capitulo 4

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Harry abrió su puerta con dificultad, tardando unos siete minutos en poder colocar las llaves correctamente, entró mareado directamente a su sofá, abrió una de las finas y pequeñas puertas que había debajo de su mesa de centro, sacó un whisky que tenía ahí ya hace tiempo.

La ciudad vivía, pero el se quedaba pausado, el era oscuro y gris por dentro, una tormenta caía sobre él, mientras que a todos los demás los alumbraba el sol, el perdió al suyo.

Pronto consiguió trabajo, un apellido tan sonado como "Styles" en el mundo de los negocios sonaba, y el tenía la vida perfecta a simple vista, pero si lo veías detenidamente, si lo veías fijamente a los ojos, notabas a estos cansados y sin luz, como una luciérnaga esperando su brillo, su semblante cansado a pesar de ser un sábado, su ánimo caído con un simple café amargo en las manos, su cabello desordenado y con un mal corte hecho por el mismo, su boca con aliento a alcohol casi todos los días, un whisky amargo que parecía sólido al probarlo, sus ideas pesimistas de la vida, el y su fallido intento de vida feliz.

El fuerte líquido pasaba lentamente por su garganta haciéndola arder, en cuánto se acababa lo que servía no dudaba en poner aún más en su vaso, no fueron muchos los tragos que pasaron para que Harry optará por tomar directamente de la botella, está era transparente dejando ver el líquido del mismo color, letras azules y pequeñas, desprendía un olor muy fuerte al abrirse.
A decir verdad, su mente ahora estaba en blanco, ningún pensamiento en específico invadía su mente, más bien eran una combinación de estos, haciéndolo estremecerse al tomar el whisky acompañado de un amargo recuerdo, con las situaciones que había vivido antes, era muy normal que todo le diera igual para concentrarse en si mismo, desde que lo perdió a él... Se volvió narcisista y antipático, siendo una versión muy opuesta quién era antes.

Sus ojos se entrecerraron, solo logrando ver al techo, la luz que le lastimaba la vista, todo se movía y daba vueltas, su frente sudaba levemente, su saco ya estaba en algún lugar de su lujoso departamento aventado. El whisky se agotaba rápidamente, solía ir a fiestas todos los días, pero le ha encontrado el gusto a embriagarse solo. Reía a la nada, las paredes se movían y el techo se hundía. Harry caminaba torpemente por todo el apartamento intentado huir de su propia sombra, claro que eso no era efecto de un simple whisky, digamos que encontró ciertas sustancias que lo alejaban de la oscura realidad.

Ahora estaba tirado en su alfombra, viendo cómo daba vueltas el ventilador, se hipnotizaba con la velocidad de este, llevaba ahí ya unos treinta minutos, esperando a que su vida mejore de la nada. Lo tenía todo, tenía la pantalla de último modelo, tenía la cocina eléctrica más cara aún sin usarla, tenía las mejores botellas de vino, las cuales devoraba en cuestión de noches, lo tenía todo, menos su propia felicidad. Ya hacía tiempo desde que su corazón tenía un vacío que nada ni nadie podía cubrir, decenas de mujeres se le acercaban en las fiestas, y más de una ha estado en su cama, pero el termina corriendolas y tirando las sábanas, incluso se había acostado con hombres, pero nada lo llenaba, no sabía cuál factor faltaba en su vida, porque a ojos de todos el tenía la vida perfecta.

Tal vez fué desde su partida.

Descartaba cualquier pensamiento que tuviera que ver con su amor juvenil, quería olvidarlo por completo, pero a pesar del tiempo, más de una vez sus ojos océano inundaban sus pensamientos, ahogándose en la nolstalgia y el alcohol.

De pronto, cayó en cuenta que ahora veía una luz en el techo, una luz tan grande, y tan brillante que lo lastimaba, una brisa fría inundó su rostro dejándolo helado, ahora delante de el estaba un cuerpo de pie, unos ojos tan familiares que lo llevaron al pasado, complexión delgada y no mucha altura, labios delgados y rosados, y sus ojos, los cuales hicieron a Harry levantarse de un brinco.

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