna vez pensó y que debería agradecer que este chico llegó a su vida.

Recorre su rostro. Toca suavemente su piel, recorre sus párpados y le roba una risa. Luego acaricia el puente de su nariz y baja hasta llegar a sus labios. Los acaricia y deja que su pulgar juegue con el inferior, encontrándose con las pupilas dilatadas y brillantes de Hinata. Kageyama traga con fuerza y vuelve a bajar la vista hasta los labios. Sin dudarlo, con su pulgar, baja el labio inferior de Hinata, sintiendo la humedad acariciar su piel. Esto, de alguna manera, es atractivo.

Pero se acaba el pequeño momento cuando las manos de Hinata toman la suya y la bajan. Kageyama lo mira y tiene un segundo para respirar antes de que el mayor lo vuelva a besar. Corresponde encantándose, dejando que Hinata guíe sus dedos hasta su estómago. El pelinegro acaricia lo que puede, intentando ser delicado y sintiendo su cuerpo temblar. Sorpresivamente se ha puesto nervioso y Hinata lo nota.

—Kageyama.

Dice tomando su rostro y alejándose un poco. Lo mira agitado, cansado de repente. La mirada de Hinata lo mantiene firme.

—Estás temblando, tonto. Ve lento... —susurra con una sonrisa. Kageyama apoya su cabeza en el respaldar y cierra sus ojos, respirando hondo—. Vamos a ir lento, no tenemos prisa esta noche...

—¿Por qué eres tan perfecto?

Termina preguntando con una mueca, jugando con el elástico de su pantalón. Hinata suelta una risa.

—No me considero perfecto.

—Deberías, porque lo eres —Abre sus ojos, encontrándose con la mirada de Hinata—. Con que una persona te considere perfecto, que en este caso soy yo, es suficiente para que lo creas.

¿Cuándo empezaré a vivir? | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora