-Yo soy la reina! La Sultana Hürrem y nadie puede desafiarme, pagarás caro está traición!
«Lloraras lágrimas de sangre y vas a Rogar para que me detenga».
Un año había pasado, desde mi llegada a persia, había hecho muchas cosas por mi cuenta, había logrado levantar varios Albergues en diferentes puntos de persia.
Persepolis, la capital, Babilonia, y susa.
Había arreglados calles, convirtiéndola de calle polvorientas a un lugar limpio y bonito, mande a plantar árboles para que el ambiente estuviera más fresco.
Persia había cambiado mucho gracias a su nueva monarca, y creo que pueblo lo sabía, me habían dejado de tallar como "enemigo" de su imperio.
Todo está relativamente tranquilo, excepto que la señorita beyhan logró colocarse a los aposentos de mi rey, perturbando mi paz.
Alguien poderoso la ayudaba, pero mientras más intentaba averiguar quién era...Más estancada quedaba.
— Madre Sultana Ava...— bese la mano de la abuela Sultana.
Está sonrió.
— ¿Cómo amaneció? — pregunta de muy bien humor.
— Feliz majestad...— dije con una sonrisa
— Iremos a su albergue hoy...— dijo tomando su taza de café...Ella me mira a los ojos interrogante. — ¿Ariana irá?
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Negué.
— No, la madre del rey no se siente bien...Pero la sultana Eva y Aria si nos acompañaran.
La mujer se quedó en silencio pensativa. A veces me gustaría tener el poder de escuchar los pensamientos de los demás.
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— Es usted una reina muy buena....Pero también inocente.— agrego mirándome fijamente
Yo me mordí el labio inferior ¿Que no estaba viendo? Me comportaba más como una sultana que como una reina....Las concubinas del harem la mayoria estaban en mi contra.
Alguien las estaba envenenando en mi contra.
Iba a responder cuando las puertas fueron abiertas y Eva, aria y Atike ingresaron a los aposentos.
