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Luzu se encontraba en el ayuntamiento, ya iban a ser las siete de la tarde y aún no llegaba para firmar los papeles del divorcio.

— Apuesto que se arrepintió, obviamente no tiene el valor de separarse de mí. — eso era lo que el pensaba, pero jamás se le cruzó por la cabeza que Quackity estuviera confesando sus sentimientos a un pelirrojo francés.

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—Shadoune.. tu me gustas. —

El nombrado quedó boquiabierto, jamás pensó de que su amado patito le fuese a corresponder sus sentimientos. Se sentía confundido, pensaba que era un puto sueño, sentía que nada de esto era real.

— Quackity... Alex; dime si esto es real, porque tu también me gustas. —

— Claro que sí Shadoune, es real. —  Quackity tomó una de las mejillas de su compañero, mirándole fijamente.

Shadoune por su parte, agarró la cintura del contrario para acercarlo a él lentamente, su rostro se aproximaba a los rosados labios del azabache.

Ambos se besaron, Quackity colocó sus brazos al rededor del cuello de Shadoune. Haciendo el momento un poquito más romántico, un precioso atardecer adornaba aquella imagen.

Se separaron por la falta de aire, sus rostros estaban cubiertos de un color carmesí, evitando sus miradas por lo avergonzados que estaban.

— Quackity... —

— Shadoune...? —

Se volvieron a mirar sonriéndose uno al otro, se separaron y entrelazaron sus manos, dirigiéndose al ayuntamiento, antes de que Luzu se retirara del lugar.
Por fin, lo logró, la guerra había terminado, Quackity y él iban a estar juntos pronto.

la seine  |  shadouckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora