1.- Perdido.

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Dolor. 


Es lo único que Ao'nung ha sabido desde que despertó. No importa lo mucho que se esfuerce, no puede moverse. 

Un silencio agudo y molesto canta en sus oídos.
Prefiere el silencio submarino, donde ningún tamborileo se atreve a sonar. Donde su mente puede quedarse en blanco y su cuerpo puede flotar con facilidad en el abismo. 

Necesita abrir los ojos, pero ya lo ha intentado muchas veces.
Es como si alguien hubiera cubierto savia sobre ellos, los hubiera pegado y lo hubiera obligado a adentrarse en lo desconocido.

Oscuridad. Luz.
Ya no sabe lo que lo saluda. 

No sabe lo que le espera aparte de la interminable presión y tensión que lleva dentro. Los dolores no lo soportarán ni por un momento.

— Ao... — Un susurro sin aliento, un apodo olvidado. 

La voz es tierna, con la cadencia mas delicada. Hace que su alma cante, y brevemente se siente como si estuviera flotando de nuevo en el océano, en casa

Las olas se elevan sobre su cuerpo mientras se ahoga en esa voz.
Conoce esa voz, aunque parece un poco más profunda. Afligida, como si el dueño de esa voz hubiera estado llorando. 

Debe estar soñando.

O tal vez ya esté muerto.

Unos dedos hábiles se posan en el centro de su pecho, subiendo lentamente hacia su cuello. Cálidos y suaves.

Él se estremece. No sabe cómo lo hace. Pero sólo consigue que un patético gemido salga de sus labios. Desearía nunca haber intentado moverse en absoluto. 

— No te muevas. Estás herido.

Ha pasado tanto tiempo desde que escuchó esta voz en particular.

La misma que sólo escucha en lo más profundo de un sueño, perdida en los divinos vientos del tiempo y en un ciclo interminable de desgarradores remordimientos. 

Su cabeza comienza a palpitar junto con los latidos acelerados de su corazón.
Intenta racionalizar quién podría ser realmente

Su respiración se acelera. Las lágrimas brotan de sus ojos y se deslizan frías por sus sienes, sin savia que las contenga.
Pero sigue sin poder abrir los ojos, sin poder escapar del interminable dolor que irradia a través de su cuerpo. 

— Oh — la voz tararea una perfecta canción de cuna mientras continúa. — Descansa, tìyawn. Nos mantendré a salvo.

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La visión de Ao'nung se nubla en el momento en que sus ojos se abren. Clava los dedos en la hierba, que parece hielo bajo su agarre. Su cuerpo esta rígido y un dolor agudo recorre todo su cuerpo. 

Todo le da vueltas.

El sudor le recorre la frente mientras intenta asomarse a la realidad, volviéndose más delirante a cada segundo que pasa. 

Casi parecen rayos de luz moviéndose a través de las olas del océano, y él está en las fosas de la bestia, luchando por salir, abriéndose camino hacia la superficie sólo para ser arrastrado a lo más profundo. 

Sus pulmones están ardiendo.

Jadea por aire, y el instinto lo obliga a ponerse de costado mientras la bilis le sube por la garganta, escociéndole la lengua mientras se atraganta. 

«Sea of dreams» - Aonung X NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora