Habían pasado dos días desde que habíamos llegado a este mundo.
A esta mierda, más bien.
Aún no puedo olvidarme de los acontecimientos de ese día, simplemente no. Recuerdo la cara de los pequeños, la esperanza en sus ojos al verme, la promesa vacía que les hice, como los ilusioné en vano, y como fui tan tonta en no percatarme de las intenciones de los sujetos.
Todo es mi culpa.
Incluso, el hecho de que mi mejor amigo estuviera lastimado.
El no me había dicho que una parte de la navaja del sujeto le rozó un poco, cerca a la cintura. Aún así, yo no pude moverme de ese lugar, por lo que tuvo que sacarme cargando; lo cual simplemente empeoró su condición.
Al llegar ni siquiera tuve la fuerza para poder apoyarlo en curar su herida, así que él terminó haciéndolo como podía, cosa que por mi rabillo del ojo vi que hacía mal, sin embargo, no podía moverme. Aún no puedo.Probablemente cualquiera piense que para ser una estudiante de medicina no estoy tomándomelo con la frialdad que se caracteriza. Puesto que para estas situaciones debemos estar preparados, ya que en algún momento veremos gente morir, e incluso llegar en condiciones críticas.
Eso lo sé perfectamente.
Sin embargo, esto no es igual. No estoy viendo gente que se ha accidentado, que adquirió una patología, gente a la que intentaron robar, o una persona herida por un atentado o una bala perdida.
Presencié un asesinato justo en mis narices.
Es completamente distinto que la persona llegue mal, que ver tú mismo como la asesinan en tus ojos. En especial cuando se trata de niños. Además, con los niños creamos una conexión especial antes de aquello (los entendía solo yo a decir verdad, quizá es porque he vivido conflictos similares al que me contaron). Lo que me atormenta no es solo ver sus cuerpos sin vida, sino haberles hecho una promesa. Esa maldita promesa me mantiene atada al sufrimiento.
Es mi culpa.
Me atormenta el hecho de que no haya medido la gravedad del asunto. No me tomé enserio ese juego hasta que vi como se asesinaban entre ellos por sobrevivir. Probablemente, si me lo hubiera tomado como corresponde y haberme alertado como Nico hizo, ellos seguirán con vida.
Me siento como la mierda, y lo peor es que no puedo decir que me siento como la mierda.
No quiero preocupar a mi mejor amigo, de por si está mal con su herida como para darle otra preocupación más. Lo conozco, y probablemente el pondría mi persona muy por delante de él y su bienestar. Me quiere mucho, aunque no quisiera que lo haga de esa manera, quiero más. Soy codiciosa, lo sé, pero siento que no puedo permitirme perder lo que tenemos, no lo soportaría. De modo que no intento ni espero nada más.
No puedo dejar de pensar que maté a dos personas producto de mi rabia. No soy mejor que ellos, definitivamente no. En ese momento, mi mente solo se había nublado, no pensaba ni en blanco ni negro; simplemente el pensamiento y raciocinio se fueron de mi cuerpo como una exhalación. La rabia me volvió loca, el miedo a perderlos, pero sobretodo, y en el fondo yo lo sé, no quería perderlos porque sabía que me iba a sentir culpable como en estos momentos, porque no quería cargar con dos muertos en mi espalda culpa de mi ego por querer ser la salvadora de todos.
Soy muy egoísta.
Me siento peor por mí que por ellos. No niego que me impresione y me apriete el pecho haberlos visto morir, sin embargo, más me duele la culpa que siento, el remordimiento conmigo misma, y que es un recuerdo que marcará mi estupidez completa.
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Perfosis
FanfictionLuchia, una estudiante de medicina, la cual cumple su sueño de viajar a Tokyo Japón por las vacaciones es envuelta en un mundo extraño luego de encontrarse en la famosa Shibuya. Ella en borderland experimentará pérdidas. Este mundo caótico al que a...