capítulo 1

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Aquella madrugada era como todas las otras: fría y hermosa, pues era mi primer día de escuela y eso siempre me agradaba. Extrañaba a mis amigas, extrañaba estudiar, tener mi cabeza ocupada, pues para una niña como yo era la mejor manera de mantenerse completa.
Llegué a la escuela, me sentía emocionada, estaba con mis amigas. Imaginamos que el día empezaría como todos los años y fue así, nos llamaron a todos los estudiantes para que nos integráramos en el patio, lo hicimos, nos iban a presentar a todos los maestros y directivas -que basura, los mismos ancianos de siempre- pensé. No pusimos mucha atención a lo que decían, al fin y al cabo lo decían todos los años, pero hubo algo que me llamo la atención, bueno en realidad no fue algo sino alguien, era alto, con unos ojos y una sonrisa encantadora, su cabello era algo claro y tenía la piel como la de un niño, su nombre era Gustavo, parecía algo fastidioso como maestro, no me dieron ni ganas de tener clases con él, pero había algo que me gustaba, tal vez era su sonrisa o esa hermosa corbata que tenía, algunos pensarán que es raro que me interese en una corbata y sí, lo es, pero deben saber que muero por ellas, y esa era de un color rojo encendido que me enloqueció.
Nos pasaron a los salones, nos mostraron nuestros directores de grupo; recuerdo que el nuestro era divino, todas se morían por él, como si fuera la mejor persona del mundo. Su nombre era Josué, su voz me molestaba demasiado, pero me agradaba. Josué nos dijo todo lo que iba a suceder en el año y como lo iban a hacer, en resumen nos dijo todo lo que necesitábamos saber para sobrevivir ese año en la escuela, como si no lo supiéramos. Pasamos casi dos horas escuchándolo, ¡que flojera! Ya no quería escucharlo más, ya no lo soportaba, hasta que por fin sonó el timbre, salimos y escuchamos música de esa que alegra a cualquiera y para mí eso era sinónimo de bailar, me fascinaba y más con mis amigas; molestaba mucho con ellas, hacía y decía cosas que nos mataban de risa. Ese recreo fue uno de los más divertidos porque después de que se acabara, nos sacaron a jugar más tiempo, toda la escuela tenía que participar, nos hicieron una pista de jabón y nos mojamos mucho, fue divertido, me gustó.
La jornada acabó y salimos. Bueno, mi casa estaba muy lejos de la escuela entonces debía tomar transporte público, para mí no había ningún lío con eso, me iba con dos amigas más. Tomamos el autobús y adivinen quien estaba en él, nada más y nada menos que Gustavo y una maestra, ella era Paula, nos enseñaba geografía, me agradaba, era una de las pocas maestras con las que aprendía de verdad, era la mejor, de eso no tengo ninguna duda. Iban hablando y nosotras decidimos sentarnos lo más lejos posible para que ellos no escucharan nuestras conversaciones ni nosotras las de ellos, igual sería muy aburrido escucharlos.
-¡ja! Como si los maestros tuvieran una vida- dije
-tienes razón, no deben hacer mucho- respondió "susi"
Les contaré acerca de susi, su nombre verdadero era Susana rojas, la quería muchísimo, casi como a una hermana menor, en ese entonces llevábamos casi seis meses de amistad y me apoyaba mucho, cuando algo me salía bien ella se alegraba. Duré casi un año para encontrar amigas, fue duro, era muy tímida, cuando llegué no socialicé mucho y para una persona de esa edad era muy importante, mucho más en la escuela, todas querían ser la más linda o la más popular y para lograr eso debías tener buenas amigas y por "buenas amigas" me refiero a gente que conozca más gente, los grupos grandes eran los más populares, pero al final ¿qué lograban? Nada, en un grupo de 15 personas había una o dos que realmente sabía lo que hacía y aprendía día a día lo que, se supone, debíamos aprender en la escuela. No les voy a decir que no me interesó nunca estar en uno de esos grupos porque mentiría, pero nunca estuve en ellos porque al llegar a la escuela, sabía que era más importante ser uno mismo y antes no me había interesado por ser bonita o popular, yo... solo quería tener alguien con quien hablar de todo. Me agradaba la gente intelectual, me encanta estar rodeada de personas que saben lo que realmente pasa en el mundo y lo que hay que saber de él, los que ven de otra forma las cosas y los que ven más allá de lo que ve la mayoría, yo logré tener esa clase de amigos en la escuela y en donde vivía.
La mayoría del tiempo estaba con la misma gente en la escuela, mis amigas; Susana, Andrea, Valeria y Abril. Una de mis mejores amigas era Andrea, la llegué a querer más que a cualquier otro amigo, hacíamos casi todo juntas, a Valeria la conocía desde hacía casi 12 años y me sentía bien con ella y Abril, ella era divina, era muy juiciosa y organizada, era una niña chiquita y me molestaba con lo que fuera. Ellas eran mi mundo en la escuela, pero ese año cambió todo, hasta yo.

Lo que no debería sucederDonde viven las historias. Descúbrelo ahora