«Sea of dreams» - Aonung X Neteyam

2.- Conmoción.

°
°
°

Sus oídos se contraen con el sonido de una palabrota murmurada en voz baja, seguida de un tintineo y un quejido sin entusiasmo.

Sus ojos se abren lentamente, de nuevo bajo su control, pero todavía un poco pesados. 

Todo lo que lo recibe son las sombras rocosas del techo de una cueva. Las paredes están iluminadas por la luz de la luna. Se queda mirando. Intenta encontrarle sentido. 

Clink_

No se atreve a moverse, sólo para descubrir al cabo de un minuto que el dolor de su cuerpo ha empezado a disminuir. No es nada que él no pueda soportar. 

Pero aún se siente como si se hubiera lanzado desde una cascada, volando por el aire con total confianza. Sólo para aterrizar de cabeza en una maldita roca. 

Traga saliva, y mueve lentamente las manos hasta que puede levantarse. Hace una mueca, mirando los vendajes apretados que le cruzan el torso. Le escuece, pero evita hacer una mueca de dolor. 

Con los ojos adaptándose lentamente a la oscuridad, levanta la barbilla, sólo para que un escalofrío recorra su espina dorsal en el momento en que su mirada se posa en el cuerpo acurrucado de un Na'vi de color cobalto. 

Omatikaya. 

Por pura suerte, están de espaldas a él, agachados sobre un patético montón de hojas y ramas rotas.

Clink_

El Na'vi emite un dramático suspiro, dejando caer la cabeza entre sus hombros.

— Por favor, solo enciende.

Él conoce esa voz.

La misma voz que le había hablado cada vez que despertaba, por breves que fueran esos momentos de pesadilla.

.

La voz que hacía que su joven corazón latiera salvaje y libre.
Lo dejó exprimido, seco.

.

Aguanta la respiración, los músculos se tensan mientras se empuja por completo.
Apenas puede apoyar el hombro en la pared de la cueva. Mueve los dedos de los pies. 

Deja escapar el aliento en silencio, pero se da cuenta de que es incapaz de calmar su corazón.

Clink_ 

El Na'vi no lo ha notado, demasiado preocupado por encender un fuego. 

Ao'nung entiende por qué. Ráfagas de viento frío entran por la abertura de la cueva detrás de él, golpeando su piel caliente y enviando temblores no deseados a través de sus nervios.

El respira.
Necesita relajarse y controlarse. 

Pero sobre todo, necesita escapar.

Sus ojos pasan del Na'vi, a las rocas a su lado. Ao'nung se imagina que podría levantarse por sí mismo con facilidad.
Una vez que este de pie, saldría en silencio. Entonces correría lejos y no miraría atrás.

Ao'nung aprieta la mandíbula, estremeciéndose cuando el Na'vi golpea las rocas con especial fuerza. 

— Maldita sea — El Na'vi maldice en voz baja a las ramas, golpeándolas ligeramente con el dorso de la mano.
Luego suspira, claramente disgustado por sus propias acciones.

El Na'vi deja caer las rocas a un lado, arrastrándose unos centímetros hacia delante para empezar a reajustar el montón. 

Ao'nung levanta la mano, decidido a agarrarse a las rocas y retirarse tan rápido como pueda.
Pero en el momento en que levanta la mano, el brazo con el que cuenta para sostenerse cede y cae hacia atrás con un fuerte golpe.