El vuelo de regreso a París había sido una completa tortura para el diseñador, las imágenes no paraban de reproducirse en su cabeza, se sentía molesto por haber hecho llorar a Chan y por otro lado trataba de darse valor repitiéndose que había hecho lo correcto al plantearle un ultimátum al empresario.
En un momento no pudo contenerse más y rompió en un llanto silencioso y lastimero. Tenía miedo de perder a su amado novio, y esperaba con todo su ser que Chan lo eligiera a él y que al terminar el mes ambos estuvieran juntos. Emily, una de las azafatas se le acercó preocupada, pues conocía de sobra a Hyunjin, su "pasajero especial" como ella le llamaba cuando hablaba con sus compañeras de vuelo, siempre viajaba una o dos veces al mes a New York, con una mirada cargada de esperanza y alegría a contrario de cuando volvía a París cargado de tristeza, pero esta vez algo verdaderamente malo le debía de estar pasando, pues estaba llorando, aunque se esforzara en cubrir su rostro bajo unas inmensas gafas de sol.
— ¿Monsieur, se encuentra bien? — Cuestionó la pelirroja. Hyunjin asintió evadiendo su mirada — ¿quiere que le traiga algo de comer o beber?
— Un whisky — respondió lacónico, con voz rasposa. Generalmente no le gustaba beber mientras viajaba, pero necesitaba algo que lo ayudara a calmarse.
— Bien, enseguida se lo traigo, si necesita algo más no dude en decírmelo por favor — el joven franco-coreano asintió. No quería hablar, tenía un nudo en la garganta y solo deseaba llegar a Paris y encerrarse en su estudio e ignorar al mundo. Contempló su teléfono y estuvo tentado a encenderlo, pero no lo hizo. Segundos después Emily volvió con un vaso de whisky y se lo dio. Bebió un par de whiskies más hasta quedarse dormido en su asiento de primera clase. La aeromoza, lo cubrió con una manta y se lamentó por lo vulnerable que lucía su pasajero favorito, tenía todos los signos de un corazón roto.
Siete horas y media después, Hyunjin era despertado, para que abrochara su cinturón de seguridad, ya que el avión estaba a punto de aterrizar. Tenía un fuerte dolor de cabeza y su rostro era un verdadero poema. Emily lo ayudó con el cinturón, luego de un par de intentos fallidos del rubio, quien al estar parcialmente bajo los efectos del alcohol no lograba coordinar sus movimientos. Cuando el avión finalmente aterrizó, se vio obligado a aceptar la ayuda de Emily para realizar los trámites de aduana, le dio las gracias a la mujer por toda su ayuda y atenciones, y se despidió de ella con un "hasta pronto" saliendo por una de las grandes puertas de cristal del aeropuerto. Por la mente de Hyunjin pasó la idea de llamar a su fiel amigo y asistente para que fuera a recogerlo como siempre lo hacía, pero era domingo y supuso que éste estaría pasando el día con su pareja. Suspiró fastidiado y decidido abordar un taxi para que lo llevara hasta su estudio, el único lugar donde tenía total libertad de hacer lo que quisiera.
El paso de la luz a la sombras dentro del estudio del diseñador eran un verdadero matiz de colores grisáceos, que en otro momento hubiesen provocado que se pusiera a crear todo tipo de atuendos, basados en esta magnética hogaza de luz invernal. Estaba tirado sobre el frio mármol en medio de su estudio, a su lado una botella de vino tinto a medio acabar, un cenicero repleto de colillas de cigarrillo y una cajetilla vacía de estos.
Escuchó como se acercaban unos conocidos pasos por el pasillo sin inmutarse en abandonar su tétrica posición. Unas breves palabras en un inglés con un marcado acento australiano en lo que reconoció como maldiciones por no encontrar la llave correcta lo hicieron negar con la cabeza, su asistente podía encargarse del mundo entero con su dedo índice, pero no podía recordar nunca cual era la llave del estudio. Finalmente, el sonido de un "click" se escuchó, la puerta se abrió y el asistente pudo finalmente entrar al estudio, encendió las luces llevándose un gran susto al ver a su jefe tirado en el suelo inmóvil.
— ¡Oh por Dios! ¡Hyunjin! — gritó y corrió hacia el diseñador. Hyunjin hizo un ademán con su mano derecha para que se calmara y dejara de gritar.
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UTIMÁTUM
Short StoryHwang Hyunjin es un joven diseñador sur coreano, que a sus veinticinco años ha logrado alcanzar todo cuanto se ha propuesto conseguir, abiertamente gay, impulsivo, pasional y sobre todo libre, conoce un día por accidente a Bang Christopher un joven...