CAPÍTULO 12

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Rosalie arrugó el papel que tenía entre sus manos, apretando los dientes

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Rosalie arrugó el papel que tenía entre sus manos, apretando los dientes. Acababa de arruinar el diseño que estaba haciendo, y tuvo que iniciar de nuevo. Su mente estaba en otro lado, y no lograba concentrarse. Todos sus pensamientos estaban en Dominic. 

Hacía dos semanas que ella regresó a Francia, y apenas si se había comunicado con él. Evitó responder sus llamadas los primeros tres días, y contestaba los mensajes después de varias horas. Ella estaba enojada y decepcionada de él, pero no sabía cómo decírselo. 

Rosalie se había quedado en la casa de Gael hasta las diez de la noche, y tuvo que contener las ganas de llorar todo ese tiempo. Ella permaneció en el baño casi diez minutos, inventando una excusa para cuando saliera. No quería que nadie supiera que escuchó la conversación de Dominic y Gael. 

Rosalie regresó a la sala, sobresaltándose al ver a Gabriela en el mueble. Ella peinó su cabello hacia atrás, y fingió una sonrisa. 

—¡Qué bueno que sigues aquí, creí que te habías ido! —Gabriela exclamó, levantándose—. Disculpa si me demoré sirviendo el helado; es que no encontraba las copas. 

Rosie negó, dándole la mano. 

—Descuida. Solo fui al baño. —habló tranquila—. Muchas gracias por el helado. 

Gabriela asintió, jalándola de vuelta al mueble. Rosalie comió el helado lentamente, haciendo lo posible por seguir la conversación; pero se le hacía imposible. Su mente estaba en otro lado. 

—¿Te sientes bien? —Gabriela le consultó después de varios minutos—. Te ves triste. 

—Estoy bien. —Ella sacudió la cabeza, buscando una excusa—. Es solo que ayer llegué de viaje, y mañana debo tomar otro avión durante diez horas para regresar a Francia. Estoy agotada. 

—Veinte horas. Viajaste veinte horas solo para ver a Tristán competir. —Gabriela concluyó tras una breve pausa—. Realmente debes amarlo para hacer un sacrificio tan grande. 

Rosie esbozó una sonrisa, y agachó el rostro. Ella lo amaba, pero ya no estaba segura de si Dominic sentía lo mismo. 

—Jamás me perdería una competencia suya. —susurró—. Estoy segura que él haría lo mismo por mí. 

Gabriela soltó un leve suspiro, volviendo al notar la tristeza en la expresión de la chica. Creyó que se debía al cansancio del vuelo, y prefirió no hacer más preguntas sobre eso. Amelie se veía como una chica reservada, y no quiso incomodarla. 

Gabriela recogió las copas de helado, observando que Gael ingresaba de nuevo a la casa. Ella ya había perdido la cuenta de cuántas veces entró asacar más cerveza. 

—Gael no suele tomar así. —Ella musitó, preocupada—. ¿No te incomoda que Tristán también continúe bebiendo?

Rosalie se encogió de hombros, sin saber qué responder. Hacía mucho que él no tomaba, pero ella no estaba de humor como para pedirle que se detuviera. Después de la conversación que escuchó, lo último que quería era hablar con él. 

Distancia InesperadaWhere stories live. Discover now