Bebé

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— Así que, ¿debemos creerles? El pudo haberles dicho que lo ayudarán y aquí nosotros estamos como idiotas pensando que de verdad les habían hecho algo -expresa Kuroo.

Mientras Kenma solo ve como camina de un lado para otro, a pesar de que Kuroo fuera un idiota para ciertas cosas, no significaba que fuera un reverendo estupido al creer todo lo que le habían contado, a menos que tuviese registro alguna de que lo que decía era verdad.

— ¿Vale?, ¿Y -titubeo un poco- pretendes que te diga lo que quieres escuchar? -pregunto dudoso de querer seguir con esa conversación que tenían desde hace aproximadamente cerca de una hora hablando.

—Kenma, quiero que confíes en mí, así como yo e confiado en ti, además -se aclara la garganta- me preocupa que te pase algo -dijo, dejando con los ojos abiertos a un sorprendido Kenma.

—¿Que tú te preocupas por mi?, Deja de jugar así Kuroo, -rió suavemente con un poco de amargura.

—No es juego Kenma, realmente no quiero que te pase algo.

—Claro, porque entonces ya no tendría sentido ocultar la verdad -fingió pensar-

— Tsk -chasquea la lengua- no es así -y sin más, camina en dirección a la puerta y se va dejándola cerrada de un portazo.

En eso Hinata iba en camino a ver a Kenma, solo escucho sonido de la puerta cerrarse violentamente, y cuando llegó a la habitación del Omega peli-teñido pregunto.

—¿Molesto? -y se subió a la cama de su ya entonces mejor amigo.

—Es Kuroo, no lo entiendo -y se tira en la cama, imitando la postura de Hinata- es tan, tan....

—¿Idiota?

— Eso ya lo sabemos todos -sonrie- pero la mayoría de veces no se da cuenta de lo que dice y menos de lo que provoca.

— Kenma, ¿Crees que sepa quienes somos en realidad? Tu, Akashi y yo -pregunta el anaranjado.

—Lo dudo mucho Hinata, de ser así, creo que estaríamos muertos.

El pelinaranja asiente.
—Aveces pienso que quizás podría formar una familia con el idiota de Kageyama, pero siempre recuerdo lo último que nos dijeron.

Nadie era en realidad quien decía ser, y ser parte del plan de los herederos de la mafia no había sido cuestión de suerte.

Mientras tanto apenas y el pelinegro había cerrado la puerta violentamente, se dirigió hacia su despacho, una vez allí mando a llamar a su jefe de seguridad.

—Señor

Kuroo le dijo que entraste y que cerrase bien la puerta para que nadie los escuchase, salvo ellos dos.

—Quiero que vigiles a Kenma Kozume, mi Omega, tenlo vigilado las 24 horas del día, quiero saber con quién se reúne, a dónde va cada vez que sale, de quienes se rodea, y con cada uno que tenga contacto quiero que investigues todo de esa persona.

—Si señor, una pregunta, ¿Quiere que investigue también al señor Hinata?

—No, ¿Por qué lo investigarias?

—Porque el señor Kozume y el señor Hinata están la mayor parte del tiempo juntos, solo por eso lo preguntaba.

—No, pero también ponle un escolta a la mandarina.

Apenas dio por terminada las órdenes, el escolta se marchó.

Desde hace un buen tiempo Kuroo empezó a sentir algo por el peliteñido, desde el momento en que lo vio en casa de Hitoka.

Me pertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora