capítulo 6

44 1 0
                                    

-Hola- escribió

-¡¿Hola?! ¿cómo estás?

-bien, algo cansado ¿y vos?

-bien, supongo.

No noté nada diferente en él después de haber dicho que me gustaba, solo que teníamos muchas cosas que decirnos aquél día, pero bueno, no importa. en ese momento no me interesaba en lo absoluto.

vuelvo a decirles que no fue para nada fácil terminar con Ángel, pero tampoco fue fácil verlo sufrir por mi culpa, en realidad no fue fácil nuestra vida en ese momento y tendríamos que cambiar eso de la manera que fuera. Ángel no soportó todo lo que estaba pasando; quería volverse loco. en un par de días ya parecía que se moría muy rápidamente, tomaba alcohol con desesperación y me buscaba (odiaba eso, lo odiaba con mi vida). en este momento pienso que fui un monstruo con Ángel, pero bueno, a veces no podemos controlar nuestras propias partes "malas".

en aquellos momentos comencé a entender muchas cosas y a agrandar o mejorar algunos pensamientos que ya tenía; resumido: tuve una visión más grande del mundo, entonces me preguntaba si yo era realmente una buena persona o si estaba haciendo lo correcto, si estaba creciendo o me estaba encerrando en mi burbuja, si estaba aprendiendo algo; en ese momento creía que sí, creía que era muy inteligente, no digo que fuera una bruta, pero sí era muy ilusa al pensar que la inteligencia me brotaba por los poros.

bueno, pasaron un par de semanas y ya estábamos a días de tener el día de los deportes (un evento importante para nosotros en la escuela), hacíamos bailes, muchos de nosotros mostraba un fragmento de lo que hacíamos como deportistas; nos gustaba, todo debía salir bien y estaba muy emocionada porque era la primera vez que todos iban a ver lo que yo hacía. había mucha gente, amigos, padres, profesores, entrenadores, familia. y adivinen quién va y la embarra lastimando a un padre, que vergüenza, quería morir, peor, quería que me mataran. Terminé siendo la burla, pero bueno... ya estaba acostumbrada a eso, a ser la burla, salí corriendo y llegué a un lugar donde no había gente, lloré como nunca. Allí llegó Gustavo, dijo que por eso yo no dejaba de ser la mejor y luego llegó Abril y Susana para consolarme cómo si eso sirviera de algo.
En fin, el evento terminó y al salir, Gustavo habló un poco conmigo y mi mamá nos vio, después preguntó si él era quien me gustaba, "por favor, mamá, es un profesor, nada que ver" dije, cómo si fuera cierto. Que pena.

Esos días no quería no volver a la escuela, me sentía decepcionada de mí y para entonces la opinión pública me afectaba un poco. Gustavo me ayudó con esas cosas, me dio algo de moral y me gustó eso. Volví a la escuela como si nada, no me importó, al fin y al cabo a nadie le importaba. Y así fue, a nadie le importó, volvimos a lo de siempre; estudiar, creo y bueno... hablar hasta por los codos, es normal, sobre todo en mí.
Clase con Gustavo, como siempre a la última hora. Llegó de bien humor. Por cierto, odiaba con su vida que comieramos chicle en clase y más aún si hacíamos bombas y explotaban. Esa clase la del chicle era yo, tengo que aceptar que amaba con mi ser joderle la vida, y a mis amigas también les gustaba eso. Hice una bomba y la hice estallar

-¡a ver la del chicle, para, por favor!- dijo Gustavo, casi que gritando.
-fue Patricia- respondió Nicolle (una de mis compañeras)
-¡sapa!- le dije, levantándome a botar mi amado chicle.

La clase acabó y salimos con Gustavo a tomar nuestro bus, dijo que él siempre sabía lo que yo hacía, pero no iba a demostrarlo delante de todo el curso; o sea que no quería tener problemas conmigo, pero que tratara de comportarme en su clase. Total, dijera lo que dijera, yo no dejaría de joderle la vida, sobre todo porque ya le gustaba a más de tres personas en mi curso y eso, ver eso era horrible. Me sentía impotente y triste porque cada vez veía todo más imposible, como si yo fuera cualquiera, como si no me viera, como si me pudiera morir sin que le importase.

Voy a contarles algo que puede interesarles o les puede dar asco, en fin. Algo que nadie nunca supo fue el hecho de que las niñas también me atraían, pero decidí que nunca sentiría nada por una ya que unos años atrás, una chica me hizo algo de daño. En realidad comencé a pensar que las niñas son más traicioneras, pensé iba a poder resistir sentir algo hacia una niña toda mi vida...

Era una niña feliz, me estaba enamorando locamente de un maestro, sí, me estaba enamorando ¡que tortura! Pero ¡que alegría tan enorme! Cada vez creía que Gustavo era perfecto, todo, absolutamente todo lo que necesitaba para crecer y aprender muchas cosas, creía que era un hombre que tenía el alma de un niño, nunca me había divertido así con alguien. Cinco minutos con él eran felicidad de 24 horas.

Pasábamos varios días juntos, comenzaron a ser más amenas las conversaciones y más frecuentes las salidas. Pasaron varios días así, con nuestras salidas y nuestras conversaciones hasta altas horas de la noche.

-estoy sola en casa y me aburro- le escribí
-que lástima que seas tan peque- respondió
-no, pues tan grande. Recordemos que aquí la grande soy yo-

Me gustaba decir babosadas para hacerlo reír, y funcionaba, mi inocencia era divertida y tierna, aunque puedo decir que era una niña algo corrompida y eso también le agradaba. Era muy imperfecta, habían muchas cosas de mí que Gustavo odiaba y aun así seguíamos saliendo y hablando.

Quería que él sintiera lo mismo que yo, pero a veces me confundía, decía que le agradaba, pero el hecho de que yo fuera menor, impedía toda oportunidad de que sintiera algo por mí, o por lo menos eso decía él. Para mí no era impedimento de nada, aunque en ese momento el mayor problema era mi mamá, pero por otro lado ¿a él quién le diría algo por quererme? Yo creo que nadie.

Lo que no debería sucederDonde viven las historias. Descúbrelo ahora