Erna Hardy era una chica de buenos modales. Ahora que creció y se convirtió en una dama educada, debía de convertirse en una esposa refinada. Para resumir el contenido de este extenso párrafo, fue un resultado diferente de lo que ella esperaba, ya que destruye especialmente su oportunidad de ser una buena esposa para un hombre decente.
"No puede ser"
Los ojos de Erna, que han estado viendo hacia abajo a una carta durante un largo tiempo, estaban completamente llenos de determinación diciendose a sí misma.
"¡Esto es ridículo!"
Incluso pensándolo dos veces, la conclusión era la misma. Levantándose de su asiento, Erna caminó hacia la ventana. Era una tarde, cuando los deslumbrantes rayos del sol de primavera entraban calidamente, pero se sentía depresivo.
Abriendo las puertas con un sonido chirriante, se sentó en el marco, sosteniendo ambas rodillas cerca de su pecho. Ubicado por sobre la montaña el paisaje del pueblo se podía ver desde la mansión de los Badens. La mirada de Erna, deteniéndose brevemente en la única silla situada en el jardín, viajo lentamente por las suaves pendientes de vegetación, los arroyos, las colinas cubiertas por cerezas amarillas.
El mundo no está ínteresado por la desgracia de una persona.
Obviamente esto la hizo sentir incomoda. Incluso si tenía una familia amorosa y estaba al borde de ser expulsada de este lugar lleno de vida, un mundo lleno de una alegria primaveral era hermoso. Si alguien escuchara está estúpida queja, se reiría. Se sintió aliviada, con un poco de cinismo.
"¡Lady! ¡Lady Erna!"
La voz de la senora Grave, una ama de llaves, buscándola del otro lado del pasillo. Al parecer ya es la hora de almorzar.
"¡Si, aquí estoy! ¡Ya voy!"
Mencionó Erna. Bajándose rápidamente del marco de la ventana. La ridícula carta estaba escondido muy al fondo de un cajón para no ser vista, y su ropa desordenada estaba reorganizada.
Ella estaba bien.
Mientras se dirigía al comedor del primer piso, ella murmuraba como si estuviera memorizando un hechizo.
"Esta bien. Todo estará bien"
"¿Haz visto algún abogado, Erna?"
La Baronesa Baden, quien ah estado comentado sobre el clima de hoy y la nueva escultura, se le ocurrió decirlo solo después de haber terminado de comer. Intento estar en calma, pero sus ojos mostraron un indescriptible nerviosismo.
"No, abuela, aún no"
Erna respondió en un tono severo.
"Me aseguraré de conocer a uno antes de que la semana termine"
Los rayos de sol que atraviesan a través de la ventana caen sobre Erna, iluminando su cuello y cintura. Su corazón latía con fuerza, sus labios se estaban sacando, y sus dedos se cerraron en puños. Afortunadamente, la Baronesa asintió sin hacer más preguntas.
"Si, tu deberías. Desearía poder encontrar alguna manera"
Un suave suspiro se sintió en el aire de una habitación demasiado quieta.
Ella observó a su abuela, y miró sus manos sobre sus rodillas. Se ha vuelto anciana y frágil en un mes. Ella ha perdido a su marido de un momento a otro y entregaría todos sus pequeños bienes a un pariente que no es mejor que los demás. Entonces, ¿como ella podría decirle la verdad?
Erna volvió a su postura correcta, tragando el nudo seco de su garganta. Sus labios estaban obstinadamente sellados, para no revelar la verdad.
De hecho. Había conocido a un abogado antes. La respuesta que le dio no era muy distinta a lo que Erna ya sabía.
Al no tener un hijo varón, las propiedades del Baron Baden serían heredadas a su sobrino.
Erna sabía desde hace mucho de que aún existía leyes tan estúpidas. Era molesto e injusto, pero si no había manera de cambiar las leyes, tenía que hallar una contramedida.
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El príncipe problemático
Romansa¿Se encuentra bien el hongo venenoso real? El prodigioso hijo de la familia real, el tan amado príncipe del Reino de Lechen, tuvo que dejar la corona a cambio para ser la figura principal de un escándalo sin precedente. El hongo real, Björn Denyste...