Enemigo

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— Ustedes debían traerme su cabeza, ¿Que fue lo que pasó? -estaba realmente furioso ni siquiera habían podido hacer algo bien

—Ellos estaban armados, a quien si mate fue a la heredera del clan Michimiya - esperaba que al menos eso no me haga perder mi vida.

—Yui Michimiya, serán estúpidos, ella no vale nada, me importan que los jóvenes herederos mueran.

—Si me permite jefe, creo saber quién nos ayudará dentro de su organización, además también busca matar a su querido sobrino.

—Dime y espero que realmente me interese, para que no te atraviese aquí mismo la cabeza, habla de una maldita vez.

—El padre de Tobio Kageyama.

—Eres idiota, es su padre, jamás le haría daño a su hijo.

—No es su hijo, el es solo su tío, su verdadero padre lo mató el, y se quedó con su hijo y sus negocios.

—En cuánto Tobio Kageyama llegué a la cima y lo descubra todo, Toshio sabrás que es si fin.

—Mas te vale que funcione, porque si no es así, te juro que será el último día que vez la luz del sol, y me importara una mierda tu hija, ¿Entendiste Takeda?

—Si - hace una leve reverencia y sale.

Casa de seguridad

— Buenas noches, bien apartir de hoy seré su instructor, mi nombre es Inuoka, antes que nada me gustaría conocer sus nombres.

Cada uno de ellos se presentó y empezaron con su entrenamiento.

Dos semanas después....

— Bien el día de hoy por fin han culminado por el momento, fueron dos semanas provechosas y una vez salgan de aqui sigan con el entrenamiento.

— Fue un gusto conocerte Inuoka, quizás podamos mantener contacto.

— Siempre shouyo, Kenma, Yamaguchi y Sugawara, espero que nos mantengamos en contacto.

Todos: —Si

Una vez se despidieron fueron a dentro de la casa de seguridad, se dieron una ducha, y después bajaron.

—Antes que nada buenas tardes.

—Daichi, ya estamos aquí.

— Bien, es hora de partir, tomen las cosas necesarias y nos vamos.

— Mandarina apresurarte, tengo cosas que hacer.

—Ya voy.

Todos subieron y empacaron lo esencial, al cabo de unos 10 minutos bajaron con unas maletas, salieron de esa casa y se subieron a autos distintos y se dispusieron a partir.

—¿Cómo fue el entrenamiento?

— Bien, supongo - lo dice en un susurro mientras toda su atención lo pon en la consola.

—¿Podrías dejar esa consola por un momento?

—Nop.

Me pertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora