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Shadoune se dirigía a la casa en donde vivían todos, estaba dispuesto a hablar con Quackity, ya que habían pasado unos días desde que hablaron sobre su matrimonio.

Sin embargo, lo vió desde lejos a él junto a un castaño; era Luzu, este estaba demasiado cerca de su amado, para ser precisos, estaba acorralando al azabache en la entrada de su casa, mientras que el estaba asqueado, se le notaba desde la distancia.

Decidió ir acercándose de apoco mientras estaba agachado, no quería llamar la atención y tampoco deseaba causarle más problemas a Quacks.

— ¿Eso es todo? ¿Me pides el divorcio y termina esto? — El castaño estaba enfadado, el no quería que su esposo se marchara así sin más.

— Siento que es mejor para los dos, no seas un pinche arrastrado. —

— Me estás terminando por el francés, ¿no? Eres un cualquiera Quackity, hasta las sobras se quieren acostar contigo. — Luzu sostuvo con fuerza el mentón de Quackity mientras el otro imploraba que lo soltara.

Shadoune escuchó suficiente, sacó su espada de diamante y salió, se presentó ante ellos y dirigió su arma a la cabeza de Luzu.

— Sueltalo, o mi espada te va a atravesará el cerebro que no tienes. —

Luzu volteó su mirada hacia este al igual que Quackity, soltó lentamente al azabache y se marchó sin decir nada.

Rápidamente, Shadoune envolvió a Quackity en un cálido y necesitado abrazo, tenía miedo de que ese descarado le hiciera algo a su patito.

— ¿Estas bien Quackity? —

— Ahora que llegaste Shadone me siento a salvo.—

El nombrado sonrió, acariciando lentamente los cabellos de Quackity.

— Tant que je serai là, je te protégerai toujours, mon amour. —

la seine  |  shadouckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora