Regalos

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Ya habían pasado años desde que la humanidad fue salvada, los "héroes" de ese tiempo y población original del reino científico ya habían formado sus propias vidas conforme al progreso de la civilización y algunos incluso ya contaban con una familia por la cual luchar, entre ellos estaba Senku Ishigami, el líder original y también conocido como "Dr. Stone" en ese nuevo mundo.

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Esa última semana sus hijos y esposa se empezaron a comportar de forma extraña, pensó Senku, mirando por décima vez como Kanade, su hija, bajaba las escaleras del segundo piso completamente sucia y llena de las ramas del árbol que estaba junto a su ventana, cuando hace solo quince minutos no había nadie en su habitación.

Tampoco era raro, pero lo estaba haciendo demasiado últimamente hasta el punto de ser inquietante por lo menos, después de todo ella solo tenía siete años.

—¿A dónde fuiste, cría de leona? —preguntó al volverla a encontrar, aprovechando que estaban solos en el piso inferior.

Notó como Kanade se tensó antes de responder, sin esperarse esa pregunta.

—Ja. No sé de qué hablas padre, estuve en mi habitación como buena niña todo esté tiempo —intentó responder con una sonrisa nerviosa y poco convincente—. Y como buena niña que soy, tengo que salir a... alimentar patos, si, eso.

Era ridículamente una obvia mentira, algo que sacó de su madre, al menos era divertido verla intentar, pensando eso se le salió una sonrisa.

—Kukuku, sí, como digas, cría de leona —afirmó antes de dejarla ir.

Kanade lo miro de forma extraña antes de seguir su camino, preguntándose porque salió por el frente de la casa cuando aún tenía la ventana, aunque sin la rama que la ayudaba a bajar.

—Nos vemos en la noche —se despidió ella.

—Intenta que al menos no te atrapé la policía en esta ocasión —comentó sin quitar su sonrisa divertida, una que se agrando al notar como su pequeña hija volvía a tensarse antes de correr a las afueras de la casa.

Poco tiempo después de eso llegó Kohaku al primer piso, con una bolsa en mano parecía que iba a salir y realizar algunas compras, algo también muy extraño.

—Leona ¿Y tú a dónde vas? —preguntó delatando su presencia, sacándole un grito ahogado a su esposa antes de que ella le tomara atención.

—Ja, primero, no me llames leona, y segundo, solo voy a acompañar a mi hermana y sus hijos para comprar algunas cosas, no tardaré mucho —respondió sin quitar el tono nervioso de su voz, delatando su mentira a medias.

Igual que hizo con Kanade, solo la dejo ir sin muchas preguntas, ya averiguaría las actividades de ambas mujeres por su cuenta más tarde, en el caso de Kanade, quizá buscándola colgada de un árbol otra vez.

Dejando ir a Kohaku, el siguiente que llegó desde el sótano principal fue Jiyū, quien intentó correr al baño con la ropa y rostro llenos de manchas multicolor, ni siquiera saludó para intentar ser invisible, algo que tampoco funciono.

No sabía qué hacía Jiyū en el sótano, pero tampoco le preocupaba al ser el más tranquilo y calmado de sus hijos, aunque también era sospechoso.

Jiyū volvió a entrar al sótano y no salió desde entonces.

Parecía que estaba solo ese día, ni siquiera podía volver al laboratorio y seguir con la máquina del tiempo porque sus compañeros también tomaron el día libre y Chrome tenía las llaves, aunque podría usar un poco de galio para explotar la cerradura. No era mala idea, pensó.

One-shots PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora