PRÓLOGO

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Hace ya tiempo en el gran y próspero Reino de Prusia se escuchaba un pequeño llanto entre las paredes de aquel, para algunos, aterrador palacio. Se trataba de un bebé de no más de pocas horas que es consolado por su nana la cuál no podía evitar llorar junto a él.

–Tranquilo–lo mecía en sus brazos–
Se que extrañaras el calor de tu madre pero me vas a tener a mi y te voy a dar el cariño que te hace falta.

–!!! Callalo de una vez!!!–gritó aquel hombre  –Ese hombre es el reino de prusia, un hombre de cabellos azabaches y rizados. Con unos hojos verdes que podrían atravesar el alma de la persona con la que haga contacto visual.

Estaba agotado, había acabado de perder a su esposa y creó un rechazo inentendible hacia su pequeño hijo, el cuál debería ser su único consuelo. La sirvienta estaba asustada por el comportamiento de su rey pero no quería cuestionar, pues ya sabía lo que le pasaba a los rebeldes que osaban en juzgar sus acciones.

Sentro su vista al pequeño bebé que ya se había calmado hace unos minutos tan pequeño e indefenso. Un ser puro y sin malicia alguna de cabello castaño claro y ojos del mismo color que el de su padre.Los que lo han visto sonreír dicen que se parece a su madre una mujer de corazón bondadoso, la única rosa entre la hierba. Que logró poner a sus pies a uno de los hombres mas famoso de la época. Ella esparaba con gran alegría a su hijo pero de un momento a otro se deterioró su salud al punto que solo le quedaron fuerzas para nombrar a su único hijo Deutsches Kaiserreich.

Su infancia se podría resumir en tutores, libros, reglas y sin amigos. Fue catalogado como un prodigio a los 10 años ya sabía al menos 7 idiomas a la perfección. Dotado con la espada victorioso en  muchos duelos contra sus profesores. Pero para su padre seguía siendo un ser inferior que nunca debió nacer.

Bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora