Capitulo 3

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– ¿No te abrocharás el cinturón de seguridad? – pregunté lanzándole una mirada de desaprobación.
– Lo siento, es un mal hábito – respondió abrochándose el cinturón.
El camino a la escuela fue algo lento ya que había tráfico, pero sorprendentemente el tiempo al lado de Eliot pasaba como un rayo, entre canción y canción en la radio llegamos justo a tiempo antes de que sonara la campana.
– Llegamos sanos y salvos pequeña Grace – dijo Eliot estacionando su camioneta.
– ¿Pequeña Grace? ahora tenemos apodos – pregunté en tono divertido.
– Si bueno, eres más baja de estatura que yo, así qué – contestó sonriendo ampliamente.
– Eres increíble, como sea… gracias por el viaje y suerte en clases – agregué saliendo de la camioneta alejándome.
– Cuando quieras pequeña Grace – gritó provocando que otros chicos me miraran.
Las clases comenzaron, Estefan y yo compartíamos la mayoría de ellas, después del primer periodo nos encontramos con Cassie quien estaba emocionada por una obra que presentarían con el grupo de teatro.
– ¡Rayos! Llegaré tarde – bufó Estefan mirando su reloj y guardando sus libros.
– Tarde para que – quiso saber Cassie.
– Las pruebas del triatlón, son hoy, vendrán a verme ¿cierto? – pregunto, Cassie y yo nos miramos y después asentimos – como las amo, bien las veo en la piscina.
– Deberían de darle un tranquilizante, siempre está haciendo ejercicio – dijo Cassie.
– Que esperabas, su mamá es una atleta olímpica, lo lleva en la sangre – respondí sonriendo.
– Sí, bueno andando… quiero alcanzar un buen lugar en las gradas – pidió Cassie tomándome del brazo.
Cuando llegamos a la piscina efectivamente solo quedaban algunos asientos disponibles, al parecer a mayoría de las chicas amaban ver las pruebas del triatlón. Inmediatamente Cassie y yo encontramos un buen lugar en la primera fila justo frente a el carril de Estefan, quien al mirarnos nos saludó con euforia.
Algunas chicas gritaban cuando el silbato sonó, Cassie y yo gritábamos apoyando a Estefan, los chicos entraron en el agua nadando a toda velocidad.
– Mira eso – señalo Cassie a un chico en el último carril – es rápido.
– Sí, ya lo creo – respondí ignorando lo que señalaba.
– Oye, ¿no es el chico nuevo? ¿cómo se llamaba? – se preguntó a sí misma.
– Eliot – contesté curveando mi sonrisa.
– Pues es muy sexy – dijo Cassie mirando como salía del agua – ¿no lo crees?
– Cassie dices eso de todos los chicos – respondí riendo por la pregunta.
– Como sea, pero él es todo un bombón – finalizó acercándose a Estefan.
Mis ojos viajaron al cuerpo mojado de Eliot, era verdad que se notaba que hacía mucho ejercicio, sin embargo, mis ojos se desviaron a Estefan quien llamaba mi atención.
– Tierra llamando a Grace – dijo Estefan.
– Lo siento – dije acercándome a ellos – estuviste genial.
– Lo sé cariño, ahora a festejar – sugirió Estefan.
– Deberíamos ir a ese lugar de malteadas ¿qué opinas Grace? – preguntó Cassie.
– Claro, si – contesté mirando de reojo como Eliot platicaba animadamente con otros chicos – saben una cosa, adelántense y los veo en el estacionamiento.
– Como digas, solo no tardes – pidió Estefan – muero de hambre.
Cassie y Estefan se marcharon de ahí con un grupo más de chicos, y sin pensarlo me acerqué a Eliot lanzándole una toalla a la cara.
– Bien hecho, ¿qué acaso hay algo que no puedas hacer? – pregunté mirando como secaba su cabello.
– Pues, a decir verdad, la cocina no se me da mucho, la última vez queme unos pancakes fue vergonzoso – contestó sonriendo como era de costumbre.
– Felicidades, entraste al equipo, Estefan es el líder, te agradará – comenté.
– Sí, me dijeron que es uno de los mejores, por cierto, el viernes habrá una fiesta en casa de uno de los chicos del equipo ¿quieres venir? – preguntó acercándose a mí.
– Me encantaría, pero no puedo, Noah tiene un evento en la universidad y prometí ayudarlo, pero oye bebe mucho por mí – dije animándolo.
– Eso haré, brindaré por nuestra nueva amistad – comentó guiñándome el ojo.
– Eliot, anda el entrenador te quiere ver – dijo un chico corriendo a los vestidores.
– Me tengo que ir, pero nos vemos en la tarde, creo que ya podré dominar la máquina de refrescos – gritó mientras se marchaba.
Eliot se marchó y yo me reuní con mis amigos quienes esperaban impacientemente por mí en el estacionamiento.
– ¿Todo bien? – preguntó Cassie.
– Sí, ahora andando que no quiero llegar tarde al trabajo–  sugerí.
La verdad amaba cuando veníamos a la heladería del señor Floop, sus malteadas eran conocidas por ser una de las mejores del norte de Chicago, siempre con crema batida encima y algunos trazos de galleta.
– Me podría casar con esta malteada – dijo Estefan con un poco de crema batida en la nariz.
– Son deliciosas, debería de darnos la receta – gritó Cassie con la intención de que el señor Floop la escuchara.
– Cassie cariño si te diera la receta ¿dónde está mi negocio? – respondió el señor Floop, dedicándonos una tierna sonrisa.
– Bueno lo intenté – murmuró Cassie.
– Oye ¿y el chico nuevo? – preguntó Estefan alzando sus cejas
– ¿Que hay con él? – quise saber yo.
– ¡vamos Grace! No estoy ciego ayer pasé por el cine y estabas con él – comentó Estefan.
– Es solo un amigo, deberían conocerlo, es un buen chico–  respondí tomando un trago de mi maltada – bien tengo que irme o llegare tarde, pero un último brindis por Estefan y su victoria.
– Brindo por eso–  dijo Cassie.
La tarde pasó de maravilla, después de la heladería, Estefan me dejó en el cine donde Eliot platicaba animadamente con el señor Ralph en la taquilla.
– Llegaste temprano – dije sorprendida.
– Sí, y el señor Ralph fue muy amable en decirme algunos trucos del cine – contestó mirando a Ralph con complicidad.
– ¡Ralph! A mí no me dijo nada de eso cuando llegué –  dije indignada.
– Él preguntó – señalo a Eliot quien me miro con una gran sonrisa – pero si de algo sirve, sigues siendo mi favorita – dijo lanzándome un guiño.
– ¿Dónde queda la lealtad de hombres Ralph? – preguntó Eliot alzando sus brazos.
– Lo siento niño, pero ella llegó primero – respondió Ralph dejándonos solos.
Mi rostro no pudo evitar sonreír, mira a Eliot quien soltó una carcajada junto conmigo.
– ¡A trabajar! – indiqué.
El ojiazul siguió mis pasos hasta los vestuarios. El cine abrió sus puertas y mentiría si dijera que ese día fue tranquilo, la verdad fue un día de mucho trabajo, casi no pude hablar con Eliot excepto cuando hacia sus ridículos bailes que solo provocaban que soltara una risa de vez en cuando.
Los días pasaron demasiado rápido, entre las clases y el trabajo juraría que no se en qué momento llegué al fin de semana. De vez en cuando Eliot me recogía para ir a la escuela. Por su parte Estefan había conocido a Eliot y se habían llevado bien, al parecer tenían cosas en común. A quién no había visto mucho era a Cassie con todo eso de la obra su tiempo era corto.
El viernes en la tarde llegó rápido, al terminar la escuela fui directamente a la universidad de Noah, ese día tendrían la bienvenida del campus y necesitaba ayuda para competir en los diferentes juegos de atletismo, Estefan paso por mí ya que le había pedido su ayuda.
– ¿Estamos listos para vencer a los universitarios? – preguntó Estefan alzando la voz desde su auto.
– Gracias por hacer esto, sabes que lo compensaré – agradeció Grace subiendo al auto.
Al llegar a la universidad muchos chicos llevaban camisas de distintos colores con el logo de sus fraternidades y ahí entre el montón estaba Noah y Lizzie.
– Lizzie – grité llamando su atención, ella nos vio e inmediatamente se acercó a nosotros, detrás la seguía Noah.
– Gracias por esto, los de informática han estado de odiosos jurando que nos vencerán – dijo Lizzie fastidiada.
– Tengan, son las playeras de nuestro equipo – dijo Noah entregándonos dos caminas con el nombre de “Los castores”.
– ¿En serio? ¿castores? ¿de todos los animales? – pregunté mirando la camisa.
– Era eso o un cerdito – contestó Noah pintándose dos rayas en la cara.
– Me agrada, los castores son buenos construyendo – agregó Estefan poniéndose la camisa.
– Bien escuchen, serán diferentes pruebas, tendremos que pasar por el camino de lodo para después llegar a la pelea de cuerda y si sobrevivimos nos enfrentaremos a las pelotas mojadas – explicó Noah.
– A vencerlos – gritó Estefan chocando las palmas con Noah quien gritaba emocionado.
– Chicos – murmuró Lizzie cerca de mí – la ventaja es que estamos nosotras.
Los juegos dieron comienzo, la música le daba ambiente a todo el lugar, el primer juego fue atravesar un campo lleno de lodo para recuperar un peluche, los equipos estaban listos, nosotros estábamos listos, por mi mente solo pasaba un solo objetivo y era recuperar a ese osito.
El árbitro sonó el silbato y la batalla comenzó, Noah corrió lo más rápido que pudo empujando a otros chicos, pero estos impidieron su camino hasta que Lizzie se aventó sobre uno de ellos y lo tiró al suelo.
– ¡Corran! – gritó Noah esquivando al otro equipo.
Mis piernas reaccionaron a tiempo antes de que una chica me tirara, corrí un par de pasos, pero el lodo en mis pies me hizo resbalar y así fue como terminé llena de lodo por todo el cuerpo, Estefan me ayudo a levantarme, pero fue en vano ya que los dos caímos por lo resbaloso del lodo.
– ¡Grace! – gritó Lizzie con el peluche en sus manos lanzándomelo a mí.
Sin pensarlo di un salto tomando el peluche, mi corazón latía muy rápido cuando me levanté salí corriendo a la meta que estaba a unos cuantos metros de mí, detrás venían todos los chicos tratando de atraparme, pero mis piernas no eran tan rápidas, para mi suerte Estefan llegó a mi lado tomando el peluche y cruzando la meta.
– ¡En su cara! ¡ganamos! – gritaba Esteban mientras festejaba.
– ¡Si! Los castores son los mejores – gritó Noah lleno de felicidad cargando a Lizzie en los aires.
– ¡Castores! – grité festejando.
– Felicidades avanzaron a la siguiente ronda – dijo el árbitro.
Los chicos festejaban mientras Noah hablaba con el árbitro, al parecer algo había sucedido, pero yo estaba tan sedienta que fui hasta la mesa de bebidas y me senté bajo un árbol a descansar.
– ¿Grace? – preguntó una voz conocida.
– ¿Qué haces aquí? – quise saber mirando a Eliot.
– El novio de mi mamá insistió en enseñarme el campus, quiere que estudie lo mismo que él, finanzas – dijo mostrando asco – ¿y tú? tienes algo de lodo.
– Hoy es la bienvenida y Noah me pidió que lo ayudara – respondí mirando mi cuerpo todo lleno de lodo.
Estefan se acercó a nosotros corriendo detrás lo seguía Lizzie y Noah.
– ¡Eliot! el universo ha escuchado mis plegarias – dijo Estefan suspirando.
– Hola a ti también–  comentó el chico.
– Necesitamos tú ayuda – pidió Estefan.
– ¿De qué hablas? – pregunté mirándolo confusa.
– Es el árbitro, al parecer no podemos competir en campo traviesa a menos que seamos cinco en el equipo – explicó Noah
– Si no encontramos alguien, el otro equipo obtendrá nuestra victoria – continuó Lizzie.
– Déjenme ver si entiendo, ¿quieren que yo compita con ustedes? – preguntó.
– Si – gritaron Lizzie y Estefan al mismo tiempo.
– ¿Eres el chico del campamento cierto? – preguntó Noah observándolo.
– El mismo, me mudé hace poco – respondió.
– Soy Elizabeth, pero puedes llamarme Lizzie soy la mejor amiga de este mastodonte – dijo Lizzie burlándose de Noah.
– No tienes que aceptar, podemos encontrar alguien más – sugerí.
– Por favor, Eliot aceptará, es uno de los mejores del equipo, solo que no le digas a nadie que dije eso – amenazó Estefan.
– ¿Entonces? ¿aceptas? – preguntó Noah estrechando su mano.
– A ganar – respondió Eliot.
– Esto no puede estar pasando – susurré.
– Toma –  dijo Lizzie entregándole una camisa.
– Castores, me agrada – comentó cambiándose la camisa por la del equipo.
– Pero tus converse – dije señalándolos.
– No importa, si voy a ensuciar mis tenis ganaremos pequeña Grace – agregó acercándose a Estefan para que le explicara todo.
La hora llegó, los demás equipos y nosotros nos preparamos a las afueras del campus cerca de la entrada al bosque.
– Bienvenidos a esta carrera, todos los equipos aquí presentes deberán encontrar la bandera blanca, al lado de la bandera hallaran pistolas de bengala con el nombre de su equipo, el primero en llegar deberá lanzar una señal, todas las pistolas tienes colores diferentes, el primero será el ganador – explicó.
– Escuchen, nos separaremos – explicó Noah.
– ¿Qué? no, debemos estar juntos – dije alterada.
– Cubriremos más terreno si nos separamos – continuó Noah.
– Tiene razón – dijo Eliot.
– Tú deberías de apoyarme eres mi amigo – expliqué, Estefan solo sonrió al ver mi cara de preocupación.
– Estarás bien Grace – dijo Lizzie apoyando su mano en mi hombro.
– En sus marcas… listos, fuera – gritó el árbitro.
En cuanto inició la carrera todos nos adentramos en el bosque, algunos equipos tomaban caminos juntos y otros como nosotros se separaban, Noah y Lizzie corrieron en direcciones separadas, Estefan y Eliot se adentraron con rapidez por uno de los caminos señalados, mientras que yo no tuve más opción que seguir andando. Mis pies cada vez estaban más cansados, pero para mi suerte cerca de mí, detrás de unos grandes árboles, unos chicos discutían sobre la bandera la suerte me había sonreído ya que sin querer escuché que la bandera se encontraba en medio del lago.
– El lago – susurré mirando el dibujo de una ola sobre una roca y una flecha – este debe ser mi día de suerte.
Sin pensarlo seguí el camino que conducía al lago, hasta que escuché un ruido extraño, mire a mi alrededor, pero no había nada, sin embargo, sentí como una mano tapó mi boca y me empujó al suelo.
– Suéltame – amenacé hasta percatarme de que era Eliot quien solo hizo una señal para guardar silencio – ¿qué haces? – pregunté aun murmurando.
– Shh, mira – señalo a un par de chicos de otro equipo.
A los pocos minutos los chicos retomaron su camino.
– Casi me matas del susto – dije levantándose del suelo.
– Lo siento, pero escucha creo que se dónde está la bandera – explicó
– Si lo sé, en el lago – respondí – escuché a unos chicos.
– Entonces hay que darnos prisa – sugirió.
Yo seguía sus pasos, hasta que llegamos al lago, pero para nuestra desgracia otros dos chicos se acercaban con gran velocidad.
– Tenemos que llegar antes que ellos… corre Grace ¿sabes nadar? – preguntó
– Claro, es decir no me ahogo – contesté con sinceridad.
– Bien entonces necesito que los distraigas ¡ahora! – gritó Eliot entrando en el lago.
Los dos chicos se percataron de Eliot y corrieron con más prisa para llegar antes que él, mi mente daba demasiadas vueltas ¿cómo iba a detenerlos?, eran enormes, fue ahí donde sin pensarlo me lance sobre uno de ellos como si fuera un mono.
– ¡Quítamela Josh! – gritaba uno de ellos.
Mi cuerpo se aferró al de él, mientras trataban de quitarme de su espalda.
– No puedo, es muy escurridiza – gritaba Josh.
Cuando menos me los esperaba los tres escuchamos el sonido de la bala de bengalas y a Eliot completamente mojado sosteniendo la pistola en medio del lago.
A los pocos segundos Noah y los demás parecieron, yo baje de la espalda del chico.
– Lo siento – dije mostrando mis dientes.
– Admiro tú entusiasmo – dijo uno de ellos estrechando mi mano.
Eliot llegó por detrás envolviéndome en un abrazo, el cual yo correspondí de inmediato.
– Buena estrategia, colgarte como mono – dijo riendo.
– Oye ganamos ¿no? – pregunté sonriendo.
Noah se acercó a nosotros festejando la victoria, Estefan gritaba emocionado mientras abrazaba a Lizzie.
– Debemos festejar, mi primera victoria en mi carrera universitaria – dijo Noah – vamos a casa, papá prepara sus famosas hamburguesas con queso.
– ¿Qué dices? ¿vienes? – pregunté a Eliot
– Si eso incluye algo de ropa seca estoy dentro – mencionó con diversión.
– Claro te prestaré algo sin problema – dijo Noah – bien vamos, Grace ¿vienes con nosotros?
– Yo iré con Estefan – contesté.
– ¿Eliot? ¿te llevo? – preguntó Estefan.
– No se preocupen voy en mi camioneta – respondió enseñando sus llaves.
– Entonces ¿qué esperamos? muero de hambre – explicó Lizzie.
Noah subió a su auto junto con Lizzie y emprendieron su camino a casa, detrás de ellos Estefan los seguía y atrás de nosotros pude visualizar a Eliot en su camioneta hasta que se desvió del camino llamando mi atención.
– Qué raro, tomó otra dirección – dije mirando por el retrovisor.
– No te preocupes, ya llegará, además te ha estado llevando a la escuela, eso me dice que conoce tu dirección – comentó Estefan mirándome con complicidad.
– Quita esa mirada – le pedí sonriendo.
El auto de Estefan se estacionó en la entrada principal, el olor de las hamburguesas inundaba toda la casa, papá salió a recibir a Noah dándole un gran abrazo.
– Esos son mis hijos – gritó con orgullo.
El sonido particular de la camioneta de Eliot se hizo presente, estacionándose detrás del auto de Estefan, bajó de la camioneta, pero no venía solo, sino que en sus manos sostenía una especie de caja.
– ¿Qué llevas ahí? – preguntó Estefan, yo solo esperé su respuesta.
– ¡Oh! Son galletas, pasé por una pastelería cerca – contestó.
– Sabes que no tenías que hacerlo – dije
– Lo sé, pero mi madre me mataría si llego a una casa donde fui invitado con las manos vacías – contestó tranquilo.
Mi padre escuchó a Eliot y se acercó a él de manera autoritario.
– Dime… Eliot – preguntó mi papá en un tono de voz serio – ¿trajiste de chocolate?
– Claro señor – respondió aliviado.
– Excelente, excelentes gustos y llámame señor B, así me dicen los amigos de mis hijos – pidió.
Mi cara fue de sorpresa al igual que la de Noah, aunque mi hermano más bien reía por la cara de Eliot.
– y ¿cómo esta tú mamá Estefan, sigue compitiendo? – preguntó mi padre entrando a la casa, detrás de Estefan, Noah y Lizzie.
– Creo que le agrado a tú papá – asintió Eliot.
– Anda, entra o todo se enfriará – dije abriendo la puerta para él.
Eliot entró a la casa y lo primero que vio son todas las fotografías de mi madre y algunas mías.
– Son buenas – dijo observándolas a detalle.
– Gracias, pero no es mi mejor trabajo – expresó mi madre bajando de las escaleras – tú debes de ser el chico de las galletas de chocolate, sabes… con eso te has ganado a mi esposo.
– Mucho gusto, tiene una casa preciosa – dijo él.
– Gracias, en parte es trabajo de mi esposo, el diseñó toda la casa, es arquitecto, pero adelante no se detengan por mí – indicó ella – Grace en la galería están emocionados por tus fotos, no olvides seleccionarlas.
– Claro mamá – respondí rascándome la nuca.
– ¿Tienes una exposición? – preguntó Eliot.
– Algo así, serán solo unas fotos, no es nada importante – contesté.
– Bromeas… tengo una amiga famosa – gritó Eliot.
– Lamento interrumpir, pero ya está la comida – explicó Lizzie – por cierto, Noah ha dejado un cambio en el baño para ti.
– Gracias – agradeció Eliot caminado por el pasillo para después darse la media vuelta – ¿Dónde está el baño?
– Al fondo a la izquierda – respondió Lizzie.
– Gracias, ya vuelvo – contestó entrando al baño.
– Es un buen amigo cuídalo, ya no quedan muchos así – dijo Lizzie.
– ¿Cómo Noah? – pregunté sonriendo.
– Como Noah… los amigos como ellos son uno en un millón – contestó.
Eliot salió del baño con la ropa de Noah un viejo pants y una sudadera de Nirvana.
– Me agrada tú nuevo look – señalo Lizzie.
– Creo que podría hacer rap con esto ¿qué opinan? – preguntó haciendo una pose extraña.
– Si definitivamente eso no es lo tuyo – dijo Lizzie negando con sus manos.
– Esperen, Lizzie acércate a Eliot tengo que capturar este momento – dije sacando mi cámara instantánea – sonrían.
Después de tomar la foto, salimos al patio, donde mis padres ya habían acomodado toda la comida, Estefan tomaba refresco mientras hablaba con mi padre, el tiempo pasó y después de disfrutar de una deliciosa comida, mis padres salieron con unos amigos dejándonos solos.
– Creo que deberíamos jugar nuestro juego favorito – dijo Lizzie mirando a Noah con complicidad.
– Lizzie, ¿adivina quién?  no crees que es algo aburrido – preguntó Noah.
– Yo pienso que es divertido – dije apoyando a Lizzie.
– Apoyo a Grace – contribuyó Eliot.
– Gracias Eliot – dijo Noah de forma sarcástica.
– Bien, bien yo empiezo – sugirió Estefan, tomando una de las cartas que Lizzie había sacado.
El juego fue más divertido de lo planeado, todos tratábamos de adivinar los personajes que salían en las cartas, Noah era el más estresado al no poder adivinar tantos personajes como nosotros, pero sin duda ese día había sido bueno para todos, hasta que los padres de Estefan le marcaron.
– Bueno, fue un día grandioso, pero me tengo que ir, mi madre me necesita – dijo Estefan
– Gracias por todo Estefan – agradeció Noah.
– Cuando quieras, nos vemos en clases chicos – dijo Estefan despidiéndose de Eliot y de mí.
– Yo también debería irme, tengo que terminar las entregas del laboratorio, ¿me llevas? – pidió Lizzie a Noah.
– Sabes que sí, de hecho, podemos pasar a recoger algunos libros de medicina para mi clase – sugirió Noah – no tardo Grace, nos vemos Eliot y gracias por lo de hoy.

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