Forbidden Love

247 22 4
                                    

Era un día tranquilo en la casa y la leve brisa que acompañaba a la lluvia de ese momento era sumamente relajante. El clima estaba perfecto para ser contemplado. Y eso hacían justamente Marcos y Agustín.

Ambos se encontraban sentados en el sillón principal de afuera, en silencio. Se había creado un ambiente tranquilo, en donde el olor a pasto mojado y lluvia predominaba, inundaba sus fosas nasales y mantenía embobados a ambos. De vez en cuando, Agustín acotaba algún comentario al cual Marcos solo sonreía levemente y respondía con lo justo y necesario.

Retrocediendo un poco en el tiempo, ambos muchachos se comenzaron a llevar muy bien desde el primer momento en que se conocieron. Los chistes de Agus, su complicidad, su orgullo, su seguridad y nulo interés por la opinión de los demás había cautivado fuertemente a Marcos.

Marcos casi al contrario que Agustín, se consideraba una persona reservada, introvertida, y sabía que tenía fama de "misterioso" ante los ojos de las demás personas que vivían en la casa con ellos.
Pero la verdad es que el salteño se sintió muy a gusto cuando encontró una profunda conexión con el pequeño primo Agustín.

Las tardes de los primos se basaba en conversaciones acerca de sus vidas y cálidas risas. Habían creado un hábito casi sin darse cuenta, el cual consistía en sentarse en una manta sobre el pasto para compartir vivencias, anécdotas y distintas formas de vida. Habían creado un pequeño club, una burbuja propia en donde solo habitaban ellos dos. Juntos se sentían bien, en paz y muchas veces se encontraban envueltos en un cómodo silencio cuando las palabras ya no eran necesarias.

Marcos se despertaba todos los días con una emoción latente al pensar acerca de que hablaría hoy Agustín: ¿Hablará sobre su vida? ¿Sobre series? ¿Películas? ¿Música?
El simple hecho de escucharlo le sacaba una sonrisa. Pero de repente detenía todos estos pensamientos. ¿Que era toda esa emoción? Entendía que habían formado una cálida amistad, pero una parte de él se sentía confundido. Él nunca fue homofóbico, siempre respetó la sexualidad de los demás a pesar de su estricta religión. Pero su familia, en cambio, si tenía ciertos prejuicios acerca de los distintos intereses sexuales, y eso le pesaba mucho. Le dolía, pero entendía que su religión podía llevar a esos extremos. Se sentía frustrado, perdido.

El pasar de los días en la casa no ayudaban a aclarar su confusión, se sentía cada vez más cerca de Agustín pero más lejos de su Dios. Sentía que todo era incorrecto, que los delicados toques mutuos, los abrazos, las miradas y las palabras podrían endulzarlo tanto que se perdería a si mismo. Con Agustín perdía el eje.

Hasta que un día se decidió. No podía dejarse llevar por todo esto. Él era un hombre de fe y esto era solo una amistad. Decidió que por el bien de si mismo (y en el fondo, el de su familia) debía cortar con estas dudas. Hablaría con Agustín lo justo y necesario, no cortaría el vínculo, pero si detendría todo ese torbellino generado solo por su simple presencia. Esta vez se iba a poner límites claros y fuertes a si mismo.

Volviendo a la situación actual, ambos se encontraban en el sillón admirando la lluvia.
Agustín lo había sentido distante a Marcos en estos días. Sus conversaciones ya no eran las mismas, se encontraba cortante, más reservado que nunca y si bien respetaba eso, ya que era parte de su personalidad, le dolía esa distancia. No entendía que había hecho mal, ¿Acaso fue muy obvio con sus sentimientos de atracción? ¿Marcos ya no lo quería más? ¿Se habría aburrido de él?. Todas esas dudas aturdían su cabeza y generaban miedos e inseguridades.
Agustín siempre fue abierto acerca de su bisexualidad, y aunque no tuvo mucha experiencia con varones, sabía que se sentía atraído a algunos de ellos, y Marcos no era la excepción.

Apenas se conocieron, Agustín rápidamente había encendido su radar. Todo indicaba que Marcos, a pesar de su notable masculinidad y fuertes convicciones religiosas, podía llegar a ser un hetero curioso y que quizás, con un poco de ayuda, entendimiento y paciencia, se podría animar a vivir una experiencia nueva con alguien de su mismo género. Pero lejos de todas esas intuiciones, Agustín jamás pretendió forzarlo o presionarlo para que algo de esa índole sucediera. En todos estos meses, siempre consideró a Marcos como un amigo, un aliado, aunque en el fondo sabía que sentía un "mini" crush que lo quemaba en cada abrazo, en cada toque y en cada mirada que el grandote le proporcionaba.

"Forbidden Love" | MargusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora